Patricio Crespo y Alfonso Swett son los dos candidatos conocidos hasta ahora, que podrían tener en sus espaldas la tremenda responsabilidad de liderar la Confederación de la Producción y del Comercio por los próximos dos años.

Un período que será más difícil que nunca. Y no porque las condiciones económicas o políticas sean peores, sino porque el rol de los gremios parece estar evolucionando y porque la vara quedó muy alta tras el programa 3xi que levantó Alfredo Moreno y del cual fuimos parte como Virtus Partners.El rol de la organización gremial cambió irremediablemente en un año. Las miradas que tiene ahora encima son mucho más diversas y las exigencias "cualitativas" son mayores. Es más, el nombramiento de Alfredo Moreno como ministro de Desarrollo Social potencia ampliamente el cambio de paradigmas y el camino avanzado, incorporando el Estado a una iniciativa hasta ahora liderada por privados y la sociedad civil.

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La CPC se atrevió, en 2017, a dar un salto audaz más allá de su rol gremial tradicional: pasar de los índices a los acuerdos, de los discursos y las advertencias a las conversaciones atentas y conectadas con el alma, de hablar con empresarios a integrar a emprendedores, universidades, organizaciones sociales y empresas B. Una nueva forma de construir sociedad que conversa y colabora sin divisiones ideológicas por un Chile mejor; una verdadera cultura del encuentro. En un ambiente en que el 95% de los directores de empresas son hombres, con una edad promedio de entre 51 y 60 años y generalmente de una tendencia política similar, que vienen de 4 o 5 universidades y que incluso han hecho sus posgrados en las mismas casas de estudio internacionales, esta locura de buscar la diversidad de perspectivas y sentarse a conversar con personas tan distintas, pero al final tan iguales cuando se generan confianzas, fue un hito y debería seguir siéndolo a futuro.

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Pienso que tanto Patricio como Alfonso tienen el coraje necesario para lo que viene. Porque esto va a requerir coraje y capacidades para movilizar e inspirar a otros y para transformarse a ellos mismos. Más de lo mismo no será suficiente. Los liderazgos 4.0 - los que son necesarios en el mundo de la revolución digital, tecnológica y social que estamos viviendo - no sólo requieren excelencia corporativa, ética intachable, fuerza y redes locales. También exigen empatía, cercanía, horizontalidad, trabajo en equipo, capacidad de construir acuerdos, de juntarse con pares improbables, de adaptarse continuamente en el camino y de tener una mirada global, abierta a lo que pasa en el mundo. ¿Dónde y cómo se aprende eso?

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Los nuevos colaboradores a los que lideran los grandes empresarios y ejecutivos no son los de hace 30 años. Los millennials hoy, los Z en unos pocos años más. Ellos obligan a los líderes a plantearse desafíos adaptativos como definir explícitamente el propósito que persiguen, mirar cuáles son aquellos valores necesarios en la empresa que harán posible alcanzar el futuro deseado para el negocio - y que están alineados con sus propios valores personales-, o hacer un cambio cultural potenciando las mentalidades positivas existentes, incorporando las necesarias y erradicando aquellas que no están alineadas con el futuro. Me refiero, entre otras por ejemplo, a la típica "estabilidad laboral" que compite con la necesidad de flexibilidad y la innovación.

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Es cosa de ver lo que está pasando en el resto del mundo y qué se está valorando a la hora de definir a un buen líder. La prestigiosa revista Harvard Bussines Review elige cada año al mejor CEO global. El 2017 este premio fue para el español Pablo Isla, de Inditex, matriz de Zara y otras conocidas marcas. La gestión de este hombre ha multiplicado por siete el valor de mercado de la compañía desde 2005, con muy buenos índices de compromiso interno y alta reputación corporativa. Los colaboradores lo definen como una persona sencilla, humilde y casi tímida. Viaja permanentemente para visitar las tiendas y a sus equipos y rara vez va a las inauguraciones para no llamar la atención. En vez de hacer grandes reuniones, prefiere caminar por las tiendas y tener conversaciones diversas con los distintos empleados que las pueblan. ¿Qué ha conseguido con ello? Mantener en su compañía una "cultura de emprendedores" o de empresa pequeña, a pesar de que Inditex es una de las firmas más grandes de España.

El sello de un líder define qué es lo que viene. Crespo, Swett y quienes se integren a esta carrera, tendrán sellos distintos. Esperemos que quien sea elegido, mantenga y potencie el espíritu 3xi en nuestro país: "incluirnos, innovarnos, inspirarnos".

Socio VIRTUS PARTNERS