En febrero de 2023, Aldo Lema proyectaba que la economía chilena podía registrar ese año un crecimiento levemente positivo o incluso acercarse al 1%. En ese mismo mes, la Encuesta de Expectativas Económicas que publica mensualmente el Banco Central y que recoge la visión del mercado, tenía como previsión una caída del Producto Interno Bruto (PIB) de 1,5%.
El tiempo y las cifras le dieron la razón al economista asociado del Grupo Security e integrante del Consejo Fiscal Autónomo (CFA), cuyo período en esa instancia termina el próximo 17 de mayo: el ejercicio pasado el PIB de Chile se expandió finalmente 0,2%. Para 2024, cuando las previsiones del mercado recién bordean el 2%, nuevamente es más optimista y prevé factible que la economía crezca entre 2% y 3%.
Chile en 2023 logró crecer 0,2%, tal como fue su proyección a principios de ese año. ¿Qué factores permitieron que la actividad no cayera?
-El consenso asumía una contracción del PIB que no se condecía con el entorno externo, ni con algunos factores locales. El contexto global no ha sido boyante, pero tampoco desfavorable para que la economía se contrajera 1,5% como se estimó inicialmente. En lo interno, más allá de la crispación política y las expectativas pesimistas, era esperable condiciones financieras menos restrictivas y cierto impulso del alto tipo de cambio real. Pero tampoco podía esperarse un gran repunte, porque Chile tenía que seguir deshaciendo los desequilibrios acumulados.
¿Por qué cree que persiste, en general, una perspectiva poco favorable para la economía chilena?
-Chile hoy está anclado a su bajo crecimiento potencial de 2% y a cierto reacople a la mediocridad de América Latina. Además, no se visualizan reformas, ni acuerdos políticos como en el pasado para mejorar. Tampoco un reimpulso externo. La segunda mitad de la década puede ser muy compleja para la economía mundial y los países emergentes, sobre todo si Trump vuelve a la Casa Blanca. En lo interno, a su vez, hay mucho escepticismo sobre una mejora en la calidad de la política, condición necesaria para mejores las políticas públicas.
Para este año, el mercado comenzó a ajustar su proyección de crecimiento hacia 2%, pero aún dista del 2,5% de Hacienda. ¿Cuál es su pronóstico esta vez?
-El escenario más probable sigue siendo que el crecimiento del PIB se ubique sobre 2% este 2024. Deberían venir alzas adicionales en las estimaciones del consenso y del Banco Central (BC).
¿Y esa expansión podría ser de 2,5% o más?
-Sí, es posible, a menos que se adelante el deterioro externo previsto para la segunda mitad de la década. Pero el rango más probable de crecimiento del PIB para este año es entre 2% y 3%.
¿Cuáles serán los impulsores de ese dinamismo?
-El escenario externo reflejado en una expansión mundial en torno a 3% y condiciones financieras globales menos restrictivas. Y a nivel local incidirían el relajamiento monetario y un alto tipo de cambio real. Si bien hay dudas sobre la consolidación fiscal, también pueden ayudar desequilibrios internos más acotados.
A nivel externo, ¿qué riesgos importantes aparecen en el horizonte?
-En lo inmediato, los mayores riesgos son cierta rebeldía inflacionaria en EE.UU. y problemas de reactivación en China. Pero el viento realmente en contra podría estar en la segunda mitad de la década si recrudece la guerra comercial, si hay crisis geopolíticas, si la Reserva Federal no afloja y el dólar se fortalece globalmente y caen los commodities. El retorno de Trump al poder en EE.UU. podría gatillar mucho de eso.
En Chile la inflación tardará más tiempo en volver a 3% y el consenso de mercado elevó la cifra de fin de año a 3,5%. ¿Lo comparte?
-Lo relevante, más allá de volatilidades de la inflación y del cierre puntual en 2024, es el riesgo de rebote más estructural. Este parece bajo, según las expectativas a uno y dos años, pero las presiones podrían crecer en un escenario de tipo de cambio alto, cierta reactivación e inercia salarial.
Entonces, ¿cuándo estima que la inflación volverá finalmente a la meta de 3%?
-La serie empalmada del IPC que está en 4,5% anual parece lejos de la meta, pero la serie referencial está más cerca y se ubica en 3,6%. Esta y la inflación subyacente son los indicadores relevantes para la política monetaria. Puede haber algún retraso en la convergencia, pero aún no parece preocupante.
¿El dólar será una fuente de riesgo para la inflación?
-Hay una parte importante del ajuste cambiario que obedeció a fundamentos, ya sea externos o internos. Por eso el alza ocurrió con expectativas de inflación ancladas.
Dado eso, ¿no hay razones para que el BC pueda intervenir, ya sea de manera verbal o bien adoptando alguna medida concreta?
-Ni las intervenciones verbales, ni las concretas en el mercado spot o forward son muy efectivas. Algún impacto tienen, pero muy acotado. El principal instrumento es la Tasa de Política Monetaria (TPM) y la guía del BC sobre su evolución. Si los niveles de tipo de cambio se reflejan en mayores expectativas de inflación, entonces puede recalibrar la TPM.
En el actual contexto, ¿cree que el BC moderará la magnitud de las bajas de tasas en las reuniones de abril y mayo?
-Tiene una menor urgencia de ser muy agresivo. Puede bajar menos y quedar “data dependiente”. Gran parte del relajamiento monetario ya se materializó. Por un lado, las tasas reales del gobierno, que son un buen indicador de la instancia monetaria, están planas en torno a 2,5% a lo largo de la curva. Ya bajaron significativamente. Y, por otro lado, hay algunas señales de reactivación, en un contexto de mayor incertidumbre sobre las tasas externas e inflación local.
¿A qué nivel ve la TPM a fines del año?
-La regla de política monetaria sugiere niveles más cerca de 5,%-5,5%, que del 4% definido por el BC como neutral.
¿Qué balance hace del BC en este ciclo?
-Salió relativamente bien parado de este quinquenio turbulento. Logró reencauzar la meta de inflación y sus expectativas, con un sacrificio acotado en la actividad. Además, puso y quitó con eficacia medidas extraordinarias para acomodar las crisis. Sin embargo, tuvo ciertos problemas comunicacionales en momentos y temas claves, que quizás acentuaron algunas volatilidades.