La imagen de la presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Bárbara Figueroa, forcejeando con un grupo de carabineros que intentaba desalojarla de las tribunas del Congreso, será difícil de borrar. Más allá de la violencia protagnizada por la líder sindical y los improperios lanzados contra el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, en el marco de la discusión del reajuste del sector público, ese será el hecho que desató una innovación digna de un estadio de fútbol: la colocación de un termopanel o vidrio de seguridad en las tribunas de la Cámara.

Se espera que quede instalada en febrero próximo, lo que se transformará en símbolo de los desórdenes y de la incapacidad de debatir escuchando a los demás.

Si bien resulta una medida extravagante, existen otras medidas alternativas, provenientes del mismo mundo futbolero, que pueden ser más efectivas. Una idea es aplicar la Ley de Seguridad en el Congreso, un símil a la Ley de Seguridad en los Estadios. En la práctica un mejor control al acceso y seguimiento del comportamiento de las personas. Ante cualquier desorden o desalojo por conductas que atenten contra el correcto funcionamiento del Parlamento, los protagonistas de esa conducta deberían quedar con prohibición de volver a ingresar al recinto legislativo.