La economía chilena se encamina a terminar con un decrecimiento en 2023. Si bien la cifra será menor a las previsiones que había a principios de año, cuando se esperaba una contracción de hasta 2%, el escenario más probable que esperan los expertos es el de una caída en el Producto Interno Bruto (PIB) que va entre 1% y 0,2%.

Esto, luego de que el Banco Central (BC) revelara en las cuentas nacionales que la actividad cayó 1,1% en el segundo trimestre, lo que se suma al retroceso de 0,8% que anotó la economía en el primer cuarto del año, sumando tres trimestres seguidos de deterioro. Con ello, el primer semestre el PIB se contrajo 1%.

¿Qué pasó en el segundo trimestre? La demanda interna disminuyó 5,6% -por cuarto trimestre seguido, como resultado de un consumo total que cayó 4,7%, donde el de los hogares que se contrajo 6,1%, mientras que el del gobierno subió 1,5%. Por su parte, la formación de capital bruta (inversión) fue la mejor noticia del reporte, con una leve subida de 1,6%, que quebró la tendencia negativa de los anteriores dos trimestres. En el desglose de esta variable, construcción y otras obras cayó 1,6% y maquinarias y equipos creció 6,6%.

Con respecto al comercio exterior de bienes y servicios, destacó la reducción en las importaciones de 13,2%, en línea con menores internaciones de automóviles, productos químicos y combustibles. Las exportaciones también cayeron, aunque en menor medida (-1,2%), debido principalmente a menores envíos de productos de madera, frutas y cobre.

En tanto, el gasto del PIB en términos desestacionalizados retrocedió, principalmente por las exportaciones netas. Este efecto fue compensado, en parte, por una aceleración en la inversión. El ingreso nacional bruto disponible real presentó un crecimiento de 3,1%, reflejo de un aumento en los términos de intercambio, acompañado de una caída en las rentas pagadas al exterior.

Asimismo, el ahorro bruto total ascendió a 22,1% del PIB en términos nominales, compuesto de un ahorro nacional de 18,9% del PIB y un ahorro externo de 3,2% del PIB, correspondiente al déficit en cuenta corriente de la Balanza de Pagos.

En términos de incidencia destacó el menor gasto en bienes no durables y, en menor medida, de durables. En el primer caso destacó el consumo de vestuario y alimentos, y en el segundo el de automóviles y productos tecnológicos. A lo anterior se sumó una caída en el consumo de servicios, particularmente en restaurantes y hoteles.

La menor producción minera tuvo fuerte impacto en la actividad económico en la primera mitad de 2023.

La caída observada en el PIB del segundo trimestre estuvo determinada, en gran parte, por las actividades de comercio, transporte, minería e industria manufacturera. En contraste, la actividad de electricidad, gas y agua presentó la mayor incidencia al alza, impulsada por la generación eléctrica.

El segundo trimestre tuvo un día hábil menos que el mismo período del año anterior, registrando un efecto calendario de -0,1 puntos porcentuales.

En línea con la política de revisiones de las cuentas nacionales, la tasa de crecimiento del PIB del primer trimestre se revisó dos décimas a la baja, de -0,6 a -0,8%. En tanto, el resultado de la actividad económica del segundo trimestre fue mayor en tres décimas respecto al cierre preliminar del Imacec (de -1,4% a -1,1%). Lo anterior se explicó, principalmente, por la incorporación de información actualizada para la elaboración de los indicadores de coyuntura.

Lo que viene

Debido a que el PIB cayó 1% en el primer semestre, durante la segunda parte del año la economía debería anotar un crecimiento también de 1% para que el PIB de 2023 sea nulo. Pero ese escenario no está en los cálculos de los expertos, los que si bien proyectan mejores cifras para la segunda parte del año, estas no alcanzan para lograr un repunte que permita cerrar el ejercicio con cifras azules. De esta forma, se consolida la noción de que el año completo registrará una contracción de la economía.

En la parte menos negativa de las previsiones se sitúa el economista del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC-UDP), Juan Ortiz, quien sostiene que los datos publicados por el BC muestran una economía que continua con una contracción anual del PIB por tercer trimestre consecutivo anual, liderado por la caída de la demanda interna. En este escenario, puntualiza, “es esperable que el segundo semestre la economía registre un mejor desempeño, con un alza anual de 0,5%, mientras que para el total del año el PIB se contraiga 0,2%”.

Pavel Castillo, economista en Corpa, prevé que los meses más contractivos ya pasaron, aunque anticipa que lo que queda de año “no será tanto mejor, ya que para el tercer trimestre proyectamos un crecimiento cercano a 0% y para el cuarto de 0,4%. Con esto, nuestra expectativa del año es un decrecimiento cercano al 0,4%”.

En la parte intermedia de las previsiones se sitúa el economista jefe de Bci, Sergio Lehmann, que si bien espera una recuperación para la segunda parte del año, dice que no alcanzará a compensar el mal desempeño que tuvo la actividad en el primer semestre. “Hacia el tercer trimestre prevemos que la actividad se mostrará más bien estancada, con un ligero incremento hacia el último cuarto del año. Eso reconocería que el ajuste habría en lo grueso concluido, lo que precisamente ha dado el espacio para que el Banco Central inicie un proceso de baja en la tasa de interés”, sostiene. Anticipa que el PIB del tercer trimestre será de -0,3% y el del cuarto tendría una leve alza de 0,2%. Con ello, tiene como escenario base una proyección de -0,5% para el PIB anual.

Una visión similar tiene el economista de Libertad y Desarrollo (LyD), Tomás Flores: “La menor base de comparación del segundo semestre de 2022 llevará a que a partir de septiembre sea más probable observar variaciones positivas del Imacec”. En cifras, prevé un PIB de 0% en el tercer trimestre y de 0,3% en el cuarto trimestre, y con ello una contracción de 0,5% para el año.

Tomás Flores, economista de LyD.

Priscila Robledo, economista jefe de Fintual, argumenta que “la caída de la actividad se explica por una demanda doméstica muy débil. En tanto, la contracción de las importaciones aportó de forma positiva al PIB, en un contexto donde la economía sigue corrigiendo los desbalances que se crearon con los estímulos otorgados durante la pandemia”. Así, bajo este escenario, la economista indica que “a pesar de que el entorno externo seguirá siendo complicado, esperamos que las cifras de actividad mejoren en la segunda mitad del año. No obstante, esperamos que el PIB de todo el año caiga cerca de -0,7%”.

Ya en la parte más negativa de las proyecciones se sitúa Banco Santander: “Mantenemos nuestra visión de que la economía mostrará una contracción de 1% en 2023, lastrada por una demanda interna que continúa débil”. En su análisis afirman que el consumo seguirá bajo debido a la fragilidad del mercado laboral y condiciones financieras aún estrechas.

Por su parte, mencionan que la inversión, si bien ha tendido a sorprender al alza, en línea con la revisión del último catastro de la Corporación de Bienes de Capital (CBC) para el año en curso, “hacia delante debiese mostrar moderación, toda vez que el flujo de nuevos proyectos de inversión aprobados ambientalmente ha caído de manera relevante en los últimos trimestres”.

Déficit de cuenta corriente se modera

El Banco Central también informó que, durante el segundo trimestre de 2023, la cuenta corriente registró un déficit de US$2.754 millones, el que, acumulado a un año, representa el 4,5% del PIB. De acuerdo al análisis de Banco Santander, esa cifra es mejor al -6,6% que se registró en el primer trimestre, aunque siendo además algo más deficitaria de lo proyectado. “Detrás de esto estuvo una caída de las importaciones (-13,2% a/a), en línea con la menor demanda interna, y de las exportaciones que tuvieron una contracción moderada (-1,2% a/a), incididas principalmente por el retroceso anual de la minería”, explican.

Por su parte, la cuenta financiera registró entradas netas de capital por US$1.817 millones, debido principalmente a la inversión extranjera directa, correspondiente a aportes de capital y préstamos de empresas relacionadas. Al cierre de junio, la posición de inversión internacional (PII) neta aumentó su saldo deudor respecto del trimestre precedente, ubicándose en US$53.767 millones. El resultado respondió al endeudamiento neto de la cuenta financiera y al mayor valor de las empresas listadas en la Bolsa de Comercio.

Asimismo, la deuda externa disminuyó en US$344 millones respecto del cierre de marzo, totalizando US$229.819 millones, cifra equivalente a 67,6% del PIB. La baja fue explicada principalmente por los bancos, que redujeron su deuda en US$2.139 millones, tras el retiro de depósitos por parte de inversionistas extranjeros. Por su parte, el menor endeudamiento del Banco Central y de las otras sociedades financieras también contribuyó a la reducción del saldo.

En contraste, la deuda de gobierno y de empresas de IED creció en US$1.226 millones y US$1.159 millones, respectivamente. En el primer caso, el aumento se asocia a la compra de bonos del gobierno por parte de no residentes, y, en el segundo, a préstamos recibidos por empresas desde sus relacionadas.