Los estudiantes de economía están revolucionados, otra vez. Hace un par de años, incluso antes de la crisis, establecieron una red de “economía autista”. Después de la crisis, en 2011, un curso de Harvard hizo una huelga en la clase introductoria de Gregory Mankiw. Ese curso es la base de los libros prescritos en las universidades en todo el mundo. Este año, 65 grupos de estudiantes provenientes de 30 países establecieron una Iniciativa Estudiantil Internacional para el Pluralismo en Economía. En ninguna otra materia los estudiantes expresan una insatisfacción tan organizada respecto a lo que se les enseña.
Sin embargo, al parecer, tiene poco efecto duradero. La no permanencia es inherente a la vida estudiantil: visten trajes, reciben su primer sueldo y dejan sus quejas atrás hasta que los mismos alegatos son descubiertos por un nuevo grupo de jóvenes de 19 años con las mismas esperanzas ingenuas de cambiar el mundo. De todas formas, la insatisfacción recurrente, tanto en estudiantes como empleadores, sugiere que tienen un punto.
Una causa del problema no es específica para la economía. Las universidades modernas premian las investigaciones por sobre la enseñanza, a un nivel que sorprendería a personas fuera del sistema, quienes imaginarían que su mayor propósito es educar a los más jóvenes. En realidad, las habilidades de enseñanza juegan un rol insignificante en las decisiones de contratación y promoción de las universidades. Muchos miembros del personal académico consideran la enseñanza como una molestia que se interpone en el camino de su trabajo “propio”. Si la mayoría de los estudiantes no estuviesen pasándolo tan bien afuera de la sala de clases, estarían más enojados de lo que están. Debiesen estarlo.
Un problema específico en economía es que los estudiantes sospechan que la materia que se les está enseñando está diseñada para dar cobertura intelectual a la ideología de derecha. Esta creencia fue la motivación para la huelga en Harvard, y hay algo de cierto en la crítica. Mankiw fue por un tiempo director del Consejo Económico de George W. Bush. Las enseñanzas económicas alientan a los estudiantes a pensar en un mundo de individuos interesados en ellos mismos y empresas orientadas en las ganancias, pero el conservadurismo del profesor Mankiw lo pone en una minoría: al igual que los académicos en general, la mayoría de los profesores de economía están levemente más a la izquierda del espectro político.
Al igual que los estudiantes, la carga real de sus alegatos no es una protesta política. Eligen estudiar economía con la esperanza de resolver, o al menos entender, los problemas del mundo real: pobreza, desigualdad, inflación y crisis financieras. Pero se ven involucrados en un aprendizaje de memoria de modelos basados en elección racional. Están hartos de que se les asegure que la adquisición de estas habilidades es necesaria para entender los grandes temas del día, pero de alguna forma, estos grandes temas nunca entran en el currículum. Sospechan, correctamente, que muchos de sus profesores no están muy interesados. Esta es la carga de una poderosa y detallada crítica de un curso de estudiantes de la Universidad de Manchester.
Su demanda por un mayor pluralismo en el currículum económico está bien hecha. Pero, gran parte de la “economía heterodoxa” que los estudiantes de Manchester sugieren incluir, es floja, como la creación de personas con su propia agenda política, ya sea marxista o neoliberal; o que personas que no sepan matemáticas, la elección dominante racional que el paradigma necesita. Su profesor rechaza la introducción de estos esquemas alternativos por las mismas razones que sus colegas de ciencias rechazarían el creacionismo.
Los profesores se equivocan en su conformidad a un único enfoque metodológico, encapsulado en la afirmación que ha tomado fuerza las últimas cuatro décadas, de que las aproximaciones no basadas en fundamentos de elección racional no son científicas o son “no económicas”. La necesidad no es tanto de enseñar paradigmas alternativos de economía, sino enseñar que el pragmatismo, no el paradigma, es la clave del entendimiento económico.
Este eclecticismo se refleja en las propuestas curriculares que desarrolla el Instituto para el Nuevo Pensamiento Económico, que dirige la profesora Wendy Carlin de University College London. El ramo de economía no es un método de análisis, sino un conjunto de problemas, los cuales atrajeron a los estudiantes al ramo en primer lugar. El enfoque adecuado a la economía es cualquiera y todas las ideas que sean útiles en estos temas, como en medicina lo son cualquiera y todas las terapias que ayuden al paciente.
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