Luego de las elecciones presidenciales del domingo pasado, ha surgido un incesante debate respecto de la naturaleza del voto y los electores, así como también se han levantado una serie de diversos diagnósticos sobre lo ocurrido. Los votos del Frente Amplio han sido ícono de este "zoom", especulando que muchos de estos votantes no se habrían inclinado en segunda vuelta por la opción de Alejandro Guillier.

Lo cierto es que las cifras corroboran que si todos estos votantes se hubieran agrupado hacia la opción de la Nueva Mayoría, habría sido suficiente como para superar al candidato de Chile Vamos.

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En este análisis, por tanto, queda en evidencia que la ministra Paula Narváez se equivoca cuando intenta evitar la asociación del resultado del domingo con un castigo a La Moneda. Sin éxito, la ministra ha buscado encontrar un lado ganador para el Gobierno, en circunstancias que no puede haber tal lectura. Un juicio errado también ha hecho el senador PPD Jaime Quintana, al decir que la gente no votó contra la retroexcavadora en la primera vuelta. Nada más alejado. La gente se expresó claramente: optó por la moderación y por la gradualidad.

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Los datos muestran que, aparentemente, sí hubo un traspaso de votantes entre primera y segunda vuelta hacia Sebastián Piñera, así como también que sí hubo un rechazo al continuismo de la actual administración representada en la figura de Alejandro Guillier. También hubo una mayor votación ante la posibilidad de que estuvieran en peligro los beneficios actuales del sistema institucional y económico.

Ante este escenario, lo mejor sería reconocer la derrota, tal como ya lo ha hecho lúcidamente el propio Alejandro Guillier, lo que es primordial para no volver a equivocar los diagnósticos.

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