UN INUSUAL agradecimiento de parte del máximo líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, a la hospitalidad del gobierno de Seúl, en el marco de la histórica visita de una delegación de ese país, la primera de la dinastía Kim en viajar al Sur, se robó nuevamente la atención de los Juegos Olímpicos de Pyeongchang 2018, marcados hasta ahora, por un giro diplomático de Pyongyang.

El último gesto se une a otras señales entre estos antiguos enemigos, como la del desfile de las dos Coreas en la ceremonia de inauguración unidas bajo una sola bandera. O la reciente petición de una funcionaria del Comité Olímpico Internacional para nominar al equipo femenino de hockey, compuesto por atletas de ambos países, como candidato al Premio Nobel de la Paz, ilusionando a muchos con un deshielo permanente.

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Y es que todo pareciera indicar que tras la invitación realizada por la hermana de la autoridad norcoreana, Kim Yo-jong, en nombre de su hermano al Presidente surcoreano, Moon Jae-in, a celebrar "lo más pronto posible" lo que sería la primera cumbre conjunta en una década, es que las partes caminan hacia una reconciliación.

"Corea del Norte está actualmente muy aislado", dice a Pulso John Feffer del Institute for Policy Studies, acotando que EEUU ha estado presionando a otros países para que rompan relaciones con su rival, mientras que el gobierno de Shinzo Abe en Japón ha adoptado una postura más hostil, China se encuentra frustrada con las políticas de Pyongyang, apoyando sanciones más estrictas y Rusia, que está dispuesto a mantener un trato cordial, no cuenta con mucho intercambio con aquella nación. "Entonces, Corea del Sur es uno de los pocos lugares en el mundo que está interesado en mejores relaciones, desde la elección del nuevo gobierno de Moon Jae-in, el año pasado", señala el experto.

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Un giro inesperado

Para muchos la paz entre las Coreas comenzó a dibujarse en los JJOO, pero las primeras pistas aparecieron la primera semana de enero, cuando Kim Jong-un indicó que apoyaría un nuevo clima de reconciliación, ordenando abrir una línea telefónica fronteriza para establecer un diálogo formal sobre el envío de una delegación norcoreana al evento deportivo.

"A lo largo de 2017, Corea del Norte ignoró en gran medida a Corea del Sur", comenta Alison Evans de IHS Markit, explicando que en cambio "enfocó su política exterior y de seguridad nacional apuntando contra EEUU".

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Otra imagen que impresionó al mundo esta semana, fue la del equipo de 229 barristas norcoreanas que sonrieron y saludaron a los espectadores, mientras tomaban un descanso de sus obligaciones el martes para recorrer las playas de Gangneung, una de las ciudades sede de los JJOO.

Aparentemente, desde Corea del Sur han acogido con cautela el entusiasmo geopolítico de Corea del Norte, al tiempo que su líder aseguró que "hay que crear las condiciones adecuadas", para avanzar en el diálogo y en una eventual visita al otro lado de la frontera. Además, desde Seúl intentan dejar atrás fantasmas como los de Rasputina, la amiga confidente de la destituida Presidenta Park Geun-hyem, condenada a 20 años de prisión por su participación en escándalo de corrupción que involucró a la clase política de esa nación. Y no pierden las esperanzas de que el nuevo acercamiento pueda ayudar a mejorar el panorama de esa región, y a que Pyongyang y Washington se sienten a hablar.

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"Hay un fuerte sentimiento en Corea del Sur, particularmente entre los partidarios de Moon Jae-in, de que ahora es el momento", dice Feffer, asegurando que después de 10 años de un liderazgo bastante conservador y duro en Seúl la idea es, "intentar una estrategia diferente con Pyongyang".

Sin embargo, EEUU pareciera no fiarse del giro de su rival, aunque ha denotado interés en avanzar hacia un diálogo, advirtiendo que la desnuclearización sigue siendo la clave antes de una posible mesa redonda.

Para la experta en análisis político, Susan MacManus, el giro norcoreano deja a EEUU en una posición de "sentimientos encontrados", donde muchos son escépticos ante un cambio genuino en el comportamiento de ese país. "Lo ven como algo temporal y temen que tan pronto como terminen los juegos, volverán a las pruebas de armas nucleares", mientras que otros lo ven con la esperanza del deshielo, comenta.

Entre todo, el mismo Mike Pence, tras su visita a Pyeongchang, afirmó estar dispuesto a iniciar conversaciones con Norcorea, indicando que dos encuentros "sustanciales" con Moon Jae-in han llevado a un acuerdo entre Seúl y Washington para avanzar en un mayor compromiso de Pyongyang.