Un encuesta publicada en PULSO revela que 45% de los entrevistados desmejoró su percepción positiva de las empresas en 2016. Lo que muestra la medición de Go Research y la Escuela de Publicidad de la Universidad Diego Portales es preocupante y exige que tanto los empresarios en forma individual, como sus organizaciones -actualmente en proceso de cambio de sus liderazgos-, evalúen el escenario y actúen en consecuencia con este.

Desde luego ha habido situaciones reprochables de malas prácticas, como colusión o financiamiento ilegal de la política; no obstante, también el mundo de la empresa ha sido objeto de una ofensiva inclemente, amplificada en redes sociales y medios de comunicación, donde convergen ciudadanos legítimamente irritados y grupos ideologizados que conceptualmente se oponen a la libre empresa en nombre de una estrategia estatista de desarrollo, la que ha fracasado una y otra vez a lo largo de la historia.

Como país quedan muchas materias por mejorar, pero con el escaso grado de valoración de las empresas (sólo un 12% evalúa bien a las grandes compañías) será difícil avanzar. La empresa y las autoridades, en este cuadro, deben hacer todavía más para que la población comprenda que la libertad de emprender es consustancial al progreso de los países.