Europa tendrá que "trabajar muy duro" para mantener el sistema de bienestar más generoso del mundo y permanecer globalmente competitiva, planteó la canciller alemana, Angela Merkel, en una entrevista con Financial Times.

La clave para la capacidad de Europa de sobrevivir al desafío de la globalización es gastar más en investigación y educación y revisar sus impuestos y mercados laborales para restaurar la competitividad, afirmó.

Una impenitente Merkel, vista por muchos europeos como la autora de la excesiva austeridad para frenar la crisis de deuda en la eurozona, dio a conocer en la cumbre de la Unión Europea la semana pasada en Bruselas su determinación de ver a sus socios comprometerse a hacer más reformas estructurales, a través de contratos vinculantes.

No se alcanzó un acuerdo final, pero los detalles de tales contratos entre países de la eurozona y la Comisión Europea supuestamente debieran finalizarse en los próximos seis meses.

La canciller fue a Bruselas en busca de acuerdo sobre las normas para impulsar la competitividad como un gran paso hacia una coordinación económica más cercana.

"Si Europa hoy representa apenas sobre el 7% de la población mundial, produce cerca de 25% del PIB global y tiene que financiar 50% del gasto social mundial, entonces es obvio que tendrá que trabajar mucho para mantener su prosperidad y manera de vivir", sostuvo Merkel. "Todos tenemos que parar de gastar más de lo que ganamos cada año".

Aunque Merkel estuvo a punto de sugerir que un techo del gasto social podría ser una norma para medir la competitividad, lo insinuó, a la luz del creciente gasto social a medida que la población envejece. De hecho, dice que Alemania está enfrentando uno de sus mayores desafíos demográficos. Incluso si un país controlaba su deuda y déficit pero dedicaba todo su presupuesto a gasto social y nada a investigación, crearía malas condiciones para que las empresas fueran globalmente competitivas.

La canciller no logró total acuerdo para su postura en la cumbre de la semana pasada, ni siquiera del presidente francés, François Hollande, quien insistió que los contratos para "competitividad y crecimiento" no serían obligatorios para todos los miembros de la eurozona.

Pero Merkel rechazó la sugerencia de que el tradicional "motor" franco-alemán para una integración europea no estaba funcionando de manera adecuada desde la elección de Hollande en mayo.

"Aunque representamos a diferentes países y tenemos diferentes antecedentes políticos, siempre encontramos soluciones en conjunto", dijo. Merkel ve su relación como una "gran coalición" entre su partido Unión Democratacristiana de centroderecha y la centroizquierda Democracia Social en Alemania. Ella lideró tal gobierno desde 2005-09 y podría verse forzada a hacerlo de nuevo tras las elecciones generales del próximo año.

En la cumbre de Bruselas, sin embargo, quedó claro que Merkel y Hollande tenían prioridades diferentes.

El presidente galo ha querido ver un presupuesto generoso acordado para reavivar el crecimiento en los estados miembros golpeados por la recesión. Merkel insistió en que cualquier financiamiento como ese debiera ser modesto, "limitado en tiempo y de proyectos específicos", totalizando no más de €10 mil millones a €15 mil millones.

La canciller dijo que su experiencia como ciudadana que vivió el colapso del comunismo en la República Democrática Alemana había formado su pensamiento político.

"Nosotros fuimos testigos en la RDA y en el sistema socialista completo de que una economía que ya no era competitiva negaba a la gente la prosperidad y finalmente llevó a gran inestabilidad", aseguró.

"Encuentro preocupante que mucha gente en Europa simplemente asuma que, junto con Estados Unidos, Europa entrega el único marco de referencia para el mundo -que Europa es tradicionalmente fuerte y que el mundo nos mira. Han emergido otros modelos: China, India, Japón, Brasil y serán acompañados por otros países que están trabajando duro y mostrando ser innovadores".

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