Este verano (boreal) Glenn Dubin, el co-fundador del fondo de cobertura Highbridge Capital Management, ha estado relajado - un poco. ¿La razón? Veintiún años después de que el hombre de 56 años creó el fondo, Dubin entregó recientemente el control de su "bebé", como él lo llama, de US$32 mil millones, a un ex banquero de Goldman Sachs, Scott Kapnick. Pero Dubin no ha ido enfurecido. Él todavía está trabajando en la oficina de Manhattan Highbridge para apoyar a Kapnick, su sucesor seleccionado a dedo.
"Decidimos hace mucho tiempo que queríamos crear una organización sustentable que pudiera durar", dice Dubin, quien ahora lleva el título de "presidente no ejecutivo". "Entonces", dice, "teníamos que tener un plan de sucesión". Queda por ver cómo esto va a resultar para Highbridge; hasta ahora parece loablemente fluido, y no ha habido amortizaciones (a pesar de que sus diferentes fondos han tenido resultados mixtos este año). Pero la pregunta crucial que los inversionistas, reguladores y gestores de hedge funds deben preguntar es si Highbridge está estableciendo un modelo que otros fondos debieran copiar.
La triste realidad es que cuando se trata de crear una sucesión ordenada, la mayoría de los líderes de hedge funds han hecho un pésimo trabajo. Algunas figuras se han mantenido en la medida que han envejecido, convencidos de que nadie más podría replicar su ingenio. Otros han pasado el mando a gerentes más jóvenes - sólo para ver a inversionistas sacar su dinero cuando la "estrella" se va. Pero muchos otros han decidido que la planificación de sucesión es simplemente tan difícil que o han devuelto dinero cuando quieren jubilarse, o utilizan su dinero para cosechar de nuevas iniciativas.
George Soros, por ejemplo, anunció hace dos años que iba a cerrar su Quantum Fund a inversionistas externos, a medida que daba un paso atrás de la inversión.
Julian Robertson cerró su Tiger Management Group en 2000 y utilizó parte de ese dinero para financiar fondos gestionados por antiguos socios de Tiger. Oscar Schafer ha hecho lo mismo con su OSS Capital Management.
Es fácil ver por qué ha ocurrido esto. Estrellas de hedge funds tienden a ser empresarios con egos descomunales y puntos de vista disidentes. Esto no los hace mentores naturales o repartidores de poder. Y hasta hace poco, a la base de inversionistas no les parecía importar el factor ego.
Por el contrario, cuando la industria de fondos de cobertura comenzó a abultarse hace tres décadas, los inversionistas típicamente invertían sobre la base de "nombres" - y retiraban su dinero si aquellas estrellas desaparecían. De hecho, para algunos inversionistas, esta cultura emprendedora y fluida ha sido siempre la atracción principal de los hedge funds.
Pero lo que hace el cuento de Highbridge tan relevante es que tras bambalinas - y fuera de las grandes personalidades - el mundo de los hedge funds está cambiando. Por un lado, ahora tiene un papel mucho más importante dentro del sistema financiero: los fondos de cobertura actualmente mandan cerca de US$2.300 millones en activos, y los líderes de los fondos se han convertido en gigantes.
La alguna vez intrépida industria se está volviendo cada vez más masiva: los fondos de cobertura no sólo están moviéndose hacia sectores antes ocupados por los bancos, con estos últimos lidiando con la creciente regulación, sino que también están recaudando más dinero de los fondos de pensiones y entidades públicas. Estos clientes institucionales tienden a tener niveles más altos de estándares de gobierno corporativo.
Al mismo tiempo, las estrellas de hedge funds están madurando - en un sentido literal. La consultora Deloitte calcula que un tercio de los activos de la industria son administrados por los directores fundadores que - como Dubin - cumplirán 60 años en la próxima década. Por lo tanto, dice el informe, "la pregunta de los US$600 mil millones a la que se enfrentan los fundadores de toda la industria es: ¿se liquidará mi fondo de cobertura cuando yo me retire, o va a seguir viviendo porque me preparé activamente para mi sucesión?".
No todas estas estrellas que envejecen necesariamente quieren pensar en esto: una encuesta independiente de Ernst & Young sugiere que sólo un tercio de los fondos de cobertura consideran la planificación de la sucesión como un tema importante. Pero la misma encuesta indica que dos tercios de los inversionistas se centran en este tema - y lo toman en cuenta en las decisiones de asignación.
Por supuesto, si la industria de fondos de cobertura sigue publicando retornos mediocres, el apetito de los inversionistas por fondos basados en nombres - o ego - disminuiría. Si es así, probablemente conduciría a un mundo de fondos más estable. Pero no apuesten a que eso suceda muy pronto. Los fondos son ahora de los pocos lugares que quedan en las finanzas, donde los coloridos personajes aún se sienten capaces de bailar.
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