Podría ser pura pretensión, pero cuando Evo Morales asegura que "la estabilidad económica del Bolivia es un ejemplo en mundo", hay cifras que lo respaldan. Desde que asumió la presidencia en 2006 el país experimenta un dinamismo que destaca en el vecindario y contrasta radicalmente con el de sus amigos venezolanos. Esto ha permitido avances significativos para los ciudadanos del Estado Plurinacional, cuyo consumo se ha convertido en un componente importante de la economía.

"El caso de Bolivia es muy interesante, porque es un gobierno populista de izquierda que ha mantenido un manejo ortodoxo de su economía", señala a Pulso, Sergio Guzmán, analista de Control Risks, quien destaca que el país "se sostuvo pese a la crisis de los precios del petróleo que hubo en los últimos dos años y las perspectivas de crecimiento siguen siendo buenas".

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Los números

Casi todas las cifras juegan a favor de la administración Morales. En estos doce años la economía ha crecido 4,9% anual, superando con creces el promedio regional de 2,7% y triplicando su PIB desde US$11.520 millones hasta los US$37.776 millones actuales.

En el detalle, la economía del país andino también destaca. La inflación registró un alza de apenas 2,7% en 2017, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) del país, la cifra más baja en 10 años, mientras el mercado laboral se fortalece.

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"Cuando llegamos al gobierno la tasa de desempleo era de 8,1%, ahora tenemos 4,8% (...) Estoy seguro de que vamos a seguir bajando", subrayó Evo Morales en el discurso que ofreció la semana pasada en la conmemoración de un nuevo aniversario de gobierno.

Todo esto ha tenido consecuencias positivas para el pueblo boliviano. "Una de las cosas que sorprende es cómo en los últimos 10 años han aumentado los niveles de ingresos y han reducido la pobreza", plantea Samar Maziad, analista de Moody's.

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En efecto, el PIB per cápita pasó de US$4.180 en 2005 a US$7.543 en 2017. Así, en ese período, 1,6 millones de personas salieron de la pobreza extrema, situación en la que ahora se encuentra 17,9% de la población versus el 38,2% que había el año antes de que asumiera Evo. La mejora fue particularmente notoria en las zonas urbanas, donde la pobreza extrema disminuyó de 24,3% a 9,9%.

Por otra parte, de acuerdo con los datos extraídos de una encuesta a hogares, elaborada por el INE, en 2005, 3,3 millones de personas formaban parte de la clase media, es decir, 35% del total de la población, cifra que subió en 2017 a 6,5 millones de habitantes, el 58%.

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El modelo y sus riesgos

"Evo Morales ha logrado un giro importante hacia un modelo económico liderado por el Estado, canalizando la riqueza hidrocarburífera del país hacia programas sociales y proyectos estatales de industrialización", señala Todd Martínez, analista para Bolivia de Fitch.

La inversión pública boliviana representa 12,6% del PIB, el porcentaje más amplio de un país en América Latina, transformándose en el motor más importante de crecimiento. Pero eso no es todo, "hubo mucha inversión extranjera directa en el sector de hidrocarburos y a eso se suma una fuerte demanda interna", precisó Maziad.

Pero este modelo tiene riesgos. Martínez explica que "altos déficit en la cuenta corriente y cuentas fiscales han implicado el uso significativo de los colchones financieros, como las reservas internacionales y la capacidad para mantener estas políticas disminuye en la medida que estos colchones sigan achicando".

En ese marco, el analista de Fitch asegura que "el sostenimiento del crecimiento dependerá del éxito de los proyectos públicos de industrialización (los cuales no han mostrado resultados muy auspiciosos hasta ahora) o de una mejora en la baja inversión privada".

Por otra parte, el sector de hidrocarburos también encara desafíos en el mediano plazo. Sus mayores mercados de exportación son el argentino y el boliviano, dos países que están buscando desarrollar sus propios yacimientos, Presal en el Atlántico en el caso de Brasil y Vaca Muerta en Argentina. "Cuando estén listos para la producción y comercialización es posible que una renegociación de los contratos con Bolivia tenga efectos adversos", indica Sergio Guzmán.

De todas maneras, a corto plazo las cosas lucen en orden. Para este año el sobresaliente desempeño de la actividad boliviana se repetirá de acuerdo con las proyecciones del FMI, que apuntan a una expansión de 4% frenta al 1,9% regional.

En tanto, las protestas de las últimas semanas no representan una amenaza desestabilizadora, de acuerdo a Guzmán. Asegura que el gobierno, en general, responde a las demandas de sus grandes bases, los cocaleros y los sindicatos, y que si bien las manifestaciones fueron aprovechadas por la oposición, ésta no se encuentra lo suficientemente cohesionada como para retar a Morales.