Hace algunas semanas, Larry Fink, CEO del banco de inversiones BlackRock, envió una carta a los líderes de las mayores empresas globales, donde los urge a contribuir positivamente a la sociedad, además de obtener rendimientos financieros si quieren recibir apoyo de BlackRock. A este llamado se han sumado cientos de empresarios y fondos de inversiones, como Bain Capital, compañía que maneja un fondo de inversión de impacto de más de US$390 millones.

Históricamente hemos visto que los inversionistas han tenido dos billeteras: una para generar utilidades y otra para donar y hacer el bien. Sin embargo, esto ha ido cambiando en el mundo y también en Chile gracias a la inversión de impacto. Esta se refiere a aquellas inversiones en compañías, organizaciones y fondos con la intención de generar un beneficio social y medioambiental para la comunidad y, a la vez, obtener un retorno financiero. Es decir, nos permite mezclar nuestras billeteras.

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Según un estudio de JP Morgan y Global Impact Investing Network, el mercado global de inversión de impacto administra más de US$114 mil millones. En Chile, uno de los instrumentos que existe es FIS Ameris, que nació en 2010 con el fin de ser un puente entre inversionistas e instituciones con foco socioambiental. Hoy, gracias al apoyo de más de 30 inversionistas y Corfo esta iniciativa administra un capital de US$12 millones que se ha invertido en nueve iniciativas obteniendo resultados sociales y financieros, que han permitido impactar directamente a más de 10 mil personas.

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Aunque estamos lejos de países más desarrollados, los empresarios chilenos ya están combinando sus billeteras y todo parece indicar que las van a mezclar cada vez más. Existe un creciente interés por crear nuevos fondos de impacto y emprendimientos sociales, lo que se combina con iniciativas positivas, como el proyecto de ley de Empresas B (sociedades BIC) y 3xi, que alimentan este ecosistema y demuestran que la inversión con sentido llegó para quedarse.

Sin embargo, falta mucho camino por recorrer. Debemos convencernos de que se puede combinar el retorno económico con la construcción de una sociedad más justa y sustentable. Esto no sólo ayudará a las personas más vulnerables, sino que además será la base del desarrollo país en el largo plazo. Quizás nos faltan más "Larry Fink" chilenos que nos inviten a unir esfuerzos en ese sentido.

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*La autora es socia FIS-Ameris.