Hubo un momento en que los primeros ministros británico defendieron con uñas y dientes a la libra esterlina. Una moneda fuerte era sinónimo de una economía fuerte. Pero eso cambió y ahora una moneda débil es la panacea. Hasta el gobernador del Banco de Inglaterra apoya esta idea moderna de devaluar. Los ilustres predecesores de Mervyn King deben estar revolcándose en sus tumbas.
Hay un sentido de desesperación. Gran Bretaña perdió su nota triple A. La economía está estancada. El gobierno se está quedando sin opciones. La semana pasada, Paul Tucker, vicegobernador del Banco de Inglaterra, sugirió que las autoridades podrían tener que considerar la introducción de “tasas de interés negativas” a través de un impuesto a los depósitos de los bancos comerciales.
Para otros, la devaluacion es la última opción que tienen las autoridades. La libra se ha depreciado 6% desde comienzos de 2013. Las señales indican que el Tesoro y el Banco de Inglaterra (BoE, su sigla en inglés) creen que aún falta para alejar a la economía del consumo alimentado por crédito, y acercarla a la inversión y las exportaciones.
Gran Bretaña ha estado devaluando desde hace 60 años. Cuando los tipos de cambio eran fijos, las devaluaciones eran momentos de gran dramatismo. Pocos olvidarán la rendición de Wilson a los mercados en 1967, o la calamidad que cayó sobre Major cuando la libra fue obligada a abandonar el mecanismo de tipos de cambio europeo en 1992.
Wilson le dijo a los votantes que “la libra en sus bolsillos” no se vería afectada. Eso era totalmente falso. La devaluación, como la austeridad, reduce los niveles de vida. Pero es menos transparente. El cálculo político es que, si bien los votantes podrían quejarse por tener menos dólares o euros que gastar en sus vacaciones, probablemente no notarán el efecto en su poder de compra en casa, especialmente cuando la depreciación ocurra durante un período de meses y años.
Gran Bretaña ha enfrentado una lucha interminable para conservar su competitividad internacional. Cuando se queda atrás, es más fácil forzar un ajuste a través de un tipo de cambio más bajo que congelando los salarios o elevando la productividad.
Una libra más débil, por supuesto, significa mayor inflación. El actual gobierno puede pensar que no es malo. La inflación erosiona la carga real de la deuda pública - y Gran Bretaña tiene una gran cantidad de la deuda.
Hay señales sombrías de que la devaluación está perdiendo incluso su eficacia a corto plazo. El Banco de Inglaterra pinta un panorama sombrío del comercio de Gran Bretaña. Gran parte se debe a la camisa de fuerza de la competitividad impuesta a otras economías por parte del euro. Pero incluso sin la capacidad para devaluar, los competidores europeos de Reino Unido han tenido un mejor desempeño exportador.
Parte de la explicación radica en la elevada proporción de las exportaciones que representan los servicios financieros y asociados. Pero incluso en este caso, Gran Bretaña ha perdido cuota de mercado. Martin Weale, miembro del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra, observó recientemente que una libra débil no había hecho nada para cerrar el déficit de cuenta corriente: “Visto desde esta perspectiva, Reino Unido no parece haber hecho progreso con el reequilibrio”. Gran Bretaña no está produciendo los bienes y servicios suficientes que otros quieren comprar.
A partir de aquí, se puede ver por qué el gobierno podría ver la devaluación como la única opción. El problema, como King dijo una vez, es que las políticas que parecen tener sentido en el corto plazo pueden chocar con una visión inteligente en el largo plazo. Este es precisamente el caso de la larga experiencia de devaluación del Reino Unido.
Una libra más débil ha demostrado ser a lo más un paliativo y, más a menudo, una excusa de corto plazo para aplazar decisiones políticas más duras. La economía de hecho necesita “reequilibrarse”, pero para hacerlo, necesita combatir las profundas debilidades estructurales, desde infraestructura a ciencia; desde educación a política industrial, que retienen el crecimiento de las empresas. La devaluación es adictiva. También es una admisión de derrota.
El problema es que las políticas que parecen tener sentido en el corto plazo pueden chocar con una visión de largo plazo inteligente.
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© The Financial Times Ltd, 2011.
Debes saber
¿Qué ha pasado?
El Banco de Inglaterra sugirió la introducción de las "tasas de interés negativas" por medio de un impuesto sobre los depósitos de los bancos comerciales.
¿Por qué ha pasado?
Porque Gran Bretaña ha perdido su nota triple A y la economía está mostrando su peor cara.
¿Qué consecuencias tiene?
Una libra más débil ha demostrado ser a lo más un paliativo para aplazar decisiones políticas más difíciles. La economía necesita reequilibrarse, pero para hacerlo, debe combatir debilidades estructurales, desde ciencia a infraestructura, que retienen el crecimiento de las empresas.