Es domingo 15 de diciembre de 2013. Michelle Bachelet Jeria, madre de tres hijos, soltera, médico, socialista, ex ministra, ex presidenta, ex directora de ONU Mujeres sube hasta el escenario ubicado en el frontis del Hotel San Francisco en el centro de Santiago. Tras nueve meses de intensa campaña celebra con las manos en alto: es la nueva presidenta de Chile.
En esta misma fecha hace un año Bachelet caminaba como cualquier ciudadana por las calles de Nueva York donde vivió por más de dos años. Su conexión con Chile, sin embargo, se mantenía viva. Luego de tres años de la derrota de la Concertación en las urnas en manos de Eduardo Frei, su liderazgo continuaba siendo el único capaz de competir con holgura la disputa por el sillón presidencial y la presión por parte de su coalición para que regresara era cada vez más fuerte.
Y es que en marzo de 2010, tras cuatro años de gobierno, Bachelet se retiraba de La Moneda con un 84% de evaluación positiva, convertida en una de las principales líderes de la nueva oposición y con una inminente nueva carrera presidencial en la mira.
El día que le entregó la banda presidencial a Sebastián Piñera tras la derrota de la Concertación, cerca de ochocientas personas llegaron hasta el frontis del palacio presidencial para despedirla con pañuelos blancos. “Bachelet 2014” fue una de las frases más escuchadas esa mañana. Atrás quedaban los 1.460 días en los que estuvo al mando del país, donde debió sortear dos terremotos, la crisis del Transantiago, el inicio del movimiento estudiantil, la muerte de Augusto Pinochet y la crisis subprime. Su cercanía con la gente, sin embargo, nunca disminuyó, pese a haber tenido un alto rechazo en el primer año de su gobierno, lo que la llevó a desarmar su gabinete paritario y técnico.
Fue esa misma adhesión ciudadana la que le permitió convertirse en marzo de 2006 en la primera presidenta mujer en la historia de Chile y de Latinoamérica. Su carrera política, sin embargo, se había iniciado de manera activa durante el gobierno de Ricardo Lagos, cuando asumió como ministra de Salud y posteriormente como titular de Defensa, cargo que siempre había estado en manos de hombres. Fue ahí donde se comenzó a perfilar como presidenciable al interior de un bloque donde las mujeres históricamente se habían mantenido en la segunda línea política.
Pese a asegurar que no pretendía repetirse el plato, su sentido de “responsabilidad política” la llevó a retornar a Chile, aseguran en la Nueva Mayoría.
EL ESPERADO REGRESO
La primera semana de marzo de 2013, un equipo audiovisual contratado por Rodrigo Peñailillo viajó hasta Nueva York para grabar la última semana de Bachelet al mando de ONU Mujeres. A esas alturas la decisión ya estaba tomada: Bachelet se convertiría por segunda vez en candidata presidencial.
El viernes 16 de marzo de 2013, durante la 57° Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, la ahora presidenta hizo un alto en su intervención para entregar unas palabras: “Ahora una nota personal. Esta es mi última Comisión para el Estatus de la Mujer. Por razones personales vuelvo a mi país”, aseguró visiblemente emocionada.
El material visual grabado ese día se convertiría días más tarde en el video de presentación de su candidatura presidencial y posteriormente en parte del material utilizado en la franja presidencial de la elección primaria, donde luego de enfrentarse a tres candidatos, logró consolidarse como la única abanderada de la Nueva Mayoría por amplio margen.
Desde su regreso al país Bachelet construyó a su alrededor un círculo de hierro que la acompañó durante los nueve meses del desarrollo de la campaña. Durante todo este tiempo, sólo un reducido grupo de personas manejó la agenda de la candidata presidencial y opinó y diseñó los pasos de la campaña.
En el comando de avenida Italia sólo Rodrigo Peñailillo, María Angélica Álvarez, María Eugenia Paris, Robinson Pérez y Paula Walker entran a la oficina de Bachelet sin tocar la puerta. Un poco más atrás, pero con igual de cercanía se encuentran: Alberto Arenas, Álvaro Elizalde y Jorge Pizarro -hijo del senador DC- quienes participan de decisiones más generales de la campaña. Son ellos quienes establecen el contacto con los partidos políticos que apoyan su opción.
A diferencia del resto de las candidaturas presidenciales de la Concertación en el pasado, esta vez las colectividades tuvieron un casi nulo rol e incidencia en las decisiones de la campaña, lo que le ha significado un sinnúmero de críticas, las que nunca parecieron importar en el comando presidencial.
Y es que este cuestionado hermetismo responde únicamente a la forma en que la propia Bachelet espera que se realicen las cosas en su equipo. “Quien habla se va”, aseguran en avenida Italia. Las teorías respecto a esto son varias; que mucha gente opinó en su anterior paso por La Moneda, que su pasado común con varios de los miembros de su equipo en época del régimen militar, la llevó a exigir silencio y lealtad a sus más cercanos, que tras su experiencia en ONU Mujeres hoy se siente mucho más segura de su decisiones.
Especulaciones más o menos, lo cierto es que hoy inicia un nuevo periodo al mando de Chile. Tras más de 250 días de campaña, Bachelet este próximo 11 de marzo hará ingreso a La Moneda convertida en la primera presidenta reelecta tras el retorno a la democracia. Esta vez, sin embargo, con muchas más expectativas respecto de cómo será su segunda gestión.