Entusiasmado con sus últimos proyectos como profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez, está Leonidas Montes, quien la semana pasada en su calidad de director de la cátedra Adam Smith presidió un encuentro de alto nivel en la ciudad jardín.
Por primera vez se organiza en Chile una conferencia de la Sociedad Internacional dedicada enteramente al economista escocés congregando a más de 50 expositores donde, algunos por primera vez, compartían sus últimos papers sobre los distintos legados del creador de la mano invisible. Desde esa óptica, de la mirada del siglo XVIII donde pensadores de la talla de Smith y David Hume contrastaban con otros como Jean-Jacques Rousseau, el futuro director del Centro de Estudios Públicos (CEP) a partir de marzo, desmenuza la actualidad.
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¿Hacia qué dirección está caminando Chile: hacia Adam Smith o lo contrario?
-Chile obviamente ha elegido el modelo que proponían los grandes pensadores Hume y Smith de volver a la moderación, a las políticas públicas bien pensadas, a considerar la libertad de las personas como algo fundamental. Los principios liberales que promueven estos pensadores del siglo XVIII han calado muy hondo en la sociedad chilena, y ello se reflejó en la última elección, que fue contrario a la posición de los franceses de la época, que básicamente están inspirando ese diagnóstico que promovieron los del "otro modelo" de una visión más pesimista.
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¿El holgado triunfo de Piñera es un fracaso de esa alternativa llamado "otro modelo"?
-No creo que la elección haya tenido tanto que ver con modelos, simplemente fue que la ciudadanía optó marcando una diferencia bastante abrumadora e inesperada. Tampoco me gusta hablar de fracaso de otro modelo, porque las ideas no fracasan y siempre están en el debate público, sólo que hay períodos que la ola se puede mover más hacia un lado.
¿Y cómo retrataría la ola del gobierno pasado?
-Hubo un énfasis demasiado especial en el otro modelo, o el de Thomas Piketty que fue la visita estrella. Los efectos de la crisis de 2008 fueron muy fuertes y posibilitaron una crítica a la sociedad, hubo una especie de pesimismo tan duro contra todo lo que habíamos hecho, que todo era malo y había que buscar un nuevo modelo. Ahora de alguna manera se ha manifestado que esa crítica no tenía tanto sustento, y se ha vuelto hacia cierta moderación, a una visión más optimista de mirar lo bueno que se ha logrado, y no volver a la pesimista que permeó hace unos cuatro años y que nos hizo gran daño como sociedad.
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¿Pasamos hacia una mayor desconfianza con el Estado?
-No veo desconfianza, sino una sed de mejorar y modernizar el Estado, tenemos un Estado del siglo XIX cuando deberíamos tener uno del XXI. La visión anticuada de un socialismo más bien trasnochado seguía anclado en muchas cosas y hoy sabemos, por ejemplo, que la educación no la vamos a resolver incluyendo más Estado. Estamos frente a nuevos desafíos, no podemos quedarnos en el golpe militar, en el socialismo anticuado, sino que trascender eso, en ese sentido el llamado de Alejandro Foxley de una segunda transición me parece muy pertinente y oportuno.
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¿Foxley también habla de la trampa del ingreso medio: Chile está viviendo esa fase?
-Hoy estamos presenciado la dicotomía entre gente muy contenta con lo propio, que valora su supermercado, pero critica profundamente a la industria. Esa fue la interpretación que movió el eje demasiado a la izquierda con soluciones que trataban de erradicar lo que se había construido, entonces en vez de mejorar sobre lo construido y propiciar los cambios se trató con una mirada muy pesimista de volver atrás, a mi juicio.
¿Influyen los gobernantes en el crecimiento considerando lo que dijo el ministro de Hacienda Nicolás Eyzaguirre de que era imposible salvarse de la crisis?
-Es cierto que el crecimiento ha sido muy bajo en este último período, pero es posible que ahora venga una recuperación lo que es algo muy importante, porque sin desarrollo económico no hay progreso en otras áreas. El crecimiento es permitir que todas las personas hagan lo suyo, no ponerles trabas para que puedan cumplir sus sueños, ese es el gran motor del crecimiento, porque cuando se ponen demasiados trabas el Estado sofoca ese espíritu animal de Keynes. Claro que hay gobiernos distintos respecto del valor que le dan a esa iniciativa individual y en ese sentido creo que este nuevo gobierno tiene una gran tarea de volver a hacer renacer ese animal spirits, esa rueda social que permite que se produzca un crecimiento a través de la iniciativa individual.
¿Se durmió ese espíritu durante el Gobierno de Bachelet?
-No sé si esa es la palabra, pero las expectativas influyen, se crearon una serie de señales que no fueron adecuadas, se hicieron reformas que sabemos hay que corregir; no sé si estuvo dormido o se durmió, pero claramente se siente un nuevo impulso y es positivo.
¿Usted está de acuerdo con la tesis de Peña de que la sociedad busca consumir más?
-Es más complejo que eso. El hace una crítica al otro modelo y a las posturas más roussonianas en el contexto del s. XVIII, su libro es un antídoto contra los fanáticos que creen que todo está mal y hay que hacerlo de nuevo, su crítica va a muchos jóvenes que votaron por el Frente Amplio lleno de ilusiones, utopías que ya se han estudiado. En la medida que Chile pueda trascender del discurso de la guerra Fría vamos a salir adelante y convertirnos en sociedad desarrollada.
¿Ve posible terminar con esa dicotomía si Chilezuela estuvo presente en esta elección?
-Lo de Chilezuela me pareció desafortunado, porque Chile tiene una madurez institucional que me parece difícil que se llegue a eso.
Se critica al Frente Amplio precisamente por olvidar lo que vivió Chile hace 30 años
-Mire, yo tengo profunda confianza en la juventud de este país y creo que también se ha producido un llamado a la renovación en la política lo cual no hay que perder de vista. Chile fue un modelo a nivel latinoamericano y debe volver a serlo con mayor fuerza, en ese sentido se quedó un poco dormido en los laureles y ahora tenemos que renovar ese impulso.
Pero estas nuevas fuerzas no quieren ese modelo del que usted habla
-No, no lo quieren, pero tampoco tienen otro todavía. Ahora si algunos prefieren el modelo de Venezuela me parece fantástico pueden irse a vivir allá.