El sindicato más grande de Sodimac, además uno de los más masivos del país con unos 8 mil afiliados, logró un acuerdo con la empresa tras 25 días de paro; el nuevo convenio, sin embargo, tiene menos beneficios que los ofrecidos originalmente por la empresa y que implicaban un reajuste real significativo sobre IPC y otras prestaciones en un cuadro de ralentización del consumo.
Lo sucedido en esta oportunidad, así como también ha pasado en algunos otros casos, pone de manifiesto que los líderes sindicales en ciertas ocasiones parecieran tener una agenda propia, distinta a la de maximizar el beneficio de sus representados, de los trabajadores.
Esta negociación fue usada por algunos políticos o líderes gremiales como una bandera de lucha, como una huelga símbolo, por ser la primera de esa firma. Después de conocer sus resultados, vale la pena preguntarse si los mismos que la apoyaron o instigaron hicieron un análisis de la oferta de la compañía o del contexto económico del país antes de respaldarla; así como también si han dado la cara frente a los integrantes del sindicato que se quedaron con menores beneficios. El problema es que la nueva ley puede dramatizar lo que aquí ha sucedido, porque les da mayor poder a los líderes sindicales que, como está demostrado, pueden tener problemas de agencia entre sus intereses y los de quienes representan.