Steve Sargent, director de las operaciones de General Electric (GE) en Australia, dice que la gente a menudo se sorprende de saber que una nación de 22 millones es uno de los mercados más grandes de GE -más grande que China, de hecho.
El secreto yace en un auge de recursos que permite al conglomerado vender locomotoras, turbinas y tecnología bajo el agua para la minería masiva y proyectos energéticos que abundan alrededor del continente isla. Pero está llevando erróneamente a ver esto sólo como una historia de éxito australiano.
“Recuerde que no son los australianos comprando lo que producimos: finalmente son 3 mil millones de personas al noroeste de aquí”, dice. “Si una Asia en desarrollo es el motor de crecimiento de la economía global entonces la Australia rica en minerales provee el combustible”.
Al engancharse a Asia, y particularmente a la urbanización de China, Australia ha prosperado de forma extraordinaria. El país está entrando a su año 21 de crecimiento consecutivo con un rating de crédito AAA, una tasa de desempleo de poco más de 5% y, a diferencia de la mayoría de Europa, un fuerte sector bancario.
A medida que la gravedad económica se traslada a Asia es Australia el que ha ganado. Desde 2007 la economía ha crecido más de 10%. “Nuestros días buscando inspiración en los británicos y estadounidenses han pasado. Es nuestro turno decirles cómo funciona”, dice el periodista político George Megalogenis en su último libro “El momento australiano”.
Pero pese a que los lazos con Asia pueden parecer una bendición, algunos temen que puedan ser una maldición ya que los dos monstruos del crecimiento asiático -China e India- comienzan a decaer. Al tener mucho de algo bueno, dice el argumento, Australia, o “la cantera de China”, se ha vuelto demasiado dependiente del crecimiento impulsado por los commodities. Eso lo ha vuelto flojo y complaciente, y los analistas temen que podría impulsar una burbuja crediticia. Como la riqueza de Australia ha aumentado, la disposición de negocios y gobiernos de tomar decisiones difíciles pero necesarias para mejorar el crecimiento de la productividad -que los economistas dicen necesita ingresos de cerca de 1,5% anual desde el 0,4% entre 2006 y 2011- ha disminuido.
“Si la demanda de recursos china se mantiene, probablemente todo estará bien. Pero si no, nada lo estará. De hecho, podría haber problemas de cualquier forma”, dice Dylan Grice de Société Générale.
El auge de recursos ha empujado la tasa de intercambio a un nivel donde muchos manufactureros no pueden competir. El turismo, retail y educación, que dan más de 3 millones de trabajos, también están luchando. Tanto los turistas extranjeros y futuros estudiantes encuentran Australia excesivamente caro para visitar, a diferencia de hace una década. En tanto, los sueldos en la industria de recursos se han disparado a niveles que han dejado a algunas partes no mineras de la economía incapaces de retener o atraer personal.
Una combinación de factores ha llevado a algunos a preguntarse si partes de la economía sufren de la enfermedad holandesa, un fenómeno donde los ingresos de recursos naturales distorsionan el resto de la economía. Para tener éxito, algunos discuten que Australia debe redefinir su posición global con más confianza.
Si bien las estadísticas recientes para la economía (que se expandió 4,3% anual a marzo) y empleo (cerca de 40.000 trabajos se crearon en mayo) pintan un panorama feliz, la realidad es más compleja. Muchos australianos lejos del auge minero de la costa oeste, especialmente esos viviendo en las ciudades de la costa este de Sydney y Melbourne, no ven los beneficios del auge de recursos.
Mientras el dinero sobra en los nuevos proyectos mineros y de gas, el Tesoro estima que los sectores relacionados a los recursos de la economía crecerán 9% promedio anual en los próximos dos años. En contraste, el resto de la economía crecerá a una tasa promedio anual de 2% en el mismo periodo.
Más allá del sector de recursos, hay otros temas que presentan amenazas a la economía australiana. Una son los altos precios de las viviendas. Otra es un consumidor sobreextendido. Como sus primos anglosajones en el hemisferio norte, los australianos han gastado más de lo que han ganado en las últimas dos décadas y ahora están tratando de pagarlo.
A pesar de sus vulnerabilidades no hay duda de que Australia está en una posición única entre las economías avanzadas para dejarse llevar por el cambio del poder económico hacia Asia. Esto no depende sólo de China, que probablemente tiene décadas de crecimiento saludable por delante. También depende de un aumento general de una clase media a lo largo de Asia, que necesitarán una infraestructura construida a partir de materias primas australianas.
“No tengo duda de que estamos en el umbral de nuestra mayor época y el desafío será manejar la prosperidad”, dice Joe Hockey, tesorero en la sombra y legislador de Sydney.
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