DICEN que México es mágico. Y parecería serlo en cuanto al paso del tiempo; o mejor dicho en que el tiempo parece haberse detenido. Es decir, hoy nos enfrentamos exactamente a las mismas dudas que hace uno y dos años: el futuro de Nafta, ¿quién sucede a Peña Nieto y qué querrá decir todo esto para México?
Pero por otro lado, lo más probable es que en meses estos temas se habrán esclarecido. Porque, queramos o no, el tiempo pasa y nos obliga a enfrentar los retos sí o sí. El electoral, por puro calendario, aunque con la ventaja de Andrés Manuel López Obrador (entre 10 y 15 puntos) parece haberse resuelto ya y por más que quiera el mercado que Meade o Anaya remonten, se ve difícil.
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Y el mercado parece haberlo digerido, aunque queda saber si el AMLO moderado que hoy nos venden es el producto final y si el Congreso tendrá un sesgo a su favor o en su contra. Hoy el mercado supone que gana, que en efecto se ha mesurado y que en todo caso tendrá limitantes institucionales que reduzcan sus grados de libertad. Ojalá así sea.
Donde las cosas parecen resolverse con mayor ventaja es en el Nafta: las señales de humo sugieren que habemus foedus, que hay tratado. Resulta que quien ahora teme al resultado electoral son los estadounidenses (las encuestas indican que el Partido Demócrata se perfila para recuperar la cámara baja), por lo que tienen prisa de llegar a un acuerdo en las próximas semanas. Esto explica la exclusión de México y Canadá de los aranceles acereros y el retiro por parte de EEUU de su exigencia de incluir un contenido mínimo estadounidense en el sector automotriz. Hoy pensamos que la probabilidad de llegar a un Nafta 2.0 antes de julio es alta, incluso mayor al 50%.
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Así las cosas, México hoy enfrenta al panorama más certero desde que Trump empezó a liderar las encuestas por el Partido Republicano hace más de dos años. Mientras, la economía sigue creciendo al 2%-3%, con la inflación finalmente a la baja y en aras de que las tasas comiencen a bajar en la segunda mitad del año y a lo largo del 2019. Las dudas persisten, pero por primera vez se vislumbra el final del camino y aunque éste no sea precisamente el soñado por los optimistas, tampoco es el vaticinado por los misántropos. Y mientras tanto, los mexicanos y su economía siguen su camino, capeando retos y osando ser optimistas.
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*El autor es estratega para México de BTG Pactual