Estos son tiempos difíciles para el mundo del cobre. Los precios han caído cerca de 10% en 2014, llegando a mínimos en cuatro años. Mientras, el esperado superávit global de metales refinados va en aumento. Entonces ¿Por qué crece el pesimismo entre las mineras?
“Short term pain, long term gain” -título de una de las presentaciones de la conferencia anual de cobre en Chile- ofrece una pista: los mejores días están por venir.
Varias razones clave para ser positivos emergieron de la semana Cesco en Santiago. Primero, el desplome de los precios no es un desastre. Algunos productores pequeños que tienen altos costos podrán estar en problemas, pero los saludables márgenes de la industria muestran que las grandes mineras y productores siguen cómodos.
“Las grandes empresas todavía están ganando dinero”, dice Calin Hamilton, analista de metales de Macquire. “Y yo pienso que hemos pasado el punto de máximo pesimismo”.
Stefan Boel, miembro del directorio de Aurubis, fabricante europeo de productos de cobre, coincide con Hamilton, destacando que la demanda por cable ha subido hasta 5% anual en Europa. “No encuentro razones de por qué los precios debieran bajar más”, dice Boel.
También se necesita perspectiva respecto del superávit. Gracias al encargo de nuevos proyectos y expansiones mineras, el mercado de cobre refinado tiene sobreoferta. Pero el tamaño del superávit pronosticado -menos de 500 mil toneladas en su peak en 2016- es pequeño, representando sólo cerca de 2% del consumo global actual. Y este será de corta vida. Hacia fines de la década, el mercado cambiará nuevamente a déficit, con la brecha de oferta ampliándose rápidamente.
Pocos discuten esto porque la producción máxima durante la próxima década puede ser una proyección razonablemente exacta; toma, en promedio, once años para que una mina de cobre pase de la concepción a la producción. “Hay una oportunidad maravillosa para que aquellos bien ubicados llenen esa brecha de oferta”, dice Peter Beaven, presidente de cobre en BHP Billiton. “Hay un premio que ganar”.
Pero ¿se les dará a los ingenieros el presupuesto para ir por ello? Las mineras siguen en los malos libros de los accionistas. Hennie Faul, director ejecutivo de cobre en Anglo American, dice que aunque las mineras están complicadas incluso sólo para mantenerse debido a la caída en la ley del mineral, el “libertinaje” del pasado significa que será difícil obtener la aprobación del directorio para nuevos proyectos. “Los inversionistas han perdido la fe en nosotros”, dice Faul. El presupuesto para exploración se ha recortado.
La influencia de China en el mercado del cobre es otro tema importante. Durante la próxima década, el incremento en la demanda china podría promediar 3,5% al año, según CRU, la consultora de cobre, en comparación con 11% anual durante los últimos diez años. Esto podría sonar preocupante para los productores, dado que China representa más de 40% de la demanda global, pero no debiera serlo, dice Vanessa Davidson, directora de CRU para el área cobre.
“En términos de consumo, China ha alcanzado una masa crítica donde incluso una tasa de crecimiento inferior generará un incremento de volumen decente”, afirmó. Con la mayor base y la recuperación en los mercados desarrollados, el consumo mundial de cobre se incrementará en 7 millones de toneladas durante los próximos diez años, en comparación con el incremento de 5 millones de toneladas desde 2004.
Los acuerdos de financiamiento de cobre en China que ayudaron a provocar la venta este año no están muertos ni representan una gran amenaza para el mercado, según Max Layton, de Goldman Sachs. Él estima que cerca de 600 mil toneladas de cobre en las bodegas chinas sirven como colateral.
Hay una sola nube en el panorama del cobre: el aluminio. El contrastante desempeño del cobre y el aluminio en la última década -el metal rojo ha subido 319%, versus 40% del metal ligero- significa que cada vez más empresas y gobiernos están mirando con mejores ojos el cableado con aluminio, explica Christphe Allain, director de compras corporativas de Nexans, el fabricante francés de cables. “Asegúrense, habrá un sustituto y tendrá un impacto en la demanda general de cobre en el mundo”, sostiene.
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