La brecha salarial por género o discriminación hacia las mujeres para cierto tipo de trabajos es una realidad en Chile -y en el mundo- que se ha intentado combatir. Si bien se han visto avances en algunas materias, persiste una serie de desventajas para dicho grupo. En el marco de esta discusión, un punto en el que se hace hincapié es en las bajas pensiones que obtienen las mujeres, pero que se suele dejar fuera de la ecuación una serie de elementos que influyen en materia previsional.

La pensión promedio de las mujeres es algo sobre los $200 mil, y de las que cotizan entre 30 y 40 años sobre los $400 mil. Estos números son bajos, no obstante no se debe perder de vista que el ingreso promedio no es mucho más alto. Poco más de $500 mil, dependiendo de la categoría de empleo. De hecho, sólo el 5% de las mujeres cotiza por el tope imponible (algo por sobre $2 millones). Si bien la cifra se duplicó en la última década, no deja de llamar la atención por lo bajo. Mientras que en torno a 5% de las mujeres cotiza por el mínimo. Todos estos números son decidores: las pensiones en Chile son bajas, pero no son muy diferentes a los sueldos por los que se está cotizado. El tema de fondo, entonces, es cómo disminuir las lagunas previsionales de las mujeres, cómo hacer para que eleven su productividad -y de esa manera accedan a un mayor ingreso- y cómo incorporar a la mujer al mercado de trabajo. Para un país como Chile es insólitamente pobre el nivel de participación laboral femenina, que de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas alcanzó el 49,4%, uno de los más bajos de la región y para qué decir de la OCDE, todos sobre 50%. Seguramente también se requerirá rediseñar una estrategia de capacitación para que los adultos mayores puedan extender su vida laboral. No se puede pretender resolver aspectos que países desarrollados tampoco han solucionado, pero sí se puede mejorar bastante. Es fundamental que para avanzar en estos puntos se terminen las rigideces del mercado laboral, se aminoren las desigualdades en la legislación laboral -por ejemplo el costo de la sala cuna- y, quizás lo más relevante, exista un cambio de mentalidad en la sociedad.

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