Alejandra Cox mira con preocupación la “falta de unidad” que hay en Chile. La economista que hoy en consejera del Instituto Libertad y Desarrollo, y que ha trabajado para el Banco Mundial, para el Banco Asiático de Desarrollo, que ha asesorado países en políticas de empleo, y ha sido profesora de la Universidad del Estado de California (EE.UU.), investigadora y autora y coautora de varios libros, cree que el gran problema que enfrenta Chile está más allá del coronavirus. “Me preocupa más la falta de unidad nacional frente a esta emergencia que las consecuencias de la emergencia misma”, señala en entrevista vía mail.
¿Cómo evalúa la forma en que los países han enfrentado esta crisis sanitaria?
-Hay que separar la reacción de los países de Asia, incluyendo a China, de la reacción del resto del mundo. China actuó muy irresponsablemente frente a los primeros indicios de amenaza del virus, manteniendo la información a puerta cerrada hasta la declaración China-OIS del 24 de febrero. Asia tenía experiencia previa con SARS, la cual sirvió para que algunos países tomaran medidas inmediatas.
¿Y el resto del mundo y Chile?
-La mayoría de los países no contaba con la experiencia previa y dolorosa de un SARS, y la contención del Covid-19 ha requerido un difícil proceso de aprendizaje y adaptación. Las medidas de control de fronteras tomaron más tiempo y la población se expuso a contagios sin conocimiento del peligro. El foco inicial de atención de las autoridades ha sido evitar una crisis hospitalaria, para lo cual era necesario imponer cuarentenas generalizadas, lo cual no elimina el virus, pero sirven para ganar tiempo. La suspensión de actividades requiere poner en marcha mecanismos de sustento al sistema económico. Chile lo ha hecho bien, se saca una buena nota por el momento, pero hay más pruebas por delante. México no pasa el curso.
¿Está en juego un dilema entre optar por la salud o por la economía?
-El reto es encontrar la forma menos costosa para superar la crisis. La pandemia nos obliga a invertir en atención hospitalaria de emergencia y a cambiar el comportamiento, lo cual tiene costos sociales y económicos aún en la mejor de las circunstancias.
La FAO alertó sobre problemas de hambruna, el FMI de un descenso del PIB (Producto Interno Bruto) de 3%, ¿qué opina usted respecto de estas advertencias?
-Es difícil llegar a los sectores informales que dependen de ingresos precarios, entonces evidentemente que pueden surgir casos de hambre. Es por eso que los gobiernos han reforzado los programas de ayuda directa a las familias, y han intentado reemplazar la cadena normal de pagos por acceso a fuentes de ingreso sustitutivas, como seguro de desempleo, postergación de pagos de impuestos, créditos, etc. La actividad económica del primer trimestre de 2020 cayó respecto al trimestre anterior, y se espera una mayor caída para el segundo trimestre.
¿Qué aspectos pesan en su evaluación positiva de la forma en que Chile ha enfrentado esta crisis?
-En contraste con muchos otros países, Chile contaba con una situación fiscal sana, que permite gastar y tomar deuda para hacer frente a este tipo de emergencia; además, cuenta con un sistema de salud bien preparado y con científicos que se pusieron a la disposición de emergencia desde el primer día. Se han tomado medidas apropiadas en lo sanitario, tanto así que el número de muertes por Covid-19 por millón de habitantes está en 15, muy por debajo de España (585), Italia (496), Francia (385), EE.UU. (231) o Brasil (44). Esta emergencia demuestra lo importante que es mantener la disciplina fiscal en periodos normales.
En ese sentido, hay exautoridades que han aconsejado en este episodio extraordinario “tirar la casa por la venta”, “toda la carne a la parrilla”. ¿Es el momento de hacerlo?
-“Tirar la casa por la ventana” es una pésima idea. La población en general percibe la importancia de mantener disciplina en la ayuda, cuyo objetivo es el sustento temporal de fuentes de ingreso interrumpidas por cuarentenas. Además, la crisis puede alargarse, con periodos de cuarentena seguidos de reanudación de actividades y nuevas cuarentenas. De manera que el esfuerzo fiscal, aunque temporal, se puede extender por muchos meses.
El FMI pronosticó una caída del 4,5% del PIB para Chile este año. ¿Qué hace falta para no terminar en una recesión así o peor?
-Falta una vacuna, los científicos están atareados, pero nadie sabe cuánto tiempo tendremos que esperar. Sin embargo, con la ayuda de información continua de nuevos casos, la disponibilidad de test y la cooperación de la población se puede intentar reanudar actividades, guardando el debido distanciamiento, el uso de máscaras, el lavado de manos y, por sobre todas las cosas, evitando las aglomeraciones de personas. Aun cuando se presente la caída pronosticada por el FMI para Chile, es posible que haya una recuperación rápida, pero todo depende de la capacidad de la sociedad como un todo de volver a la actividad económica con cambios de comportamiento, cambios que reduzcan los riesgos de contagio.
¿Qué le parecen los programas económicos implementados por el gobierno?
-En el intertanto, me parece correcto que se haya usado el seguro de cesantía para proteger ingresos de los trabajadores formales; que se entregue un ingreso familiar de emergencia para familias con ingresos en el sector informal, y que se inicie un esfuerzo para incorporar a los independientes al seguro de desempleo. Estas y las otras medidas del paquete económico intentan sostener al sistema económico durante esta interrupción forzada.
Aparte de los programas hacia los ingresos, se ha hablado de salvar a las grandes empresas por el riesgo sistémico que involucran. ¿Está de acuerdo, es necesario?
-Por supuesto que es necesario. La ayuda está orientada a las personas y a la protección de las fuentes de ingreso, y debe involucrar a las empresas porque son las que generan empleos. Las empresas que estaban funcionando bien son viables, y se las ha forzado a reducir producción o ventas, y necesitan pagar cuentas -que involucran a otras empresas y otros trabajadores-, entonces es preferible que sigan en pie para volver a funcionar. Por ejemplo, en EE.UU. se han usado cinco tipos de instrumentos con este fin: créditos para la pequeña empresa, que se convierte en ayuda si mantiene a todos sus empleados por ocho semanas o más; amplio acceso al seguro de desempleo; ayuda directa al sector sanitario; ayuda a los estados para gastos extraordinarios; y créditos para las medianas y grandes (incluyendo las aerolíneas) a tasa del 2%. En ciertos casos, estos créditos están sujetos a warrants, y de esta forma los contribuyentes, a través del Tesoro, participan de una posible apreciación del patrimonio de las empresas beneficiadas.
Respecto a ello, ¿cuál cree que es el mejor diseño para apoyar a las grandes?
-Proveer crédito estatal a las empresas que no tengan acceso a otras fuentes.
¿Se puede considerar la entrada del Estado a la propiedad de las mismas?
-Sí, se puede considerar la entrada del Estado a la propiedad de las empresas.
Tras esta pandemia, incluidos los instrumentos de apoyo, ¿es posible que Chile termine siendo más pobre y más desigual?
-Lamentablemente, es posible. Pero esto no es inevitable ni necesario.
¿De qué depende, qué le preocupa de la situación en nuestro país?
-Me preocupa más la falta de unidad nacional frente a esta emergencia que las consecuencias de la emergencia misma. Los medios avivan una cueca de discordia en vez de educar y ayudar a suavizar las diferencias. Es evidente que la pandemia no reconoce ideologías, nos hace vulnerables y más conscientes de la condición de vida de los demás. Esto contribuye a sembrar una semilla de unidad, que debemos cuidar, regar y alimentar.
¿Ve un escenario de riesgo si volvieran las protestas tras el fin de las cuarentenas?
-Depende de la rapidez con que se encuentre una vacuna; de evitar que las fuentes de empleo se pierdan; y de mantener el orden público. Si es que visualizo escenarios con nuevas protestas, la situación para la mayoría de la gente se pondrá muy difícil. En ese escenario, no se logrará atraer inversión y la crisis de corto plazo se transformará en una recesión prolongada.
¿En términos de empleo, ¿qué espera?
-En EE.UU., la tasa de desempleo alcanzó un 14,7% en abril, un aumento en 10,3 puntos porcentuales respecto al mes anterior, es la tasa más alta y el mayor salto mensual en la historia de la serie que parte en 1948. No sabemos cuántas empresas lograrán sobrevivir la emergencia, tanto en EE.UU. como en Chile u otro país. Algunas actividades requieren contacto directo con el consumidor, como los servicios personales (restaurantes, peluquerías); otras pueden incorporar teletrabajo, y en algunos casos, el periodo de espera puede ser demasiado largo, causando despidos permanentes y quiebras.
¿El escenario del desempleo puede ser peor que la crisis del 82 en Chile?
-Sí. No tenemos precedente para esta situación, pero no hay duda que la tasa de desempleo va a aumentar, que se puede duplicar.
¿Cómo enfrentarlo?
-Con programas de ayuda directa a las familias del sector informal; de beneficios de desempleo; de postergación de pago de impuestos; de protección a los empleos formales por la vía de ayuda a las empresas -postergación de impuestos, líneas de crédito, etc. Estos programas necesitarán recursos fiscales extraordinarios.