Camilo Olave, alumno de 7° básico del Colegio Padre Hurtado de Puente Alto, ganó en octubre del año pasado el primer lugar en el concurso “Juntos Juguemos”. Organizado por el Ministerio de Hacienda y el área RSE de Falabella Financiero, el programa se basaba en que alumnos de la Región Metropolitana compitieran a través del juego de tablero “Financity: Organiza tu Dinero”.

Es que justamente el concepto de “Educación Financiera” (EF)  es una preocupación, tanto para el gobierno, como para las instituciones financieras y entidades educativas (ver recuadro). Y por supuesto, un tema en el cual cada vez más, aparecen iniciativas enfocadas no sólo a niños y jóvenes, sino también a los adultos.

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la educación financiera se define como: “el proceso por el cual los consumidores/inversionistas financieros mejoran su comprensión de los productos financieros, los conceptos y los riesgos, y,a través de información, instrucción y/o el asesoramiento objetivo, desarrollan las habilidades y confianza para ser más conscientes de los riesgos y oportunidades financieras, tomar decisionesinformadas, saber a dónde ir para obtener ayuda y ejercer cualquier acción eficaz para mejorar su bienestar económico”.

Justamente esta entidad es una de las que más se ha preocupado de este tema durante los últimos años en la región latinoamericana. El año pasado, este organismo publicó junto al Corporación Andina de Fomento un informe de casi cien páginas denominado como “La educación financiera en América Latina y el Caribe. Situación Actual y Perspectivas”. El documento, aparte de mostrar la realidad de la región, pretende ser una guía de navegación para los países latinoamericanos, especialmente para el nuestro, que es miembro de la OCDE. Para su elaboración se juntaron especialistas de 49 países del mundo en Cartagena de Indias, Colombia.

El texto es enfático en indicar que  “el crecimiento económico trae consigo la necesidad de que las personas sepan cómo manejar sus finanzas personales y beneficiarse de los mercados financieros más desarrollados. En este sentido, las iniciativas de educación financiera pueden convertirse en un complemento importante de los procesos de inclusión financiera y las medidas de reducción de la pobreza”.

En Chile

En nuestro país, muchas entidades privadas (especialmente bancos)  y públicas tienen programas de educación financiera. Pero es la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF), quien está liderando este tema en el gobierno.

Según Eric Parrado, superintendente de Bancos e Instituciones Financieras, el objetivo es utilizar la EF como una herramienta para fomentar un sistema sano y estable, donde el trabajo con los principales actores que lo componen, genere condiciones propicias que permitan materializar el bienestar financiero de las personas.

“La idea es promover políticas que incentiven el desarrollo inclusivo de las personas en los mercados financieros; educar a los usuarios financieros; y generar el compromiso de la industria en el desarrollo de la inclusión y educación financiera en el país”, comenta Parrado.

Sin embargo, el timonel de la SBIF indica que no es una actividad exclusiva del Estado. “También es una labor de las empresas, que deben asumir no sólo como una materia de responsabilidad social, sino como parte integral de sus operaciones propias”, explica la autoridad gubernamental.

Respecto de contenidos específicos, la SBIF está trabajando a partir de directrices internacionales como las entregadas por la OCDE, para definir orientaciones y lineamientos temáticos, lo que permitirá fortalecer las diferentes iniciativas públicas y privadas en esta materia.

Mesa multisectorial

En este contexto, actualmente existe una “Mesa de Educación Financiera” que reúne a los principales organismos públicos relacionados con el tema y que incluye al Ministerio de Hacienda, Banco Central, SBIF y Sernac, entre otros.

Incluso, la entidad gubernamental tiene una “Unidad de Educación Financiera” que se espera potenciar durante la actual administración de Bachelet.

Además, para el gobierno es necesario diferenciar claramente la educación e información financiera de la asesoría financiera con propósitos comerciales. Según la SBIF, cualquier asistencia con propósitos comerciales debe ser transparente en sus objetivos y evidenciar claramente su naturaleza comercial.

“Son muchos los fiscalizados que cuentan con iniciativas de educación financiera y es destacable el esfuerzo, si es sincero, por acercar temas complejos a las personas que necesitan fortalecer su cultura financiera”, concluye Parrado.