Hay cientos de compañías en Chile que han puesto al tratamiento de los residuos como uno de sus objetivos. También existen instituciones y ONGs dedicadas a fomentar estas iniciativas. Pero en la práctica, son las municipalidades las mayores responsables de recolectar la basura domiciliaria y encargarse de qué hacer con ella todos los días.

Tomando en cuenta esta necesidad, en la década de los ochenta nació Emeres, una empresa bastante sui generis que, en su esencia, no tiene fines de lucro. Actualmente, sus socios son nada menos que 20 municipalidades de Santiago. Y su directorio, está compuesto por los alcaldes de sus respectivas comunas. Pero en los años ochenta era extraño hablar de modernos sistemas de tratamiento de residuos. Debido a esto, recién hace cuatro años atrás Emeres sufrió una reactivación, que hoy la tiene como un referente a nivel nacional e internacional.

Para hacerse una idea, según un estudio de Chile Recicla, la producción de basura per cápita en Chile (PPC) es de 1,3 kg por habitante al día. Se prevé que esta aumente a 2 kg para el 2030. Sólo en la Región metropolitana se producen 2,7 millones de toneladas de residuos al año. Por otro lado, 86,4% del servicio de recolección se realiza a través de camiones subcontratados a privados, mientras que el otro 13,6% se hace con personal municipal.

Debido a esto, uno de los servicios más importantes que realiza esta entidad es la inspección técnica en las estaciones de transferencia y los rellenos sanitarios. “Cualquier anormalidad genera de inmediato un informe con el fin de realizar la corrección. Tenemos personal altamente especializado en el área y con parámetros y protocolos certificados”, comenta Jaime Cataldo, gerente general de Emeres.

En segundo lugar, tienen un servicio por el cual han suscrito convenios marcos con empresas privadas para el reciclaje especializado de alrededor de 12 productos, como baterías, botellas, ramas y basura de ferias libres. Este sistema les ha permitido a los municipios ahorrarse alrededor de un 40% de los costos del proceso de reciclaje, lo que equivaldría a cerca de $1.000 millones durante 2015.

“No hay un símil en Chile y de alguna forma, en América Latina. Generalmente, este rol lo llevan a cabo los mismos gobiernos de las ciudades. Pero en Chile no existe esa figura. Están los alcaldes y por otro lado la Intendencia, que no es exactamente un gobierno de la ciudad”, comenta Cataldo.

Internacionalización

De alguna forma, es una empresa que se presta servicios a sí misma. O más bien, a los ciudadanos de cada una de las comunas. Un modelo que aparte de estar enfocado a la sustentabilidad, podría convertirse en un ejemplo para otros rubros. Tanto así, que ahora está liderando una asociación latinoamericana de gobiernos locales dedicados a los residuos.

En 2013 realizaron un seminario regional en Santiago, donde reunieron a 200 participantes de 20 países. Un año después, replicaron el encuentro en México, creando además la Red Latinoamericana de Gestión de Residuos Sólidos (Relagre), con el objetivo de  intercambiar información, experiencias y buenas prácticas.

Hace cinco días se desarrolló el tercer Seminario Internacional de Gestión de Residuos en Montevideo, Uruguay, donde fueron cerca de 500 asistentes de países como Argentina, México, Cuba, Brasil, Uruguay, Chile, Colombia y Paraguay, además de representantes de Barcelona (España) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

La delegación chilena estuvo conformada por más de 40 personas, entre alcaldes, directores municipales de medio ambiente, representantes del Ministerio de Medio Ambiente, empresarios, profesionales, académicos e investigadores de universidades nacionales. El 2016, el encuentro será en Chile.

Proyectos

El éxito de esta iniciativa se debe principalmente a lo crítico que significa el tema de la basura para los municipios. Por ejemplo, Raúl Donckaster, alcalde de La Reina comenta acerca de los residuos: “Siempre han tenido una importancia primordial, ya que en la comuna hay gran identificación con el tema medioambiental y con la aspiración de ser una comuna verde y respetuosa del medio ambiente”.

Por su parte, el alcalde de San Joaquín, Sergio Echeverria, dice que los residuos son considerados como un recurso, y por lo tanto requiere una mirada técnica con proyecciones. “Mejorar su gestión es clave para planificar estratégicamente el desarrollo, permitiendo visualizar su tratamiento para obtener beneficios económicos y de aprendizaje para el municipio”, dice Echeverría.

Otro buen ejemplo han sido las Municipalidades de Las Condes, Providencia y Vitacura (no forman parte de Emeres), que han desplegado varios “puntos limpios” en zonas estratégicas para que los ciudadanos depositen su basura, así como sistemas de educación.

En el caso de Peñalolén, su administración ha sido bastante innovadora con iniciativas como el Programa de Reciclaje Inclusivo, promoviendo una cultura de reciclaje y ofreciendo un servicio de calidad a cerca de 15.000 familias de esa comuna.

Actualmente, Emeres se encuentra con tres grandes proyectos, a los cuales está buscando financiamiento. Uno de ellos es la construcción del Centro de Acopio y Comercialización de Residuos Voluminosos y de Operaciones, que tiene por objetivo el reciclaje y valorización de grandes electrodomésticos, maderas, chatarras y retiro de escombros. La idea es que al quinto año de funcionamiento logre tratar 100.000 toneladas de residuos voluminosos y 40.000m3 de retiro de escombros.

El otro es el denominado “mecanización seca”, que consiste en la valorización energética y producción de energía térmica y eléctrica por medio de biodigestión de residuos orgánicos, cuya capacidad instalada sería de 50.000 toneladas al año.

Por último está Remsa, una planta de separación, recuperación y valorización de residuos secos reciclables, como papel, cartón, envases plásticos, latas de aluminio, Tetrapak y botellas de vidrio, que al quinto año de funcionamiento espera estar procesando 150.000 toneladas.