Aguas grises: el segundo tiempo de un recurso esencial para las ciudades
La recuperación del recurso proveniente de lavadoras, duchas y cocinas es clave para enfrentar la desertificación y el aumento de la demanda que sufren las urbes chilenas. En tanto, es necesario considerar que a pesar de sus beneficios, no son potables, por lo que es importante desarrollar una correcta política de gestión y respetar las regulaciones que se han desarrollado al respecto.
El agua gris es el recurso líquido residual proveniente de las tinas de baño, duchas, lavaderos y lavatorios, entre otras fuentes similares. Este excluye a aquellos elementos tóxicos o biológicos que usualmente desechan los hogares. Su potencial para el abastecimiento hídrico de las urbes es ampliamente aceptado, pero aún no se ha desarrollado por completo. Riego de parques y plazas, además de la mantención del espacio público, están entre sus principales beneficios para las ciudades.
"La desertificación y la reducción de los recursos hídricos de fácil acceso es una parte del problema, pues también existe una mayor demanda. Esto es lo que genera el estrés.
El sistema actual de las ciudades funciona trayendo agua desde una fuente, que en el caso de Santiago es el río Maipo, y mucho de esto termina en la red de alcantarillado. Entonces, el concepto de aguas grises propone que parte de ese recurso sea separado. Esto, sin enviarlo a una planta de tratamiento, sino que utilizarlo dentro del hogar o espacios urbanos", explica Jorge Gironás, investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable de la UC (Cedeus).
El principal objetivo de este tipo de recurso es reemplazar el agua potable en las actividades que no requieren de altos estándares de calidad. Se trata de una opción que permite una gestión sustentable de las fuentes hídricas de la ciudad, debido a su elevada disponibilidad y potencial en actividades de irrigación en parques y plazas, además de áreas comunes y espacio público.
"Mucha del agua que se utiliza en los hogares no está realmente sucia, por lo que no requiere un proceso como el que entrega una planta de tratamiento. Las cantidades de este recurso que podrían entrar en ese círculo son importantes, hablo de 60% o 70% de lo que se envía al alcantarillado. Por ejemplo, en una ducha se utilizan 100 litros, mientras que al día una persona consume 200 litros. Entonces, la mitad se ensució sólo con un poco de jabón. No hay materia orgánica abundante ni nada parecido", manifiesta Gironás.
Aun cuando es un tema que se mantiene en pañales, ya se han realizado los primeros avances al respecto. En febrero de este año se publicó la ley que regula la recolección, reutilización y tratamiento de aguas grises, proyecto que nació tras un abierto escenario de escasez hídrica por el que atraviesan las ciudades chilenas.
Entre otros, la ley establece y regula los sistemas de reutilización de las aguas grises, aplicable a zonas urbanas y rurales. Además, la iniciativa establece una diferencia entre este concepto y el de "aguas grises tratadas", "aguas negras" y "aguas residuales" y "las aguas servidas domésticas". En tanto, entrega al Ministerio de Salud el deber de dictar un reglamento que contenga las condiciones sanitarias que deberán cumplir los sistemas de reutilización.
"Muchos de los países desarrollados, como Estados Unidos y algunas de las potencias de Europa, ya tienen en práctica los sistemas de reutilización de aguas grises. Es bastante importante dar a conocer a la opinión pública el potencial de este recurso", afirma Ana Lucía Prieto y es académica de Ingeniería Civil de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.
Aunque también hay que tener ciertos resguardos de cara a su reutilización. "Cuenta con cierta carga patogénica, pues incluye algún contenido de coliformes. Pero es unos cuatro órdenes de magnitud menor que la que contiene el agua combinada de los hogares. Entonces, con un tratamiento mucho más liviano, se podría obtener una calidad de agua bastante buena para usarla en jardines y aplicaciones urbanas", destaca Prieto.
De cara a la utilización de aguas grises en espacios públicos, el Ministerio de Salud estableció una normativa con estándares máximos, los cuales consideran diversos aspectos como turbiedad y cloro libre residual.
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