LA Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es una de las hojas de ruta más importantes para orientar el desarrollo, concordada por la comunidad internacional en el seno de Naciones Unidas. Uno de sus rasgos más relevantes es el carácter integral con que fue concebida, pues busca que tanto a nivel global como de cada país se logre un desarrollo que armonice las dimensiones económica, social y medioambiental.

En tal sentido, el sector agrícola constituye una bisagra fundamental, pues de él depende el cumplimiento de objetivos cruciales como poner fin al hambre y a la malnutrición; terminar con la pobreza; lograr una administración sostenible e inclusiva de los recursos naturales y los sistemas alimentarios; además de contribuir al propósito de combatir el cambio climático y crear resiliencia frente al mismo.

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Debemos tomar conciencia de que tenemos una deuda y un compromiso con ese mundo y con las comunidades que allí habitan. En Chile y en toda América Latina existen brechas significativas entre el sector urbano y el sector rural en los indicadores de pobreza, calidad de la salud, acceso a infraestructura y servicios, entre otros.

Lo que se requiere, entonces, es la elaboración de buenas políticas públicas para el sector, que sean concebidas -precisamente- bajo esa mirada integral que propone la Agenda 2030. El gobierno del Presidente Piñera ha asumido este desafío, para lo cual estamos impulsando una Política Nacional de Desarrollo Rural y Agrícola cuyo propósito es igualar las oportunidades con el mundo urbano al año 2026. No hay que perder de vista que en Chile el 30% de la población vive en áreas rurales (OCDE).

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La implementación de esta Política implica un verdadero cambio de paradigma, ya que pone al centro el aumento de la competitividad de las áreas rurales, valora la ruralidad como un todo e instala una mirada holística que va mucho más allá de lo agrícola, sin negar su aporte vital. Esto implica considerar todos los sectores económicos presentes en los territorios, impulsando la creación de valor, así como el desarrollo social y medioambiental de los mismos.

Este enfoque, además, nos pone en sintonía con el siglo XXI, dejando atrás el paradigma que predominó después de la segunda guerra mundial cuyo énfasis predominante era la urbanización y la industrialización. Implícitamente, lo rural era identificado con retraso y acotado a la agricultura.

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Hoy estamos renovando la mirada. Nos asiste la convicción de que el mundo rural es un pilar fundamental de sustentabilidad, guardián de biodiversidad, paisajes, tradiciones y cultura. Respecto de esto último, la promoción, protección y mantenimiento de la diversidad cultural es una condición esencial para el desarrollo sostenible en beneficio de las generaciones presentes y futuras. Ese es un capital intangible que forma parte de nuestra identidad más profunda.

Las políticas públicas que estamos impulsando desde el Ministerio de Agricultura, se enmarcan dentro de la visión estratégica -enfatizada por el Presidente Piñera- de construir un Chile que progresa con la fuerza de la libertad, la justicia y la solidaridad, incorporando a todas las personas, cualquiera sea su condición y el territorio donde habiten. P

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Subsecretario de Agricultura