Restan poco más de dos meses para que se realice el plebiscito constitucional que definirá si se avanza o no hacia una nueva Carta Magna. Y si bien hasta ahora las distintas etapas se han ido respetando, para el exsubsecretario de Hacienda del gobierno de Michelle Bachelet y actual académico de la Universidad de Chile, Alejandro Micco, el escenario hoy es de incertidumbre. Esto, porque considera que hay algunos grupos que han tensionado este proceso. En materia tributaria afirma que el país no tiene mucho espacio para seguir subiendo la carga impositiva, pero apela a que se acelere la revisión de las exenciones, tal como se acordó en la reforma tributaria recién aprobada.
Ya llevamos cuatro meses desde que estalló la crisis social y todavía no se normaliza totalmente el país, y hay anuncios de nuevas manifestaciones en marzo. ¿Cómo analiza la situación actual y las posibles salidas al conflicto?
-Ya vamos para los cuatro meses y claramente el conflicto no se ha cerrado como uno pensaba que se podía hacer en un principio.
¿A qué cree que se debe?
-El manejo político del gobierno ha sido bastante mediocre. Se han cometido errores y frases desafortunadas como que el país estaba en guerra, junto con la falta de empatía de algunos ministros. En un primer momento se vieron luces de que la salida de la crisis estaba bien encausada, especialmente, cuando se lograron los acuerdos tributario, constitucional y de pensiones.
¿Y ahora esas luces que se vieron en un principio se están apagando?
-Uno podía pensar que el cambio constitucional, a través de un plebiscito, era una buena salida institucional, pero ha ido perdiendo fuerza. Hoy día estamos en una situación un poco más compleja, no sabemos cómo terminará siendo el plebiscito. Hemos tenido desgaste de la potencial salida a través de los acuerdos del Congreso, pero hay que ser optimista para encausar esas demandas que siguen presentes.
Una de las preocupaciones de empresarios y economistas es que el proceso constitucional generará incertidumbre para la economía, considerando además que serán dos años de discusión, ¿comparte esa visión?
-Una reforma a la Constitución no es un proceso fácil. No son temas triviales. Lo primero que se debe decir es que fue una decisión acertada partir con un plebiscito para validar este proceso y luego seguir con las elecciones de los constituyentes. Una buena Constitución tiene que reunir las distintas visiones del país. Es la cancha donde todos debemos jugar y por eso, debe ser inclusiva. Esto generará incertidumbre, claro que sí, pero hay momentos en que debemos pagar costos y este es el momento.
¿Ha visto una crispación en el ambiente político social que puede comprometer el desarrollo de este proceso?
-Esto no es un juego de buenos y malos. La Constitución la tenemos que hacer en un ambiente propositivo, de entender las distintas posturas, más que atacar a otros. Es el marco general y eso hay que entenderlo bien. No son las leyes particulares, sino que el marco en el cual queremos movernos. Es fundamental que la inmensa mayoría de los chilenos se sienta parte de esa cancha.
¿Cómo puede afectar a las expectativas un proceso constitucional de dos años?
-La discusión ordenada de la Constitución es clave para la economía. Y hoy hay grados de incertidumbre. No veo tan claro cuál será el camino. Si no se da en forma ordenada, podemos tener un problema económico importante. La economía está supeditada a lo político. Si hay una convulsión total, qué crecimiento vamos a tener. Para tener crecimiento tenemos que tener estabilidad política, por ello, el proceso constituyente es trascendental para el crecimiento económico.
¿Y ve que el proceso se encamina a resolverse de manera ordenada? Esto, porque durante las últimas semanas han salido voces de distintos sectores políticos que anticipan un debate bastante complejo.
-Hay niveles de incertidumbre grandes. Hay algunos sectores que parece que no quieren que esto termine bien, y han aumentado las tensiones más allá de lo prudente. Eso es complejo y peligroso, porque puede llevar a que esto desemboque en una situación de crisis. Hay riesgos, sería ingenuo pensar que no los hay. Estamos en una crisis institucional política importante, se puede salir muy bien o muy mal.
¿No está asegurado que el proceso se pueda realizar de manera ordenada?
-Hay sectores que están empujando para tensionar más la situación. Los grados de crispación son altos y eso es peligroso.
¿Se ha generado una sobreexpectativa de lo que la Constitución puede resolver en el corto plazo?
-Sí y por eso es importante bajar la expectativa que ha habido sobre la Constitución. En un momento se pensó que con la Constitución se van a poder hacer todos los cambios que la gente demanda. Hay que recordar y decir que una nueva carta fundamental no nos va a generar, per se, más empleo, mejores salarios, mejores pensiones, una mejor justicia. La Constitución es un marco importante, pero no es la bala de plata y eso es importante decirlo. El hecho de cambiarla no hará que el pan se multiplique. Por el solo hecho de tener una nueva Carta Magna no vamos a mejorar la distribución del ingreso.
En los temas económicos, ¿ve que se debe mantener la exclusividad del gasto público en el Ejecutivo?
-Hay que mirarlo en su conjunto. Más que centrar el análisis en quién tiene la potestad de generar gasto, ya sea el Ejecutivo o los parlamentarios, lo importante es ponerse de acuerdo en cómo se hace el chequeo final de ese gasto, si están las fuentes de financiamiento y de quién se hace responsable de que se cumpla. No es una discusión blanco o negro. Lo importante es decir y mantener que la responsabilidad fiscal es muy importante.
¿Usted votará por el "apruebo"?
-Eso es bastante personal. El tema que tenemos que pensar es cómo se avanza para lograr dar soluciones a la explosión social y cómo se canalizan mejor las demandas.
Una de las demandas que sigue estando presente, para un sector, es el cambio del modelo económico que ha primado en los últimos 30 años. ¿Es ese el problema?
-Primero decir que yo fui parte de la Concertación. Y lo que se hizo durante esos 30 años fue un tremendo avance para el país. Me siento orgulloso de muchas cosas que se hicieron, pero también creo que faltaron otras. Pero si me piden hacer un balance, este es positivo.
Pero algo no se hizo bien y por eso la ciudadanía está reclamando.
-Hay temas económicos pendientes como pensiones, mejorar la distribución del ingreso, pero también hay otros como la aplicación de la justicia ordinaria, temas de corrupción a nivel político, e institucional como Carabineros, y esa situación ha generado malestar, qué duda cabe. En pensiones nos quedamos un poco cortos, quizá se pudo haber hecho algo más, haber avanzado más rápido y no dejar descansar ese tema tanto tiempo.
José Ramón Valente dijo la semana pasada en PULSO que el progreso de Chile había alcanzado a todos, a algunos más rápido que a otros, y que ahora hay más acceso a bienes y servicios. ¿Cuál es su juicio al respecto?
-El país ha crecido, pero hay temas que siguen abiertos. Por ejemplo, en los años 90, la solución habitacional que se entregaba era un sitio con un baño y una cocina. Esa solución hoy día no tiene cabida, porque las sociedades a medida que van progresando van cambiando sus demandas. Y en eso nos fuimos quedando atrás, pero no quiere decir que los 30 años anteriores estuvieron malos, para nada, pero la vida es dinámica y cuando los países se desarrollan las demandas son otras.
¿Y cuáles son las demandas actuales?
-Un ejemplo de los problemas de hoy es la deuda comercial de las personas. En los años 90 no era tema, porque no había acceso al mercado financiero, en cambio ahora sí y eso genera otros problemas. Uno de ellos es por qué, de la noche a la mañana, la compra de una plancha a crédito genera una deuda que multiplica por tres el costo inicial de esa plancha. De eso debemos hacernos cargo.
Y en este problema, ¿falló el mercado?
-Hay temas de educación financiera, de regulación, temas tan simples como tener los datos consolidados para saber la carga de deuda que tiene cada persona. ¿Cuánto tiempo hemos estado paralizados en el proyecto de deuda consolidada? Todos supimos que en algún momento hubo presiones del retail y la banca. Hay materias pendientes, qué duda cabe, pero decir que está todo malo, de esta boca no va a salir, porque no lo creo. Se avanzó como país.
Otra de las críticas que se ha hecho a los últimos gobiernos es que no se ha relevado el crecimiento y que eso afecta el desarrollo y la redistribución de los ingresos.
-En los últimos 6 años la economía no ha crecido en términos per cápita. La economía dejó de crecer. Chile tuvo un crecimiento muy fuerte en los primeros años de la Concertación. Ayuda a hacer más fácil la redistribución de los ingresos.
¿Le faltó al gobierno de Michelle Bachelet, del cual usted fue parte, dar una mayor relevancia al crecimiento?
-Es injusto decir que no hubo relevancia al crecimiento. En ese período el escenario externo no fue favorable para Chile. El problema del crecimiento se debe también a que empezamos a chocar contra cosas estructurales como la educación o la poca inversión en innovación del sector privado.
Si bien el ministro de Hacienda ha señalado que no habrá otra reforma tributaria, los parlamentarios de oposición siguen insistiendo en la necesidad de allegar mayores recursos, ¿hay espacio para aumentar la carga impositiva?
-El tema principal ahora es ampliar la base más que la tasa, porque no hay mucho espacio para subir el impuesto de primera categoría más allá de 27%. La carga tributaria no se puede aumentar al infinito, tiene que estar de acuerdo al grado de desarrollo. Se puede pensar que bajando o modificando las exenciones se puede subir un punto más la carga tributaria, eso es factible.
El gobierno anunció que en marzo se convocará a una comisión para revisar las exenciones, ¿cuáles son las que se deben modificar?
-Espero que se nombre pronto esa comisión. Y ahí una de las materias que se pueden analizar es el impuesto a la herencia. También la renta presunta y la ganancia de capital.
¿Por qué no se evaluaron estos impuestos en la reforma de Bachelet?
-Nosotros abrimos muchos flacos. Fuimos muy ambiciosos, nadie quiere pagar impuestos, todos creen que son clase media y que otros deben pagar más.
¿Qué otro impuesto se puede modificar?
-Las contribuciones. Ese un tema que no le gusta mucho a la gente, pero en Chile siguen siendo bajas. Se puso este impuesto a las viviendas sobre $400 millones, eso está bien, pero falta.
¿Es viable políticamente subir las contribuciones?
-Primero hay que decir las cosas como son: el 80% de las viviendas está exenta de impuestos. Aumentar a algún grupo en particular se debe analizar, veamos la mejor forma de hacerlo para hacer más progresivo el sistema.