Con un Padre Nuestro y un Ave María dieron la bienvenida al Papa Francisco las 400 mil personas congregadas en el Parque O'Higgins para la primera misa de la visita apostólica que por tres días realiza el Sumo Pontífice a suelo chileno.
Ni los focos de manifestaciones contrarias a su presencia ni el descontento de unas decenas de personas que quedaron fuera del recinto por llegar tras la hora de cierre, enturbiaron el ambiente de recogimiento que inundaba la llamada misa por la Paz.
Entremedio de gigantografías de personajes destacados de nuestra Iglesia como San Alberto Hurtado y la beata Laura Vicuña, y de un multitudinario coro, Francisco eligió las Bienaventuranzas para entregar un mensaje a los feligreses.
Partió señalando que estas enseñanzas buscan el rostro de las personas: "Las bienaventuranzas no nacen de una actitud pasiva frente a la realidad, tampoco pueden nacer de un espectador que se vuelve un triste autor de estadísticas de lo que acontece. No nacen de los profetas de desventuras que se contentan con sembrar desilusión.
[ze_adv position="adv_300x100" ]
Tampoco de espejismos que nos prometen la felicidad con un 'clic', en un abrir y cerrar de ojos. Por el contrario, nacen de hombres y mujeres que saben de sufrimiento, que conocen el desconcierto y el dolor que se genera cuando 'se te mueve el piso o se te inundan los sueños' y el trabajo de toda una vida se viene abajo".
Inmediatamente hizo alusión al caso chileno y sus desastres naturales: "Pero más saben de tesón y de lucha para salir adelante, más saben de reconstrucción y de volver a empezar. ¡Cuánto conoce el corazón chileno de reconstrucciones y de volver a empezar, cuánto conocen ustedes de levantarse después de tantos derrumbes! iA ese corazón apela Jesús!".
[ze_adv position="adv_300x250-A" ]
Hizo un llamado a comprometerse en el trabajo con las comunidades: "Las bienaventuranzas no salen de actitudes criticonas ni de la «palabra barata» de aquellos que creen saberlo todo, pero no se quieren comprometer con nada, ni con nadie, y terminan así bloqueando toda posibilidad de generar procesos de transformación".
En su homilía el Papa evocó palabras de líderes emblemáticos del país. Al definir la esperanza como "el nuevo día, la extirpación de una inmovilidad, el sacudimiento de una postración negativa" utilizó las palabras del premio Nobel chileno, Pablo Neruda.
[ze_adv position="adv_300x250-B" ]
Luego al hablar de la búsqueda de reconciliación para vivir en paz recordó las palabras del Cardenal Raúl Silva Henríquez -en la homilía del Te Deum Ecuménico del 18 septiembre 1977-: "No puedo dejar de evocar a ese gran pastor que tuvo Santiago cuando en un Te Deum decía: 'Si quieres la paz, trabaja por la justicia. Y si alguien nos pregunta: ¿qué es la justicia? o si acaso consiste solamente en no robar, le diremos que existe otra justicia: la que exige que cada hombre sea tratado como hombre'".
[ze_adv position="adv_300x250-C-net" ]
Y recordó al Padre Hurtado al referirse a la dignidad y al objetivo de la convocatoria: "El trabajador de la paz sabe que no alcanza con decir: no le hago mal a nadie, ya que como decía san Alberto Hurtado: 'Está muy bien no hacer el mal, pero está muy mal no hacer el bien'" (Meditación radial, abril 1944)
Ezzati rememora visita de Juan Pablo
A finalizar la Eucaristía que se prolongó por unos 90 minutos, el arzobispo de Santiago, Cardenal Ricardo Ezzati entregó un breve mensaje de agradecimiento al Papa.
Recordó la primera visita de un máximo dignatario de la Iglesia, san Juan Pablo II, hace más de 30 años provocando los primeros aplausos de la audiencia: "Aquí la provocación y la sinrazón intentó pintar de gris la alegría de todo un pueblo que daba gracias a Dios por la beatificación de una de sus primeras predilectas, sor Teresa de Los Andes, joven carmelita de nuestra tierra. Aquí, mientras las bombas lacrimógenas intentaban apagar el entusiasmo de la gente, brazos y manos levantadas de presbíteros, de consagrados y laicos se alzaban al cielo para detener la barbarie e implorar la paz y la reconciliación para un país en cuyo corazón brilla la vocación de entendimiento y no de enfrentamiento. En este lugar se escuchó fuerte y vigorosa la palabra de un profeta enviado por Dios gritando: "¡El amor es más fuerte! ¡El amor es más fuerte!".
Inmediatamente agradeció la visita de Francisco y la homilía enfocándose en los problemas nacionales: "En un gesto de fraternidad nos ha invitado a hacernos mutuamente donde esta misma paz. En un Chile donde la brecha que nos separa es demasiado profunda y donde la pobreza y la exclusión siguen levantando muros y exclusiones. Le pedimos, Padre Santo, que nos bendiga, que bendiga de manera especial (…) a quienes tienen la responsabilidad de hacer de Chile, como dice la Canción Nacional, "la copia feliz del Edén". Muchas gracias, Santo Padre".
Cerrando el día
Durante la tarde, el Papa visitó por primera vez en su mandato un centro penitenciario femenino ubicado en San Joaquín, en cuyo trayecto lo acompañaron incansablemente caravanas de personas que esperaban un saludo del Pontífice.
Luego lideró un encuentro con sacerdotes, religiosos, consagrados y seminaristas en la Catedral, hasta donde llegó en el papamóvil. En el mismo recinto pero en la sacristía, una hora más tarde, se reunió con los obispos.
Cerró el día con una visita privada al Santuario de San Alberto Hurtado donde sostuvo un encuentro privado con los sacerdotes de la Compañía de Jesús que pertenecen a su misma congregación.
La "incomodidad" que provocó el Obispo Barros
La presencia del obispo de Osorno, Juan Barros, en la misa del Parque O'Higgins no pasó inadvertida y causó una mediática reacción en las redes sociales. Se criticó que a minutos de que el Papa hubiese pedido perdón por los abusos, Barros estuviese junto a él en circunstancias que se le sindica como encubridor de estos hechos. Las críticas provinieron desde la ex Primera Dama, Marta Larraechea, las víctimas de Karadima como Juan Carlos Cruz, hasta los sacerdotes jesuitas Felipe Berríos, Fernando Montes y Pablo Walker, quienes le pidieron que renunciara.
Emotivo encuentro con el Centro Penitenciario Femenino
Hasta una canción para el "pastor con olor a oveja" tenían preparadas las reclusas del Centro Penitenciario para recibir al Papa Francisco quien por primera vez desde que asumió en el Vaticano visitó un recinto carcelario femenino. En la oportunidad, una de las reclusas, Janeth Zurita, demandó cambios a las condenas de las madres de menores de edad que les permita pasar más tiempo con sus hijos. Francisco, por su parte, les respondió: "La sociedad tiene la obligación de reinsertarlas a todas. Métanselo en la cabeza y exíjanlo".