En una montaña en Suecia está tomando forma uno de los proyectos más grandes de energía eólica terrestre en Europa. Una vez en funcionamiento en 2015, el parque eólico generará 90 MW de electricidad que no llevará energía a los hogares u oficinas, sino a las tiendas de Ikea. El minorista escandinavo busca generar el 100% de su energía de fuentes renovables para 2020.
El parque eólico Glotesvalen hará a Ikea autosuficiente en materia de energía en Suecia y aumentará su cuota mundial de uso de energías renovables entre 70% y 80%. La empresa ha destinado inversiones en energías renovables de hasta €1.500 millones, centrándose en la energía solar y eólica.
Es a la vez “un ejercicio a los valores, los corazones y a la mente”, dice Steve Howard, director de sustentabilidad de Ikea. Al reducir su huella de carbono y asegurar su propio suministro, el grupo no sólo es responsable con el medioambiente, sino también en la reducción de sus costos.
“Los precios del carbono inevitablemente se devolverán en la próxima década y los precios se elevarán. Este es un gran costo para las empresas”, plantea Howard. “Si podemos manejar nuestra propia cadena, podemos transformarla en un centro de rentabilidad”, dice.
Ikea no está solo. En todo el mundo las empresas están cambiando su comportamiento para controlar su costo en energía. En el pasado la eficiencia energética era parte de “la agenda verde” de una firma pero con los costos al alza se ha vuelto un tema corporativo.
Los gobiernos están enfocándose en el tema, ofreciendo créditos fiscales, incentivos y devoluciones para ayudar a reducir las cuentas de luz y las emisiones de carbono. La UE se fijó el objetivo de aumentar la eficiencia energética en un 20% para 2020 para ayudar a reducir su importación de gas y petróleo.
El miedo de los crecientes costos está detrás de las acciones de las compañías, dice Ben Warren, experto en medioambiente y energía de Ernst &Young. “El director ejecutivo, el director de finanzas y el director de operaciones tienen que administrar la energía. Es un juego de dólares y centavos”, dice.
Aun así, una de las dificultades para las empresas es la variedad de opciones disponibles, tanto en el lado de la demanda para reducir el consumo de energía como por el lado de la oferta, para generar calor y energía. Las compañías quieren asegurarse de que cualquier plan ofrezca un ahorro en “un plazo razonable para amortizar la inversión”, afirma Warren.
Ha surgido un ejército de asesores empresariales. Ian King, director ejecutivo de Matrix, que ayuda al minorista británico Marks & Spencer y al grupo de telecomunicaciones BT a reducir sus cuentas de energía, dice que tiene sentido incentivar a las empresas a reducir su consumo de energía.
La cantidad de desperdicio es enorme. Su equipo puede reducir el uso de energía en la oficina en alrededor de 20% por el despliegue de un sistema de gestión que puede encender y apagar los dispositivos de manera remota. Las empresas en una amplia gama de industrias han adoptado todas las medidas de eficiencia en diversos grados, incluyendo una medición inteligente de los servicios básicos en hoteles y restaurantes, instalando secadores de manos con bajo consumo de energía o incluso construyendo plantas de calor y electricidad en el mismo lugar.
Cambiar las ampolletas a la tecnología LED más eficiente puede generar ahorros. Ikea, por ejemplo, ha ahorrado €97.000 por tienda, como resultado del despliegue de LED a través de su cartera.
Don Leiper, director de nuevos negocios en la británica EON, dice que no hacer nada “no es una alternativa realista”.
El mayor problema son los cambios políticos. En Europa, muchos países han alterado los acuerdos para los subsidios de energías renovables, desordenando los planes de inversión. Según Howard la incertidumbre regulatoria en Gran Bretaña respecto de los incentivos renovables “nos ha desacelerado y ha retrasado la toma de decisiones en la energía eólica y solar”.
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