Hace unas semanas un coro de mariachis cantaba una serie de melodías a medida que el sol salía en Ciudad de México. Pero el escenario no era una cantina o plaza de la ciudad. Las canciones se oían a todo volumen desde la bolsa de comercio de México (BMV) y la audiencia era una horda de banqueros celebrando la apertura de Santander México, el brazo local del banco español.

El acuerdo no sólo marcó una exitosa apertura a bolsa, sino que también el comienzo de una era más dinámica para el mercado de acciones del país.

Desde Santiago, Chile, donde el IGPA ha subido 3% en lo que va del año en dólares, a Colombia, donde el índice IGBC de Bogotá ha subido 13%, las bolsas latinoamericanas están teniendo un año sólido. De hecho, con el Merval de Argentina subiendo 2,47%, el índice general de Lima, 8% y el de Costa Rica, 7%, el único rezagado es Brasil, donde el índice Bovespa ha subido sólo 0,7%.

Detrás de estas alzas hay fuertes fundamentos macroeconómicos. Perú, Colombia y México se han sumado a Chile como brillantes ejemplos  de manejo económico prudente. La inflación está en cifras de un dígito, los déficit fiscales, si es que existen, son bajos y las reservas internacionales están en máximos históricos. Según el Fondo Monetario Internacional, Latinoamérica y el Caribe crecerán 3,2% este año y 3,9% el próximo.

Un segundo factor es que los sistemas de pensiones privados se están transformando en motores más importantes de inversión. En Chile, que tiene el sistema de pensiones mejor establecido, los activos totales equivalen a 60% del PIB, según la OCDE. Eso es considerablemente superior que Dinamarca y sólo detrás de Canadá.

En México, el sistema privado de pensiones recién comenzó en 1997, una década después que el sistema chileno. Pero con activos totales equivalentes a 13% del PIB, según la OCDE, el sistema se ha convertido en un inversionista importante en el mercado accionario.

En conjunto, plantea Stacy Steimel, directora gerente para Latinoamérica del gestor de fondos PineBridge Investments, la suma de los fondos de pensiones y fondos mutuos es cercana a US$2 billones (millones de millones) en comparación con los apenas US$400 mil millones en 2005. “El auge de los fondos de pensiones ha dado un real empuje a los mercados”, planeta Steimel.

Ese empuje ha tenido lugar no sólo gracias al creciente tamaño de los activos de los fondos de pensiones, sino también a los progresivos cambios de reglas en la región, que permiten que los fondos compren acciones locales.

Según Consar, el regulador de pensiones mexicano, los fondos de pensiones domésticos invierten más de 7% de sus portafolios en acciones y otros activos de renta variable en comparación con menos de 1% en 2005. “Ahora tenemos una base de inversionista institucional”, planteó Téllez de BMV. “Es un enorme éxito en términos de desarrollar los mercados de capitales”.

Los mayores volúmenes que se están invirtiendo hoy -cerca de 20% de los activos de fondos de pensiones y fondos mutuos de América Latina están invertidos en acciones en comparación con el 14% en 2003- han hecho a las bolsas regionales más atractivas para las empresas que buscan recaudar capital a través de ofertas públicas iniciales y secundarias.

El incremento en los volúmenes de inversión ha dado paso a una mayor conectividad entre las bolsas, lo cual conlleva ventajas en facilitar el acceso a los mercados de empresas listadas.

Will Landers, director gerente y gestor de cartera en BlackRock, dice que si bien la aparición de compradores institucionales con un foco de largo plazo es buena para reducir la volatilidad, sigue habiendo insuficiente liquidez y pocas aperturas a bolsa en Colombia, Perú y Chile para hacerlos interesantes como Brasil o México.

Para muchos inversionistas, el cambio ya está aquí. “Las acciones latinoamericanas solían ser sólo Brasil y México. Hoy, la emergencia de un tercer mercado real ha creado un triángulo”, plantea Steimel.

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