ESTOS DÍAS han sido intensos para Carlos Montes. El domingo, el parlamentario por Santiago fue electo presidente del Senado, el 119° político en asumir ese cargo y el cuarto socialista en llegar a la testera y transformarse en la segunda autoridad de la Nación.

Como primera tarea, tuvo que colocarle -con cierta dificultad- la banda presidencial a Sebastián Piñera, cerrando así el breve ciclo político de la Nueva Mayoría. Pero con ello, también asumió un importante rol articulador de la oposición y la labor de llegar a acuerdos con el Gobierno, en un escenario en que no existen mayorías parlamentarias y en que cada sector tendrá que ceder para avanzar.

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Por ello, su agenda ha sido intensa. El domingo y lunes tuvo reuniones con funcionarios y asesores para conocer el estado actual de la Cámara Alta. El martes se juntó por primera vez con el ministro de la Segpres, Gonzalo Blumel, y tuvo un encuentro con los senadores de oposición. La mañana del miércoles la copó con siete reuniones y luego almorzó con la bancada socialista. Y hoy, tendrá una audiencia con el Presidente Piñera, para luego agendar encuentros con embajadores y el alto mando de las Fuerzas Armadas.

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"Hay un buen ánimo de dialogar, que no significa tener acuerdos ni que no se expresen las discrepancias, significa voluntad de dialogar", dice el senador. Hace algunos días, Piñera hizo un llamado a construir acuerdos nacionales en cinco materias con la oposición. Montes sabe que su sector no se puede restar, pero advierte que no van a aceptar cualquier condición. "El acuerdo nacional es un proceso de construcción, en que la oposición tiene su visión", afirma.

En la negociación administrativa, la ex Nueva Mayoría propuso al socialista por ser una figura de consenso y respeto en el espectro político. Llegó al Senado en 2014 -luego de seis períodos como diputado- tras derrotar a Soledad Alvear (DC) en el sector oriente. Y durante la administración de Michelle Bachelet, jugó un rol ordenador en su bloque, sobre todo en discusiones de proyectos económicos y educacionales, donde estaba el corazón del programa de gobierno.

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¿Habrá paz entre la oposición y La Moneda? Montes dice que eso dependerá de algunos hitos y el primero de ellos es la aprobación de los proyectos de educación superior por parte del Tribunal Constitucional, lo que no depende directamente del Ejecutivo. "Las lunas de miel son bien revueltas, y si sale la resolución del TC y echa abajo aspectos centrales (de los proyectos), habrá una situación conflictiva", advierte el socialista.

Otro tema que lo mantiene alerta es la revisión que haría Hacienda a la reforma tributaria y a las tasas de impuestos de las grandes empresas. "Volver a integrar completamente (el sistema tributario) es muy complicado, porque la elusión y evasión se producen al volver a juntar los impuestos de las personas y los de las empresas, y muchos de nosotros estamos por desintegrar", explica.

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Por ahora, está ordenando a su sector. Junto a sus compañeros decidió crear grupos de trabajo programáticos para temas previsionales, tributarios, laborales y de salud. Además, supervisará el avance de los proyectos de identidad de género y del Ministerio de Ciencia y Tecnología, ambos en comisión mixta, al igual que los de reforma al Sename, Onemi y Ley Antiterrorista, que están avanzados en sus trámites.

Presencia ciudadana

Pero hay otros temas que Montes abordará en su año de presidencia y el más urgente es el descrédito de la política. Plantea que hay que "enfrentar la crítica a los privilegios y abusos" que reciben de parte de la ciudadanía, aumentando la transparencia, revisando periódicamente las asignaciones y dietas parlamentarias y mejorando las asesorías externas.

También impulsará cambios administrativos en su corporación. El primero es la reforma a la Biblioteca del Congreso Nacional, que recibe más de $12 mil millones anuales, para que apoye más la labor parlamentaria. Otro es el diálogo con la ciudadanía, para lo que propone que la mesa del Senado y los miembros de las bancadas se reúnan una vez al mes con sectores sociales. Y además, reformulará los medios de comunicación del Senado y transformará la sede del Congreso en Santiago en un Centro Cultural de Formación Cívica.