Las cosas parecen haberse calmado en los mercados internacionales, sobrellevando incluso un dato de inflación por sobre lo esperado en EEUU. Sin embargo, no se descarta que la volatilidad persista en las próximas semanas, a medida que los inversionistas buscan señales de cuáles serán los próximos pasos de las tasas base en el mundo desarrollado.

Y pese a que se los considera como activos de riesgo, en el mercado local dicen que un segmento en particular de deuda emergente puede servir como refugio: los papeles cortos latinoamericanos.

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"La volatilidad puede seguir", destaca Carlos Schneider, gerente de renta fija internacional de BICE Inversiones, por lo que recomienda invertir en títulos de deuda con una duración inferior a los cinco años.

Para el ejecutivo, el lugar donde apuntar son los bonos corporativos con clasificación de riesgo alta y de "países con fundamentales sólidos", es decir: Chile, Perú, Colombia, México y Brasil. Si bien es cierto que éstos últimos tienen riesgo político asociado, por sus elecciones de este año, Schneider asegura que en el largo plazo "no debería importar".

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El ejecutivo recomienda invertir en títulos que "demuestren que tienen cierta capacidad de aguante", dado que ante un episodio de volatilidad, "el precio no va a caer más de un 2%". Además, acota, en ese segmento hay opciones con tasas atractivas, entre el 4% y el 5%.

Desde BCI Asset Management, el jefe de renta fija Latam Felipe Lubiano concuerda con el diagnóstico: su recomendación clave para acotar el riesgo de tasas asociado a la volatilidad es acortar duraciones. "Probablemente de aquí a un mes más, cuando haya más claridad de lo que el mercado percibe en términos de riesgo de la deuda soberana y las tasas largas, ahí es cuando hay que alargarse", agrega.

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Para reducir la exposición al riesgo de crédito, por su parte, el ejecutivo plantea elegir bonos de sectores menos ligados al ciclo, como el financiero o el energético.

En términos geográficos, Lubiano también pone las fichas en América Latina, destacando que sigue teniendo un nivel de tasas que supera a otras regiones.

Pese a su condición de activo riesgoso, la deuda emergente capeó la ola del sell-off mejor que las acciones. La expansión de spreads de bonos de economías emergentes ha sido "bastante moderado" con respecto a lo que sucedió en los peaks de volatilidad del "taper tantrum" de 2013, según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés). "Los flujos de venta de los portafolios de deuda se limitó a US$1.600 millones", señaló la entidad en un informe, comparado con los US$3.800 millones de 2013 y los US$7.500 millones que salieron en 2016.

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