Pocas ocasiones hemos visto un año tan coyuntural para México como el 2018, con dos grandes fuentes de incertidumbre: (i) la renegociación del NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte, por sus siglas en inglés) y (ii) las elecciones presidenciales de julio.

¿Podría ser el final del NAFTA? ¿Cuáles serían las consecuencias? El escenario base es el más lógico: el tratado no terminará debido a sus beneficios económicos (se estima que genera 5 millones de empleos en Estados Unidos), pero la negociación no será rápida. El NAFTA original tardó 4 años, por lo que esperar acuerdos en sólo unos meses parece irreal.

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La aprobación de la reforma tributaria en Estados Unidos le da a Donald Trump un respiro para las próximas elecciones intermedias en su país, con lo que el NAFTA podría perder foco.

También falta todavía ver si Trump por sí sólo puede terminar con el tratado. Él puede ciertamente activar el Artículo 2205, pero si lo hace sin el consentimiento del Congreso habría controversias constitucionales que tomarían tiempo. Hoy el Congreso no apoya la salida del NAFTA.

El segundo tema es la elección presidencial ¿Ganará Andrés Manuel López Obrador (AMLO)? ¿Cuáles serían las consecuencias? Los nombres de los candidatos parecen estar ya bastante claros: AMLO por el partido MORENA (31% de preferencia en las encuestas), José Antonio Meade por el PRI (20%) y Ricardo Anaya por el PAN-PRD (19%).

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AMLO al frente de las preferencias preocupa por su ideología populista, que hace difícil saber qué esperar de él a pesar de que ya fue gobernador de la Ciudad de México. Su liderazgo en las encuestas, además del discurso populista, también tiene que ver con ser la alternativa para aquellos segmentos hastiados de gobiernos ineficaces y corruptos.

Ya se reunió con inversionistas en Nueva York, con un discurso que calmó un poco los ánimos al enfatizar el combate a la corrupción, el equilibrio fiscal y apoyo al NAFTA. Pero localmente su discurso es algo diferente: habla de cancelar el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, de revertir la reforma energética e incrementar subvenciones.

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En fin, incertidumbre y volatilidad es el nombre del juego para México en 2018. La inversión se ha frenado y los activos mexicanos se han abaratado, lo que sería una oportunidad en caso de que alguno de estos escenarios no se materialice.

El autor es CIO de la Oficina de Compass Group México