“Ha sido un año tremendamente complejo desde toda perspectiva. Política, económica y financiera. Probablemente no ha habido un mes en que no hayamos tenido una noticia local o internacional que no nos haya hecho poner atención y evaluar el futuro a raíz de lo que está pasando”. Así resume Manuel Olivares, gerente general de BBVA Chile, el año que recién terminó.
Desde el piso 23 de la torre A del parque Titanium en Costanera Sur, las nuevas instalaciones del grupo en nuestro país, analiza el cuadro completo del momento del país. Las confianzas, la política pública, la industria bancaria y también los planes del banco ante la creciente competencia del sector. La entrevista se realizó previo a la multa de la SBIF a CorpBanca por créditos a las sociedades cascada sobre SQM.
Su discurso es el de dejar la crítica destemplada, de bajar las revoluciones en la discusión pública, el de ser capaces de volver a la política de los acuerdos, dejar de improvisar y darle relevancia a los análisis técnicos de calidad.
El diagnóstico apunta a que la menor confianza empresarial ha sido afectada en parte por el clima político. Hubo un inédito cambio de ministro de Hacienda y el Banco Central dice que un repunte en la confianza es vital para crecer más ¿Ve un cambio en el ánimo de los empresarios?
Sería ingenuo responder que no tenemos una tarea en recuperar las confianzas en adelante. Aún falta recuperar las confianzas. En ese sentido, tenemos que trabajar todos, sin pasión. Es el minuto de dejar la pasión de lado, no podemos tener reacciones destempladas, tenemos que volver a sentarnos en una mesa y tratar de empatizar con las posiciones de las personas con que estamos conversando. Pero al mismo tiempo, tenemos que recuperar la calidad del análisis técnico. Hoy, podemos discutir puntos más o puntos menos, pero no hay ninguna duda de que este país creció en base a políticas públicas de calidad y permanentes, que tenían bien alineados los objetivos y los incentivos. Eso no lo podemos perder.
Un tema que hoy me toca porque estoy participando a solicitud de la ABIF en la mesa de productividad de la CPC. Si como país no somos capaces de recuperar el terreno perdido en productividad. Entonces, más allá de si suba o baje el cobre, nos costará mucho crecer y desarrollarnos. Tenemos un trabajo importante que hacer en productividad. Eso lo tenemos que hacer desde el sector privado, desde el sector público, desde la universidad, todos.
Si vamos a ir con críticas destempladas de que tú hiciste esto o dejaste de hacer esto otro, no vamos a avanzar en esto. El problema lo tenemos igual. Cada día somos un país menos productivo.
¿Se están haciendo los cambios para avanzar en estas políticas públicas de calidad técnica, dejar de lado las críticas destempladas?
Acá podemos discutir. Tengo, probablemente, un sentido más de urgencia en relación a que es necesario sentarse más veces, por más tiempo y con una actitud mucha más positiva para avanzar en acuerdo. Las cosas se hacen con acuerdos. Nunca uno obtiene todo lo que quiere, es muy difícil. Tenemos un entorno internacional complejo para Chile, pero también tenemos un entorno interno complejo, con pérdidas importantes de productividad. ¿Qué estamos esperando? Sobre todo, no se puede improvisar. En todo caso, tengo absoluta confianza de que el ministro de Hacienda las decisiones que está tomando son con mucha seriedad.
Para este año las proyecciones están apuntando a un crecimiento similar a 2015. ¿Espera un aumento de la tasa de desempleo que pueda tener consecuencias en los niveles de confianza y amenazar el tan anhelado repunte?
Estoy perplejo con respecto al comportamiento del empleo. Todos sabemos que ha habido un crecimiento del empleo público relevante y material, pero aun descontando ese empleo público, vemos que la tasa de desempleo que se muestra estadísticamente todavía no aumenta. Hay razones técnicas detrás, desde temas de encuesta hasta que hay gente que se retira de la fuerza laboral. Ojalá que esto siga así y sea real que exista resilencia en el empleo. Tengo dudas. Podemos entrar en la casuística, pero en materia de empleo me parece que no veo razones por las que 2016 sea mejor que 2015.
¿Por qué?
Básicamente por la falta de inversión. Hay caída de la inversión, hay menos proyectos de inversión y eso debe tener impacto en el empleo.
¿Cuándo lo vamos a ver?
Ojalá no lo viéramos, pero si lo vemos, que sea lo más leve posible. Me parece que sería un poco ingenuo pensar que no lo impactará.
Es decir, económicamente 2016 se ve difícil...
Todavía nos queda un 2016 complejo. El escenario económico es complejo. Hay temas de volatilidad, aumento de tasas en Estados Unidos, el precio de los commodities y sobre todo la incertidumbre. Hay una tasa de descuento que es mayor por la incertidumbre.
¿Cuáles son las mayores incertidumbres además de las internacionales que mencionó?
Está la incertidumbre propia de hacer negocios. Pero a eso hay que sumar la incertidumbre que involucran una serie de materias que están en reformas. Hasta donde conozco, todavía no tenemos claridad sobre la reforma a la reforma tributaria. La decisión natural y entendible de una persona cuando lee eso es decir, “espero”. La reforma laboral, no deja de ser una tremenda pregunta por delante. También creo que el ministro del Interior (Jorge Burgos) ha hecho esfuerzos importantes por conducir el proceso constitucional, pero nuevamente tienes incertidumbre. Todo eso se empieza a observar en créditos de consumo. Hoy la gente está más cauta para endeudarse. Hemos visto que habiendo crédito disponible para algunas personas, no toman los mismos montos que tomaban un tiempo atrás. En mi calidad de presidente de Forum, las ventas de autos nuevos volverán a caer un 10% más, estaremos hablando de un mercado en torno a 260 mil autos. Eso es menos inversión. Pensar que podamos tener un 2016 mejor que 2015 me cuesta creerlo.
En ese escenario de incertidumbre, la industria bancaria aún no cuenta con una norma que permita modificar el precio de los contratos, el llamado “consentimiento expreso”. ¿Qué efectos ha tenido esto en el sector?
Repasemos un poco. Hubo una norma que la tenía la SBIF, que la derogó. Luego hubo un borrador de un reglamento que no quedó en nada. Esto es incertidumbre, paraliza. Este tema del consentimiento trae mayor costo de transacción, trae que de facto para el stock tienes los precios congelados. Pero cuando están congelados no solamente no suben, tampoco bajan. Entonces, la competencia se limita. Y nosotros, como entidad financiera, queremos clientes protegidos pero también competir más por estos clientes. Pero también debemos bancarizar más. Pensar que como país tenemos la tarea cumplida en materia de bancarización me parece ingenuo. Solucionar incertidumbres como la forma de consentimiento es clave. En una industria de contratos masivos, tienes que pensar en economías de escala. Pensar en un consentimiento expreso de cada cliente para cambiar comisiones, me parece que es imposible.
¿Qué están haciendo como banco, están trabajando con esta variable fija a perpetuidad?
Está congelada esa variable y haces una mezcla con el stock y el flujo.
Le cobran más caros a los nuevos…
Es que en el caso de nosotros, que somos un banco en crecimiento, no podemos. Seguimos teniendo desafíos pendientes, y uno de ellos es aumentar el número de clientes en todos nuestros segmentos. No me puedo dar el lujo de cobrar más.
Mencionaba que aún persiste el desafío de bancarizar, pero se ve difícil con una tasa máxima convencional menor y requerimientos de capital más altos.
Por cierto que se dificulta. Podremos argumentar y discutir sobre el número, pero qué duda cabe que una reducción tan drástica como la que se ha observado ha tenido impacto en la bancarización. Los ha tenido. La bancarización ha disminuido.
¿Es necesario que la autoridad revierta en algo la tasa máxima?
Como país tenemos el desafío de seguir bancarizando. Y si bien el tema de la TMC puede ser para un bonito titular, probablemente mucho más importante es tener reglas del juego claras, certidumbre, información consolidada de deuda.