Durante este mes el juego de adivinanzas se está intensificando en España. Pero el tema no es sólo el tamaño de los préstamos tóxicos de los bancos españoles. La verdadera incertidumbre para los inversionistas es la mentalidad del gobierno de Mariano Rajoy. ¿Va Madrid a apretarse el cinturón ante las presiones externas y pedir un rescate? ¿O el revés interno va a ser demasiado grande? En otras palabras, ¿qué nivel de humillación pueden soportar el gobierno y el pueblo de España?

Para Dennis Smith, un prominente sociólogo histórico británico, la pregunta es significativa a lo largo de la eurozona. Como explicó en una reciente conferencia de sociología, una manera para que los políticos y accionistas tengan noción de la trayectoria de la eurozona es mirar cómo opera la humillación en términos psicológicos y culturales.

HUMILLACIÓN EN LA HISTORIA EUROPEA
Después de todo, argumenta Smith, una característica definitoria de la experiencia post-guerra europea fue que la unión "siempre se presentó a sí misma como un régimen post-humillación". Se forjó para curar las heridas de la Segunda Guerra Mundial y por esto "libertad e igualdad eran altamente valoradas, así como el espíritu de fraternidad". Pero desde que explotó la crisis financiera, "la humillación ha vuelto a Europa en gran escala". Al interior de las naciones, los grupos débiles han sufrido dolores económicos y a lo largo de la eurozona, países más débiles están siendo humillados de un modo que era tabú en el período de humillación-post-guerra. Incluso más choqueante que este cambio, dice el profesor Smith, es la variedad de respuestas de países como Grecia e Irlanda, mientras tiemblan de la humillación.

Para entender esto, vale recordar que los psicólogos creen que el proceso de “humillación” tiene atributos específicos, cuando penetra en las personas. A diferencia de la vergüenza, la humillación no surge internamente; en cambio, lo fundamental de la humillación es que se lo hace alguien a otra persona. Típicamente ocurre en tres pasos: primero hay una pérdida de autonomía, o control, luego una degradación de estado y finalmente, una parcial o completa exclusión del grupo.

Este proceso de tres pasos usualmente genera respuestas específicas de los individuos. Mecanismos de corto plazo para superarla incluyen huir, revelarse y la disociación. Entre las respuestas a largo plazo destaca la “aceptación” (vía escape o consenso, para usar la jerga) o “desafío” (por medio de la venganza y resistencia).

Tal jerga psicológica puede sonar irritantemente abstracta. Pero así como los inversionistas pueden a veces tener noción de las crisis del mercado al pensar en el ciclo de cinco pasos para superar el dolor humano (negación, enojo, negociación, depresión y aceptación), mirar la psicología de la humillación puede ser revelador para la eurozona. Esos países periféricos, después de todo, han experimentado una pérdida de control, un detrimento de categoría relativo y una exclusión procesos de toma de decisiones (si no el euro actual, o aún no).  Y sus estrategias de superación han seguido vías clásicas, moldeadas por historias nacionales.

Smith cree, por ejemplo, que Irlanda ya tiene grandes mecanismos culturales para luchar contra la humillación, habiendo vivido bajo el dominio británico en las décadas pasadas. Este hábito de perdedor fue interrumpido brevemente por el boom crediticio, pero no muy brevemente como para hacer olvidar a los irlandeses esos hábitos. Así han respondido a la última humillación con escape (p.e. emigración), conciliación pragmática (reforma) y cumplimiento desafiante (mezclado con humor).

“Esta tácticas exhibe la supuesta identidad degradada como una especie de pancarta, con asombro o desdén, mostrando que tener esa etiqueta es soportable”. Por ejemplo, dijo, los fans irlandeses, a punto de volar a ver el campeonato de fútbol europeo, en junio de 2012, desplegaron una bandera irlandesa con la frase: “Angela Merkel cree que estamos trabajando”.

No obstante, Grecia ha estado históricamente marcada por un alto nivel de orgullo nacional. “Durante 25 años de prosperidad, muchos ciudadanos griegos han sido rescatadas por la expansión del sector público… Ellos han enterrado el pasado doloroso en el olvido y se han acostumbrado a un presente cómodo (ahora el pasado reciente)”, asegura Smith.

Con todo, la humillación actual y el ajuste del sector privado han sido un shock profundo. En lugar de una conciliación pragmática, “un deseo de venganza es una respuesta mucho más prominente que en Irlanda”, contó, destacando cómo “los políticos son atacados físicamente en las calles. Grandes edificios públicos han sido quemados. Los políticos alemanes son caricaturizados como Nazis en la prensa… la derecha radical y la izquierda radical, ambas, están resurgiendo”.

La investigación de Smith no intentó poner a España en el diván. Pero sospecho que la nación es más cercana a Grecia en su instinto que Irlanda, la humillación no es algo en lo que España haya tenido mucha experiencia “lidiándola” en el pasado. Sin importar si España está de acuerdo con esto o no, el tema clave aquí es: si Angela Merkel o los otros líderes de la eurozona quieren buscar una solución viable, necesitarán empezar a pensar más con respecto a la palabra “h”. De otra manera, las psicologías nacionales podrían volverse más patológicas.

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