Hace dos décadas, James Carville, el estratega demócrata, observaba que es "la economía, estúpido" lo que importa en elecciones. Este año el slogan está tomando especial fuerza, dada la alta tasa de desempleo y el gran pesimismo económico.

Pero a medida que los políticos se preparan para las elecciones del 6 de noviembre, los inversionistas harían bien en reflexionar qué significa en realidad lo de "la economía, estúpido"; o de manera más específica, cómo la están experimentando los votantes en la realidad, en lugar de en salas de reunión o grupos de presión.

En los mercados financieros, se asume generalmente que "la economía" es algo definido por el PIB; las cifras que emocionan a los analistas son las cifras sobre inflación, digamos, o el PIB y el desempleo. Sin embargo, si una encuesta reciente de Absolute Strategy Research (ASR), un grupo económico de investigación, está en lo cierto, no son necesariamente las cifras del PIB lo que le importa a los votantes, ni siquiera la tasa de desempleo.

En cambio, un crucial (pero ignorado) factor que indica cómo se sienten los votantes es el resbaladizo tema de los precios de las viviendas. A juzgar por la encuesta de ASR, una sutil pero significativa distinción se ha abierto entre la manera en que las personas perciben los precios de las casas y la economía en general que refleja si las personas se definen a sí mismas como demócratas, republicanos, o parte del creciente grupo de "independientes".

Esta encuesta de ASR, como todas, tiene que ser manejada con cautela. Los encuestadores entrevistaron sólo a 1.000 personas esparcidas a lo largo del país (una muestra pequeña aunque típica para encuestas). Además este estudio sólo se ha llevado a cabo durante tres años, hay muy poco flujo de información y sólo cubre a gente en edad laboral.

Sin embargo, incluso permitiendo estas excepciones, los resultados son estremecedores. En primer lugar, refuerzan que las familias estadounidenses están en un pensamiento profundamente desapalancador. Sólo 49% de las familias dijeron a ASR que tenían hipotecas (10 puntos porcentuales menos que los dos años anteriores), y 29% de las familias no tienen deudas (10 puntos porcentuales más que los años anteriores). Mientras tanto, 70% de ellas dicen que la crisis financiera cambió su actitud frente a la deuda, 32% espera reducir la deuda el próximo año y otro 38% simplemente no quiere endeudarse. No es de extrañar, entonces que las deudas por tarjetas de crédito hayan disminuido y las deudas hipotecarias estén cayendo también.

Y esto refleja un verdadero sentido del dolor. ASR descubrió que el 35% de los consumidores "se preocupa mucho" por sus finanzas personales, una quinta parte de los sostenedores familiares considera su situación laboral "muy insegura", y la mitad de los consumidores tiene tanto temor que no quiere correr ningún riesgo en sus inversiones.

Pero ese miedo no es sólo en el ámbito laboral o un pesimismo económico generalizado. En cambio, como dice David Bowers, jefe de ASR, "la clave es la vivienda". Notablemente las familias que ven que sus hogares se devalúan estuvieron mucho más pesimistas acerca de todos los aspectos de la economía. Este es un grupo significativo: un tercio de los hogares dice que el valor de su vivienda vale menos de lo que pagaron por ella, y para casi la misma cantidad lo que deben es más que lo que valen hoy sus hogares.

Pero hay al menos dos puntos fascinantes. Uno es el hecho de que algunos hogares pueden ver algo de luz al final del túnel. En el verano (boreal) de 2011, 30% de los hogares se vieron afectados por las caídas en los precios inmobiliarios y 20% esperaba ver mayores precios. Ahora el ratio ha cambiado y predomina el optimismo.

Incluso, hay ciertas intrigantes distinciones políticas. Las familias que están registradas como demócratas o republicanas expresan niveles similares de ansiedad sobre seguridad laboral y finanzas (aunque los republicanos culparon de los problemas al gobierno). De cualquier manera, los "independientes" eran mucho más pesimistas en comparación con los demócratas y republicanos.

Por lo tanto, mientras 41% de los demócratas espera ser más rico en un año, sólo 28% de los independientes está de acuerdo. Y a la vez, mientras 38% de los demócratas piensa que los precios de viviendas subirán el próximo año, apenas 27% de independencia predice esto.

¿Entonces que deberían concluir los inversionistas? Una lección obvia es el grado en que el dolor económico ha creado un voto desencantado en Estados Unidos (hay más independientes que demócratas o republicanos). Pero otra es la importancia de fijarse en los precios de las viviendas. Después de todo, si los precios de las viviendas suben el próximo año, sin importar si se debe al alivio cuantitativo, modificaciones en las hipotecas, un mejorado sistema de apertura, o cualquier otra cosa, esto podría tener un gran impacto económico. A la inversa, si el mercado sigue plano, puede aflorar el enojo de los votantes.

De cualquier manera, los políticos e inversionistas serían sabios en observar los precios de las viviendas entre hoy y el 6 de noviembre. Pueden terminar siendo tan cruciales como las próximas cifras de cesantía.

COPY RIGHT FINANCIAL TIMES

© The Financial Times Ltd, 2011.