La semana pasada, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) dio a conocer por primera vez cifras oficiales de empleo informal en el país. Estas revelaron que en el trimestre octubre-diciembre de 2017, la tasa de ocupación informal llegó al 30%, cifra que es similar a los niveles que muestran países como Costa Rica y Uruguay. Por zonas geográficas, La Araucanía es la región que exhibe el mayor registro en el período, con una tasa de 40,4%. Por edad, el grupo etario que lidera es el de los jóvenes entre 15 y 24 años, con un 38,2%. En tanto, los asalariados anotaron una tasa de informalidad de 17,5% en el trimestre analizado. Si bien es destacable que exista mayor información relativa al empleo, es un hecho que con ello el país salda una deuda, debido que se estaba quedando atrás en cuanto a tener datos oficiales sobre el comportamiento y características de la informalidad laboral dentro de la región latinoamericana.
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Pero junto con la cifra, lo importante es el concepto que engloba la informalidad y que se refiere a todos los ocupados dependientes que no cuentan con cotizaciones de salud ni previsión social. Es así como en el caso de los trabajadores por cuenta propia -categoría que ha mostrado un fuerte crecimiento desde hace ya un buen tiempo-, la tasa de ocupación informal llegó a 65,6% en el período, siendo para los hombres de un 63,5% y de 68,3% para las mujeres.
La precariedad de este tipo de ocupaciones hace que sea absolutamente necesario adoptar medidas suficientes para que la tasa informada no suba, en especial cuando la cifra ya da cuenta de una tendencia al alza, según lo analizado por el INE desde el año pasado: 29,4%, en el trimestre móvil julio-septiembre, 29,6% en agosto-octubre; y 29,9% en septiembre-noviembre.
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