Achim Steiner, del PNUD: “Los problemas y desafíos que enfrenta hoy Chile no son imposibles de resolver”

Achim Steiner, administrador global del PNUD y subsecretario de la ONU.

En su paso por Chile, el Administrador Global del PNUD, valoró el trabajo del país en el desarrollo de una industria de energías renovables, analizó los desafíos actuales y en términos de seguridad pidió no olvidar también amenazas importantes, como el cambio climático.


Achim Steiner, el Administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), visitó Chile en el marco de la reunión de la junta de coordinación de los jefes ejecutivos del Sistema de las Naciones Unidas, encuentro encabezado por el secretario general de la ONU. En su paso por Chile y en conversación con Pulso de La Tercera, analizó los desafíos que vive hoy el país y recalcando la importancia de no medir el desarrollo humano solamente en términos financieros y económicos.

El número 1 del PNUD también resaltó la importancia de que el país busque el desarrollo considerando conceptos como la equidad social. La visita de Steiner también consideró un encuentro con el gobierno del Presidente Gabriel Boric.

¿Cuál es su mirada sobre Chile?

-Chile ha pasado por algunos momentos políticos muy intensos en los últimos años. Mi primer comentario sería que felicito a Chile por donde estaban hace cuatro años antes (estallido social) hasta hoy. No significa que todos los temas de debate, disputa y diferencias se hayan resuelto, pero la democracia y las instituciones de la democracia han prevalecido. La búsqueda de una nueva Constitución no dio lo que muchos esperaban, pero Chile es un país que en muchos aspectos es todavía una historia de éxito. Creo que es importante recordar a todos que los problemas y desafíos que enfrenta hoy no son imposibles de resolver. Y creo que la recuperación de Chile durante y después de la Covid-19 es fundamental. Creo que la inflación está en un nivel muy manejable y que los ingresos están creciendo, aunque el crecimiento del PIB aún está muy bajo. Pero esto es un fenómeno que está sucediendo en muchas partes del mundo.

¿Qué piensa de Chile comparado con sus pares de Sudamérica y Latinoamérica?

-Chile empieza con un nivel muy alto de ingreso per cápita. Chile es una economía que ha progresado y ha desarrollado riqueza y niveles de ingresos más altos que otros países en la región. Las tasas de pobreza han bajado significativamente en un contexto en que hay muchos países que están luchando en términos económicos y financieros.

¿Y en términos políticos?

-Creo que Chile está en una buena posición para pensar sobre su futuro de un modo positivo y muy esperanzador. Pero creo que siempre hay talones de Aquiles. Hace cuatro o cinco años, la sociedad chilena comenzó a romperse sobre el tema de la igualdad y la justicia. Así que, esa fue una experiencia profunda y muy disruptiva para cada chileno. Y la pregunta es: ¿son los chilenos como sociedad, pero también como gobierno, el sector privado, como jugador clave en esta economía, capaces de converger en un camino económico? Un camino que es tanto exitoso desde el punto de vista de la innovación y de la inversión de las empresas, pero también debe significar desarrollo para la población de Chile, donde las desigualdades aún están bastante marcadas.

En junio el PNUD dará una actualización de su informe de desarrollo humano ¿Nos puede dar un adelanto sobre Chile?

-Lo mantenemos en secreto hasta el día de su lanzamiento. El reporte de desarrollo humano permite a los chilenos, de toda la sociedad, la academia, la sociedad civil, los expertos en políticas públicas, reflexionar sobre el progreso de Chile en cuanto al desarrollo humano. Creo que este reporte será bien recibido, porque no se trata solo de los indicadores económicos y financieros. Se examinarán los caminos que ustedes han discutido sobre las futuras direcciones de la economía, los caminos de transición verde, pero también el abordaje de los temas sociales y de justicia.

¿Qué impacto prevé sobre las conclusiones del informe?

-Creo que va a permitir que los chilenos se unan bajo la bandera de una democracia, donde a veces la visión puede ser muy diferente, pero la dirección de una nación es lo que mantiene a un país junto. Y creo que cuando presentemos el reporte de desarrollo humano de Chile, espero que sea un momento de reflexión y de orgullo, porque tenemos una larga tradición en Chile para producir reportes que expresen lo que está sucediendo en todo el país. Y porque está escrito con las personas de Chile. El reporte de desarrollo humano de Chile de este año creo que resonará en muchas partes de la sociedad y quizás ayudará a centrarse en la construcción del consenso, que es lo más urgente en este momento.

Achim Steiner, administrador global del PNUD.

¿Y cómo sigue el debate sobre el futuro de la economía?

-Creo que ahora mismo el mundo está en una situación que, en el PNUD, describimos como una de las más difíciles. Los países más ricos están empezando a ver la luz al final del túnel, la inflación bajando y las tasas de interés bajando. Es la narrativa de los aterrizajes suaves de la que hemos oído hablar mucho. Incluso nuestro informe de desarrollo humano muestra que en los países más ricos el índice de desarrollo humano se ha recuperado tras la pandemia. Pero ni el G20 ni el FMI, ni el mundo las discusiones de los ministros de finanzas se centran lo suficiente en los países menos desarrollados, los países de bajos ingresos, las economías vulnerables. No se están recuperando. De hecho, la deuda y el pago de intereses son ahora tan elevados que 48 países del mundo pagan más del 10% de sus ingresos públicos solo para pagar la deuda.

En estos momentos no hay espacio fiscal para invertir en las transiciones económicas, infraestructura pública digital, infraestructuras energéticas más limpias, transiciones en la movilidad. Los empleos que impulsarán la economía del mañana requieren inversiones hoy, pero en muchos países es demasiado caro pedir dinero prestado en los mercados de capitales. La deuda y el pago de los intereses obliga esencialmente a los gobiernos a desviar el dinero que destinan a educación o sanidad para pagar sus deudas.

Y por eso la cuestión del crecimiento es actualmente tan preocupante. Y creo que Chile también está en ese punto no muy diferente, por ejemplo, de una economía como Alemania, que prevé que tenga una tasa de crecimiento de alrededor del 2% en el próximo año. Creo que, en última instancia, mucho dependerá de cómo se invierte durante este periodo de bajo crecimiento. Puede ser eso también un estímulo, puede sentar las bases para la próxima generación de nuevos empleos, de nuevas industrias y de nuevos mercados.

¿Qué opina del desarrollo de la industria de energía renovable en Chile?

-En el inicio de la discusión en Chile había que ser firme sobre la posición de la importancia de la industria de energías renovables, porque había políticos que estimaban que el avance de este tema podría detener el desarrollo de Chile. Pero el país ya está en una etapa de producir su propio suministro de energía. ¡Qué transformación maravillosa! Y creo que en ese sentido Chile es un caso emblemático de lo que los países pueden lograr si superan la infraestructura tradicional de la energía y mirar los múltiples beneficios, no solo de la transición hacia la energía limpia y el camino neto cero, sino también capturar todas las ventajas de la independencia de la energía y la seguridad, menos contaminación, y, en fin, un costo por kilowatt hora que será más barato que cualquier otra gran fuente fósil o opción de energía nuclear. Así que diría ¡Felicidades, Chile!

¿Cómo ven el aumento de la percepción de la inseguridad en Chile?

-El informe sobre desarrollo humano se basa en una apreciación del término seguridad humana. Y parte de lo que hemos intentado ayudar a los países a apreciar y a planificar de forma más deliberada, es que sí seguimos teniendo inseguridad, que se puede definir según realidades tradicionales y brutales, delincuencia, terrorismo o, de hecho, un ejército de un país vecino que invade tu territorio. Lo hemos visto con Ucrania y Rusia. Y esos elementos de inseguridad comienzan en primer lugar con políticas nacionales muy específicas. Por ejemplo, el PNUD trabaja en muchos países, especialmente en América Central, sobre el problema de las armas. Muchos conflictos han producido una avalancha de armas en América Central. Si nos fijamos ahora en Haití y las bandas, no están produciendo estas armas, las están comprando. A veces las compran literalmente en una tienda Walmart de Estados Unidos y las introducen de contrabando desde otros países.

La militarización de la delincuencia se ha convertido en un grave problema en la región. Y en Chile también preocupa que pueda aumentar la delincuencia y, por tanto, el nivel de inseguridad que se siente a nivel muy personal. Pero permítanme decir también que parte de lo que el PNUD está tratando de ayudar a los gobiernos es que la mayor amenaza para la seguridad en el futuro puede no radicar solo en los fenómenos que acabo de describir, sino que, de hecho, la mayoría de los grupos de reflexión coinciden en que hoy los mayores riesgos para la humanidad residen en la incapacidad de las naciones para trabajar ante las mayores amenazas de nuestro tiempo. Si no se aborda el cambio climático, se producirán catástrofes.

¿Cómo cree que se debe abordar ese riesgo?

-Vivimos en un momento precario de la historia en el que nuestra capacidad para reducir el riesgo para nuestra seguridad personal está inextricablemente ligada a la forma en que el mundo colabore en la lucha contra el cambio climático. Pero también sobre la próxima pandemia y el futuro de las nuevas tecnologías. Tenemos el fantástico universo de las tecnologías digitales, de las posibilidades con la IA y la computación cuántica que superan nuestra imaginación de lo que podría ser posible mañana. Pero junto a eso, si las naciones no trabajan juntas, estas tecnologías pueden convertirse en armas. Se convierten en herramientas de ciberdelincuencia o ciberguerra. Así que, de nuevo, las naciones tienen que trabajar juntas porque, de lo contrario, la amenaza a nuestra seguridad se convierte en absoluta.

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