Sin banderas se celebró el aniversario 300 del tratado que puso a la rocosa península de Gibraltar, al sur de España, bajo soberanía británica. A menos que entren a la oficina de correos, donde hay estampillas conmemorativas a la venta, los turistas en Gibraltar ignoraron el tricentenario.

El gobierno de Gibraltar "conmemoró, no celebró" el Tratado de Utrecht, firmado el 13 de julio de 1713. Parte de un pacto para terminar las sangrientas guerras españolas, el tratado obligó a España a ceder Gibraltar a la corona británica.

Por su longevidad y significado, los gilbraltareños admiten que los valores que apoya el tratado son incómodos en una democracia moderna. El acuerdo prohibe, por ejemplo, el asentamiento de judíos y musulmanes, una prohibición ignorada felizmente desde el principio. "El tratado es polémico. No es algo para celebrar en nuestra visión", afirma el principal ministro de Gibraltar, Fabian Picardo.

En las últimas semanas también surgieron recordatorios del deterioro entre una económicamente boyante y enormemente auto gobernada Gibraltar y el gobierno español, que ha buscado reclamar el territorio con mayor fervor que sus predecesores. Y es que tras los conflictos diplomáticos y los enfrentamientos marítimos, hay un desacuerdo fundamental sobre el estatus de Gibraltar. España aún lo ve como territorio colonial que debe volver a soberanía hispana.

España rechaza reconocer al gobierno de Gibraltar como un socio negociador e insiste que sus residentes no pueden vetar el tema de soberanía. La posición de Gibraltar, en tanto, es resumida enfáticamente por Picardo: "¿Qué parte de No España no entiende? No hay posibilidad de la soberanía española sobre Gibraltar ni ahora ni en el futuro. Tienen que acostumbrarse y darse cuenta de que Gibraltar siempre será exclusivamente británica".

El tono refleja el éxito económico de Gibraltar durante los últimos años. La ex base militar se reinventó como un centro de servicios financieros, operadores de juegos y servicios de envíos. Goza de un empleo casi completo, con un presupuesto estatal en superávit y uno de los PIB per cápita más altos de Europa.

El contraste con la miseria económica de España es sorprendente y -algunos creen- otra razón para la disputa.

"Aparte de las preocupaciones fundamentales históricas y políticas, ¿qué le ofrece España a Gibraltar? ¿Extender la tasa de desempleo de 40% al sur de su frontera?" se pregunta Peter Montegriffo, ex ministro de Comercio de Gibraltar y socio de Hassans, una firma de abogados. "Incluso si no hubiera dimensión política, simplemente es una propuesta que nadie va a considerar", acota.

© The Financial Times Ltd. 2011