Hace 10 años, Brian Chesky y Joe Gebbia tiraron tres colchones inflables al suelo de su departamento en San Francisco, con la intención de arrendar el espacio y obtener un ingreso extra. Nathan Blecharczyk se sumó a la idea y juntos levantaron una página web donde publicaron el anuncio. Nunca se imaginaron que con esa acción estaban fundando la base de un market place de hospedaje, Airbnb, que se ha convertido en el mayor dolor de cabeza de las cadenas hoteleras en todo el mundo.
Porque los tentáculos de Airbnb rápidamente se extendieron por todo el planeta, convirtiendo a la empresa en un verdadero monstruo que hospeda hoy a 300 millones de huéspedes, en 4,5 millones de hogares, en 81.000 ciudades de todo el mundo, con ingresos por más de US$ 40.000 millones, una tajada importante de la torta de hospedaje, mercado que a nivel mundial alcanzó los US$ 550 mil millones en 2016.
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Chile no es indiferente a esta conquista. Según cifras proporcionadas por Airbnb, el año pasado la plataforma registró más de 540 mil estadías de huéspedes en nuestro país, un 151% más que las anotadas en 2016.
De acuerdo a estimaciones elaboradas por la Federación de Turismo (Fedetur), en 2016 los ingresos por concepto de arriendo de viviendas, a través de la plataforma, alcanzó los US$ 73,7 millones. Si bien las cifras del cierre de 2017 aún se desconocen, se calcula que superarían los US$ 100 millones. Nada despreciable si se considera que los ingresos de la industria hotelera en el país se acercaron a los US$ 330 millones el año pasado.
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"Hoy día, el 46% de la oferta de habitaciones en Santiago está compuesta por departamentos de Airbnb", señala el director de la Federación de Turismo (Fedetur) y Vicepresidente de Hoteleros de Chile, Mauro Magnani.
A pesar de que Airbnb fue fundada en 2008, arribó oficialmente a Latinoamérica en 2012, abriendo su primera oficina de la región en Sao Paulo, Brasil, desde ahí se extendió a Chile y Argentina.
La estrategia de Airbnb permite a los dueños de espacios infrautilizados compartirlos con los viajeros, lo que no implica únicamente una transición hacia un nuevo modelo económico, sino también un cambio cultural. Y en Chile se ha visto esa transformación, hoy existen 27.400 anfitriones activos en todo el país, y el 52% son mujeres.
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Victoria Bramati, secretaria de prensa de Airbnb, explica que en nuestro país son 38.000 los espacios que se ofrecieron en 2017, de los cuales un 35% corresponde a habitaciones privadas o compartidas. "El espacio típico estuvo ocupado durante 22 noches al año, la estadía promedio fue de 4,1 días y el tamaño promedio de cada grupo de viajeros fue de 2,8 personas", comenta.
En la compañía explican que el ranking de viajeros es liderado por latinoamericanos, seguidos por eu-ropeos y turistas procedentes de América del Norte.
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¿Por qué ha prendido tanto este negocio en Chile? El modelo de Airbnb implica que los anfitriones o personas que publican avisos en la plataforma se quedan con el 97% del precio por el cual listan su propiedad. "Según una encuesta que hicimos entre los anfitriones, el 70% comparte su casa para hacer dinero extra y un 32% cuenta con ese ingreso para llegar a fin de mes", explica, desde Buenos Aires, Victoria Bramati. Un dato aparte, estos anfitriones, en promedio, generaron ingresos anuales por US$ 1.800, poco más de un millón de pesos. En países como España esta cifra llega a cerca de US$ 4.000.
Un crecimiento exponencial
El crecimiento de Airbnb ha sido exponencial. Desde que aterrizó en Chile, las cifras no hacen más que subir, sumando cada año más anfitriones. Según un informe de la Fedetur, el 2012 la oferta de arriendo de viviendas en Santiago fue de 312, un año después alcanzaba las 576. En 2014, la cifra se dobló, llegando a los 1.300 arriendos, y en 2015 sucedió algo similar, llegando la oferta a 3.400. Sin embargo, el cambio más llamativo se produjo entre 2016 y 2017, ya que la oferta aumentó en 77%, lo que significa que de 6.200 arriendos se pasó a 11.000 en la RM.
Victoria Bramati agrega que en 2016 se registraron 216 mil llegadas de viajeros a hospedajes de la plataforma en Chile, cifra que creció 151% en 2017, alcanzando los 542 mil pasajeros. El sector hotelero tradicional recibió en 2016 a 12,6 millones de pasajeros.
La concentración de la oferta se ha encontrado desde el principio en la Región Metropolitana, de hecho, la directora de consultoría de Colliers International, Teresa Campos, asegura que la capital se lleva el 80% de los alojamientos.
Hoteles en alerta
Los cambios que ha experimentado la industria de hospedaje preocupa al mercado hotelero, ya que antes captaban el 100% de los viajeros, cifra que hoy ya no tienen.
Teresa Campos señala que los más afectados son los hoteles economy -de tres estrellas-, ya que hoy son principalmente estos los que compiten con el público de Airbnb. "Nosotros calculamos que ellos (hoteles economy) han sido los más impactados, con menores ingresos por US$ 15 millones anuales. En cambio, los hoteles de cuatro o cinco estrellas no se ven afectados". Asimismo, agrega que la ocupación ha disminuido en 5% en los alojamientos de tres estrellas, no así en los hoteles de lujo.
Según un informe de Fedetur, al comparar la tasa de ocupación de Airbnb versus los hoteles (ver infografía), se derriba el mito de que la oferta de la plataforma no afecta el desempeño de la oferta tradicional, y es que la oferta de Airbnb equivale hoy a un tercio de todos los alojamientos disponibles en Santiago.
Si la plataforma hoy es un problema, sus planes de crecimiento en la próxima década generan alarma entre los hoteleros, porque su objetivo es atacar categorías de mayores ingresos. Airbnb ha dado a conocer que quiere dar respuestas a las diferentes necesidades de los viajeros, haciendo una plataforma "para todo y todos". Por eso han lanzado nuevas categorías, desde viajes en grupos hasta una versión de lujo. Ante esto, el mercado se amplifica y podría causar aún más cambios en la industria.
En el marco de la celebración de los 10 años de la plataforma, su cofundador, Brian Chesky, hizo anuncios que encendieron aún más las alarmas, ya que reveló que la intención es en 2028 superar los 1.000 millones de huéspedes anuales en el mundo. ¿Cómo piensan lograrlo?, creando cuatro nuevos tipos de propiedades que se sumarán a las habitaciones y viviendas compartidas.
Es así como lanzaron "colecciones", que es una selección de alojamientos agrupados temáticamente. Hoy tienen disponibles ya dos tipos de propiedades: para familias y para viajes de trabajo. A ellas se sumarán próximamente temáticas como luna de miel, viajes en grupos y cenas.
Y para completar la oferta y ahora apuntar a los segmentos altos, la compañía compró el año pasado la firma canadiense Luxury Retrearts, para competir con los hoteles cinco estrellas.
La amenaza de la regulación
Según el manager, Real Estate & Construction de Deloitte, Pablo Ramírez, las cadenas hoteleras a nivel nacional e internacional han comenzado a reaccionar frente a esta oferta no regulada y al poder que tiene esta plataforma de comercialización de servicios turísticos, en donde "están ofreciendo importantes beneficios a los huéspedes que reserven directamente en sus sitios como desayunos gratis o late check out sin costo".
Y la falta de regulación es precisamente el caballo de batalla para la industria hotelera. El vicepresidente de Hoteleros de Chile, Mauro Magnani, tiene una postura tajante, "es necesario que la persona que ofrezca su hogar tenga una patente comercial, entregue factura, tenga un reglamento sanitario, elementos de seguridad, pague IVA; lo básico que debiera tener cualquier negocio", manifiesta.
Similar es la opinión de Pablo Ramírez, quien asegura que Airbnb se debería regular, porque "debemos garantizar un estándar adecuado a la relación precio-calidad que pueda, además, ser regulado jurídicamente y tributariamente".
Airbnb tiene claro que su presencia incomoda. Es por eso que desde la matriz y sus filiales se muestran abiertas al diálogo y colaboración para frenar los ruidos, razón por la cual están elaborando junto a la Comisión Nacional de Productividad (CNP), un informe con el objetivo de maximizar los beneficios de la plataforma a través de regulaciones que minimicen las externalidades negativas u otras fallas.