Los debates presidenciales a menudo son un punto en el cual la dirección de una carrera se cristaliza. Hasta el miércoles en la noche, la campaña de 2012 iba al estilo de Barack Obama. Pero el desempeño predominante de Mitt Romney en Denver en el primero de tres debates televisados bien podría haber cambiado las cosas.

Donde Obama era prolijo y, a veces, casi letárgico, su oponente republicano era encendido y conciso. Los verificadores de información sin duda encontrarán agujeros en gran parte de lo que dijo Romney -frecuentemente fue económico con la verdad.

Pero los debates se tratan mayormente de teatro. Según esa medida, Denver ni siquiera estuvo cerca.

Romney sonó como si tuviera un plan para revitalizar Estados Unidos -si lo tiene o no, eso es otra cosa. Obama sonó como que estaba dando una conferencia a estudiantes al final de un agotador día en una facultad.

A 34 días de las elecciones, hay tres razones para creer que la carrera ahora podría empezar a estrecharse de nuevo.

En primer lugar, contrario a la creencia popular, los debates pueden cambiar el resultado de una carrera. En 2000, George W. Bush bien podría haber asegurado su victoria (tal como fue) en los debates con el candidato republicano Al Gore. El desafiante John Kerry casi hizo lo mismo con Bush en 2004.

Si Romney es capaz de reavivar su espíritu de Denver durante los próximos dos debates en Nueva Jersey y Florida, entonces es difícil creer que no cambiará en los números. Los márgenes de Obama no son tan grandes como para desperdiciarlos.

Cualquiera que haya mirado el debate de 90 minutos habrá concluido que Romney practicó mucho, mientras Obama no. La mayor parte de las declaraciones de este último se repitieron desde su discurso durante la campaña. Muchas de las declaraciones del primero eran nuevas.

En segundo lugar, los medios aman una carrera estrecha y pueden tener una fuerte influencia en los votantes indecisos. En Denver, quizás por primera vez en esta campaña, tanto Fox News (de derecha) como MSNBC (de izquierda) coincidieron en el veredicto. Todo lo cual es probable que cambie el foco hacia las vulnerabilidades de Obama, que en el último mes habían sido dejadas de lado por la cascada de heridas autoinflingidas de Romney.

La campaña de Obama de “irse a la segura” ahora estará bajo un escrutinio mucho mayor en un punto donde incluso los votantes indecisos menos atentos tienen medio ojo abierto. Ya no será seguro para Obama irse a la segura.

Tercero, todos los presidentes tienen días malos. Pero el desempeño de Obama siguió un momento igual de plano hace un mes cuando dio un débil discurso de aceptación en Charlotte en la convención nacional demócrata. Entonces, Obama fue opacado por Bill Clinton, cuyo hipnotizante discurso la noche anterior fue imposible de igualar.

En Denver fue superado por Mitt Romney -un hombre que hasta el miércoles en la noche, por lo menos, era visto generalmente como uno de los peores nominados en años. Un acierto puede ser visto como un accidente. Dos comienzan a verse como una tendencia.

Tomará varios días para evaluar si Denver cambió el impulso de la carrera. Mientras, servirá como un recordatorio de que nada en política es seguro. Romney llegó al debate con bajas expectativas y ganó. Obama llegó con bajas expectativas de Romney y perdió. Ahora es el turno del presidente de elevar su juego. Los próximos días serán críticos.

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