Moisés Saba: "La empresa ya venía con problemas cuando compraron FASA"

El imperio Casa Saba se encuentra dividido. Antes de la muerte del patriarca, Isaac Saba Raffoul, la compañía mexicana -controladora de FASA- gozaba de buena salud e incluso llegó a transar en el mercado estadounidense. Ahora el panorama es diametralmente opuesto.
Durante el periodo dorado del grupo empresarial, Saba Raffoul figuraba en la lista de Forbes, que en 2008 le calculó una fortuna de US$2.100 millones, lo que lo posicionó como el sexto mexicano más rico y el 573 en el mundo.
¿Qué sucedió? Tras la muerte del forjador de la firma farmacéutica en 2008 y la llegada de Manuel Saba a la presidencia, el grupo mexicano ha tenido que enfrentar una compleja situación financiera, cuya caída se habría agudizado tras la adquisición de la chilena FASA por más de US$630 millones en 2010.
Quien ha mirado con especial atención la situación de la compañía es Moisés Saba Ades, hermano mayor del clan familiar.
Desde Estados Unidos, el primogénito de los Saba lanza sus dardos contra sus hermanos, actuales controladores de la compañía familiar. Moisés, quien se define como autoexiliado, asegura que la distribuidora de medicamentos más importante de México entró en un abismo por causa de malos manejos, todo por causa de las decisiones de sus hermanos, insiste.
En el país azteca no es un misterio que las relaciones entre los hermanos Saba están totalmente cortadas. Moisés, quien fuera vicepresidente de la compañía, mantiene una serie de demandas contra su hermano y la matriz de FASA, pero además no descarta impugnar legalmente una venta de la compañía.
Los caminos entre Moisés y Manuel comenzaron a separarse una vez conocida la herencia de Isaac Saba Raffoul que entregaba el control a su hijo menor. Ahora, la única unión entre ambos son los recursos tramitados en los tribunales mexicanos, los cuales de ser acogidos podrían incluso cambiar la estructura de propiedad de Casa Saba, así lo afirma a PULSO Moisés Saba.
¿Cuál es su visión sobre la gestión que están desarrollando sus hermanos en Casa Saba?
-Creo que mis hermanos han hecho las cosas muy mal en cuanto a su gestión a cargo de la empresa formada por mi padre.
Usted llegó a ser el vicepresidente de Casa Saba, ¿por qué se retiró del puesto?
-Yo no me fui, mis hermanos Manuel y Alberto me pidieron que dejara el cargo; literalmente me sacaron. Mi principal rol en la compañía era la gerencia comercial y en mi gestión crecimos bastante. Luego tomé los otros negocios del grupo, particularmente el brazo hotelero de la familia.
Además del área farmacéutica, ¿qué otros negocios tiene la familia?
-Además de las áreas principalmente conocidas, nuestra familia generó un importante portafolio con negocios en la industria de harina de trigo, fábrica de pastas, etc.
Usted se retiró de Casa Saba y ahora mantiene litigios legales con su hermano, ¿en qué estatus están?
-Efectivamente, se tramitan en la justicia mexicana. El principal tiene que ver con el testamento de mi padre. A última hora, al momento de fallecer mi padre hubo un cambio en su testamento y luego yo salí de la empresa. El controlaba cerca del 97% de la empresa y luego mis hermanos tomaron el control.
Ahora, lamentablemente, Casa Saba está en un estado muy crítico, le deben a los laboratorios del orden de 9.000 millones de pesos (mexicanos, unos US$698 millones). Esto sumado a la deuda adquirida tras la compra de Fasa, que es del orden de los US$67 millones.
¿Cuándo comenzaron a evidenciarse los problemas de Casa Saba?
-Mi padre siempre controló mucho el negocio y él tomaba las decisiones personalmente. Nosotros lo acompañábamos. Hubo un momento en que Manuel quiso comprar Benavides, y se le propuso a mi padre, pero a él no le interesó el negocio, él no quería entrar a esa empresa. Sin embargo, después que el murió mi hermano tomó la determinación de adquirir FASA y, como parte de la operación, la cadena Benavides que manejaba en México.
¿Cree que fue una mala operación?
-Creo que no era un buen momento para invertir ahí. Casa Saba estaba pasando por un momento que no era muy positivo. Manuel Saba Ades tomó las riendas y comenzaron las malas decisiones de negocio.
En el caso de Brasil, compró la empresa Drogasmil, cuya inversión fue de US$130 millones, pero no fue negocio por las pérdidas y terminaron por venderla en US$40 millones. Ahí ya había un problema. Luego se buscó apalancar con HSBC y Banorte, lo que incrementó aún más la deuda que tenía la empresa.
¿Cuál era la situación financiera de la compañía antes de la compra de FASA?
-La empresa ya venía con problemas cuando compraron FASA. Tras efectuar la compra a José Codner se adquirió una deuda considerable y la empresa se fue a pique. Por eso Alliance Boots, de Londres, vio una oportunidad y espera comprar Casa Saba. La adquisición se cerraría el 8 de noviembre.
¿Usted buscará impugnar una venta de Casa Saba, dado que aún no hay un fallo que esclarezca su nivel de participación en la compañía?
-Actualmente con nuestros abogados estamos estudiando ese escenario.
La semana pasada, Casa Saba informó a PULSO que no se venderá FASA.
-Sólo se venderá la operación de distribución de operaciones de Casa Saba, y no se tocarán las otras unidades de negocio. Ahora, otro problema que ha surgido y que tiene el directorio de Casa Saba, es que accionistas minoritarios de Benavides, que provienen de Monterrey, han reclamado porque no se les ha consultado sobre las futuras operaciones de la empresa.
¿Cómo cree que se manejó el gobierno corporativo de la empresa?
-A Casa Saba le suspendieron las acciones en Estados Unidos y también en México. No entregaron reportes de resultados al regulador, tampoco nunca se informó en los estados financieros que hay una situación de demanda, que es la que mantengo con ellos.
¿No se lo han informado?
-No se ha informado. Lo lógico es que en los estados financieros aparezcan los litigios pendientes, incluyendo los que mantienen conmigo. Vuelvo a repetir, en México esos litigios están totalmente vigentes y ellos todavía no están totalmente adjudicados. Sólo en el caso de la herencia, la demanda es por más de US$3.000 millones.
Actualmente, en lo que usted llama su autoexilio, ¿qué negocios desarrolla?
-Como estaba dedicado a los negocios inmobiliarios de la familia continué en la misma línea. Ahora tengo un portafolio de proyectos inmobiliarios en Estados Unidos y administramos con mi empresa seis centros comerciales distribuidos entre Texas y Florida. Este es un negocio que ya conozco.
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