Acompañó a la Presidenta Michelle Bachelet en los cuatro años de su Gobierno, primero como subsecretario de Previsión Social y luego como ministro de Desarrollo Social. De ahí que Marcos Barraza -sumado a su condición de activo militante del PC- sea defensor del legado reformista de la saliente administración. En una de sus últimas entrevistas antes de dejar La Moneda, Barraza muestra un discurso más político de lo habitual, cargado de duras críticas a la derecha que desde el 11 de marzo será oficialismo, y anticipa que ejercerá una oposición activa para tratar de volver a gobernar en cuatro años más.

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¿Cómo han sido los últimos cuatro años?

-Intensos. Los desafíos que se establecieron como compromiso en el programa de gobierno abarcaban diferentes ámbitos, políticas para personas con discapacidad, pueblos indígenas, adultos mayores, pobreza, un fuerte énfasis en la construcción de instrumentos para la política pública, la Casen, el registro social de hogares y las políticas de calle. Ha sido un período muy intenso, pero muy satisfactorio, de muchos logros de la Presidenta Michelle Bachelet. Es indudable que el país que se entrega en 2018, después de cuatro años de gobierno es un mejor país. Y uno eso lo aprecia en diferentes temas y también en el afecto y en el cariño que la gente le expresa a la Presidenta. Este es un Gobierno de impacto ciudadano que ha mejorado la calidad de vida de las personas, de las familias y de las comunidades. Y así como se siente hoy día, se va a dejar sentir con más fuerza en el próximo tiempo.

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¿Por qué cree que pese a la lucha que dio contra la desigualdad Bachelet, el candidato continuador (Guillier) no fue respaldado en las elecciones?

-Nuestro Gobierno es altamente exitoso en los propósitos de mejorar la calidad de vida de los chilenos. Vamos a concluir el Gobierno con 300 mil jóvenes en la gratuidad en la educación superior, con una institucionalidad que lo respalda. Vamos a concluir con la infraestructura hospitalaria más grande que se haya hecho en décadas, con 900 mil nuevas viviendas tanto para sectores vulnerables como de clase media. Incrementamos el subsidio único familiar, creamos la ley de inclusión laboral y la ley de etiquetado de alimentos, que en su momento fue criticada por la derecha, pero que es valorada mundialmente porque tiene un impacto en la calidad de vida de los niños y niñas. Son políticas estructurales que muestran una coalición como la Nueva Mayoría exitosa en el cumplimiento de las mismas. Desafortunadamente la Nueva Mayoría no actuó con unidad para la elección y lo que prevaleció fue la fragmentación por sobre la unidad. No me cabe la menor duda que este país culturalmente, socialmente y políticamente sigue siendo de centroizquierda. Lo que creo es que las identidades de los partidos primaron en la elección presidencial por sobre tener una centroizquierda cohesionada para enfrentar a la derecha. No creo que la derrota esté asociada a la gestión y los logros alcanzados, creo que eso es muy valorado, creo que no tuvimos la capacidad de gestionar una política unitaria.

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¿Y el Gobierno tiene alguna responsabilidad en la derrota por no haber liderado a la coalición?

-Lo central es que la implementación de este programa de Gobierno y los logros muestran una alta capacidad de liderazgo y coordinación por parte del Gobierno.

Desde el 11 de marzo, ¿cómo va a ejercer oposición?

-Voy a cumplir un rol en la política como siempre lo he cumplido. Soy miembro de la comisión política de mi partido, desde la oposición voy a trabajar por la unidad de la centroizquierda. La Nueva Mayoría no fue capaz de actuar con unidad en las elecciones. Hay que trabajar en la oposición que ahora es más diversa y lo importante es que sin aspiraciones maximalistas en el corto plazo, pero sí con vocación democrática, vayamos construyendo los escenarios que permitan tener una centroizquierda que se fortalezca y nos permita enfrentar las próximas elecciones con un carácter unitario. Soy un convencido de que cuando la centroizquierda se ha unido en este país y tiene vocación de transformación, le hace bien a Chile. Soy un convencido de que la derecha tiene un ADN que no está puesto al servicio de las mayorías y de los intereses sociales, está puesto en la concentración y acumulación y esa es una diferencia de fondo. Me sitúo desde la oposición trabajando activamente por hacer de Chile un país más democrático.

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¿La próxima oposición la haría tanto con la DC como con el Frente Amplio en un macrobloque?

-Una oposición sólida que tenga vocación de conducir el país no pude excluir al centro ni a la izquierda. El proyecto que venga debe partir de la premisa de que el centro y la izquierda son necesarios para ir provocando cambios en el país en clave ciudadana.

Su compañero de partido Daniel Jadue dijo a Pulso que el Frente Amplio está a la derecha del PC.

-Vivimos tiempos donde hay que reconstruir alianzas. Pondría el énfasis en lo que nos une más que en lo que nos separa. En mi opinión la derecha no le hace bien al país. Mi foco está puesto en construir propósitos comunes en la centroizquierda, no en lo que nos fragmenta.

¿Le gustaría después llegar al Parlamento?

-Todo eso es prematuro, estamos terminando recién la conducción desde el ministerio y hay que dedicarse a trabajar con mucha pasión para que las políticas de la Presidenta Bachelet no retrocedan, más bien se consoliden, y pensar en cuatro años más que el gobierno de la derecha fue un paréntesis.

¿Cómo vio los dichos de su sucesor Alfredo Moreno respecto de que el MDS puede ser la plataforma para que la centroderecha sea un contendiente serio en las elecciones?

-Vi que después él se autocorrigió, en el sentido de que no había que instrumentalizar las políticas públicas para opciones electorales. Me quedó con la segunda frase.

¿Fueron errados los primeros dichos de Moreno?

-No quiero calificar, lo importante es tener claro que las políticas públicas que llegan directamente a las familias, comunidades y personas que tienen que ver con la protección social, hay que visualizarlas como políticas de Estado y no tienen que estar mediadas por otras consideraciones.

"Sería regresivo renunciar al Convenio 169. Sería un punto de ruptura con los pueblos indígenas"

¿En materia de pueblos indígenas, el futuro ministro Moreno afirmó que faltaba claridad de los beneficiarios y recursos totales de la política de entrega de tierras?

-Nosotros sí tenemos una información desagregada que clarifica cuáles son los alcances de la política de tierras. Durante el Gobierno de la Presidenta Bachelet se han invertido del orden de $254 mil millones para la restitución de tierras. Entre 1994 y 2016, son un poco más de 17 mil familias las que han sido beneficiadas. Y en estos cuatro años son del orden de 8 mil familias. Estamos hablando de, entre 45% y 47%, de impacto durante nuestro Gobierno.

Respecto al Convenio 169, ¿usted hace una buena evaluación de su funcionamiento ante las críticas que ha tenido?

-Las consultas realizadas mediante el Decreto 66 y el Decreto 40 han viabilizado en muchos casos los derechos de los pueblos indígenas y los ha armonizado con el desarrollo del país. Hay que tener presente que ambos decretos fueron elaborados en el primer gobierno de Piñera. O sea, el cuestionamiento que se hace al mecanismo es el del mismo sector que creó esos dos decretos. Entonces, cuando se dice que hay poca claridad, es la poca claridad que generó el mismo sector. No nuestro Gobierno.

¿Y en ese sentido, usted coincide o no en que pudiera tener algún espacio de perfeccionamiento?

-Creo que sí hay un espacio de perfeccionamiento. La modificación del Decreto 66 y del Decreto 40 supone consulta, porque fueron elaborados con procedimientos de consulta. Es debatible cuán rígido o abierto pueden ser en términos participativo. La OIT tiene una buena valoración del Decreto 66 en términos de las cinco etapas que fija. Hay pueblos indígenas que valoran las cinco etapas, porque establecen incidencia y deliberación para los acuerdos. A otros les parece que debiese ser más flexible en el sentido de propiciar más participación, pero menos deliberación. Esa es una discusión que tiene que ser bien profundizada.

Ante esto, ¿espera que la próxima administración bajo ningún escenario renuncie a este convenio?

-Sería regresivo renunciar al Convenio 169. Sería un punto de ruptura con los pueblos indígenas. El Convenio 169 es mucho más que el procedimiento de consulta, pues establece derechos políticos de los pueblos indígenas. Lo ideal es que se vaya profundizando en su desarrollo y despliegue.