La extensión del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) hasta noviembre por parte del gobierno, en su actual versión universal, encendió las críticas de los economistas, principalmente de centroizquierda. La universalización versus la focalización nuevamente se pusieron sobre la mesa. Y esta vez, al contrario de lo que pasó en la primera parte de la pandemia, los reparos apuntan al exceso de universalización por parte del Ejecutivo, lo que en las actuales condiciones no se justificaría, según los cuestionamientos. “Existe una liquidez muy grande en la economía. A nivel agregado el ingreso disponible de los hogares está siendo más alto de lo que había antes de la pandemia. Puede que en algunos hogares esa situación no suceda, por eso es necesario volver a la focalización para atender a los hogares más afectados y darles una solución más permanente”, sostiene el académico de la Universidad de Chile y exsubsecretario de Hacienda, Alejandro Micco.
Advierte que “estamos llegando a un momento en que los recursos fiscales pueden comenzar a faltar. Si se continua así, con aportes sin focalización, no se podrán financiar otras políticas públicas necesarias y que van a las personas que más lo necesitan”.
Debate y críticas de un sector del mundo técnico ha generado la extensión del IFE universal por parte del gobierno. ¿En qué posición se ubica usted?
-Lo primero que hay que decir es que retirar el apoyo a los hogares y las personas que están siendo afectadas por la crisis sanitaria no era una buena política. Tenían que mantenerse los apoyo a la ciudadanía, pero el tema principal es que las ayudas tendrían que haber tenido un giro, pasando de los apoyos universales a unos centrados en el empleo. El problema es que el gobierno hizo esta ampliación del IFE sin cambiar nada en los montos de transferencias ni la cobertura. El esfuerzo que hace para incentivar el empleo es muchísimo menor que los montos del IFE. Estamos hablando de US$ 500 millones para apoyo al empleo y US$ 6.400 millones para el IFE. Ahí hay un desbalance importante. Es la primera observación.
Pero una de las críticas que se le hizo al gobierno fue su excesiva focalización el año pasado y ahora, cuando extiende la ayuda universal, también se le pega. ¿Es por el momento en que lo hace?
-Uno podría haber pensado que cuando comenzó la pandemia, y dada la premura de hacer las transferencias, se podría haber sido más laxo en la ayuda y entregarla sin focalización. Pero ahora ya llevamos un año y seguimos con una política que no está focalizada en quienes lo requieren más. Estamos llegando a un momento en que los recursos fiscales van a comenzar a faltar. Si se continúa con aportes sin focalización, la situación será compleja. No se podrán financiar otras políticas públicas necesarias y que van a las personas que más lo necesitan. Por ejemplo, ¿qué les vamos a seguir diciendo a esas 800 mil familias que no tienen viviendas? Estos recursos que estamos gastando les quitan espacio a otros sectores que lo requieren mucho más. Lo prudente era empezar con cierto grado de focalización, haber pasado del 100% al 80% o al 70%, de tal forma de hacer la transición de forma más clara y fortalecer el empleo.
¿Faltó, entonces, pasar a un apoyo más decidido para recuperar el empleo?
-El mayor problema que hay es el empleo. Si uno ve los últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas, todavía seguimos con una brecha de puestos de trabajo de cerca de un millón de personas. Este es un problema que puede ser bastante complicado de solucionar en el corto y mediano plazo. Y si no lo solucionamos, vamos a tener que seguir gastando en apoyo a los hogares. La única forma de sacar todas las transferencias a los hogares es que el empleo se recupere a niveles precrisis, pero estamos lejos todavía.
¿Eso debió comenzar ahora?
-En esta etapa deberíamos haber hecho cambios mucho más decididos en términos de empezar a decir que estas transferencias tienen que ir terminando. Eso se hace, primero, quitándoles los recursos a quienes menos lo necesitan. Esa es una señal importante que se debía dar, pero no ocurrió. Estos recursos que se iban liberando podrían pasar a apoyos en el empleo. La única recuperación más permanente es el empleo. Podríamos haber dicho US$ 5 mil millones de gasto para IFE y US$ 2 mil millones en planes de empleo mucho más potentes. Se podría incluso haber realizado planes de reconversión, de capacitación y haber utilizado esos recursos en esas políticas. Es muy complejo dar la señal de que esto está siendo permanente. Lo complicado es que esto está llegando hasta diciembre, mes en que es probable que haya un presidente electo y tenga que dar la mala noticia de que este programa tiene que ir terminando.
Pero este mayor gasto comenzó cuando se discutieron los mínimos comunes, donde la oposición jugó un rol importante al pedir la universalidad del IFE. En ese momento, ¿ya era excesivo?
-Una cosa era lo que pasaba a principios de año, cuando se discutieron los mínimos comunes. En ese momento se planificó que los recursos se mantuvieran hasta mitad de año, pero otra es lo que está pasando ahora, que llegarán hasta noviembre con pago en diciembre. Allí estaba presente el invierno y sus complejidades. Desde el año pasado el tema del empleo era urgente y quizá era mejor desde ese momento, desde los mínimos comunes, haber tenido un sesgo mayor a los temas de empleo, pero eso ahora se hace más urgente todavía.
¿Estará presente la interrogante de si en diciembre se termina la entrega del IFE?
-Era mucho más justo, en términos políticos, que ya estuviera claro cuál será la transición de la disminución de este gasto hasta fin de año. Alguien podrá decir ‘se extendió sólo por dos meses, pero no es creíble que después de haber tenido un beneficio tan generoso hasta noviembre, este se vaya a cero’.
¿Hay riesgo de que se siga extendiendo?
-No sé. Políticamente no sé lo que pueda pasar. Como han ido pasando las cosas, no sé si alguien va a tener la disponibilidad de poner su capital político para decir que esto se irá reduciendo. Es muy complejo. Además, está todo lo relacionado con el cambio de gobierno. Nadie está dispuesto a gastar su capital político y eso queda reflejado en que todavía hay candidatos que están por el cuarto retiro del 10% de los fondos de pensiones.
Esta extensión del IFE el gobierno la jugó como una carta para frenar el cuarto retiro. ¿No era válido, considerando que las veces anteriores se le criticó por no hacer nada para detener esos proyectos?
-Está esa presión política del cuarto retiro y el gobierno está intentando frenarlo. Este gobierno ha tenido también un problema político, y lo económico está relacionado con el manejo político que, en este caso, ha sido inadecuado. Todo esto está terminando con una situación de mal gasto y de estar hipotecando el futuro económico del país, porque el gobierno no ha tenido la capacidad política de manejarse en los momentos críticos.
¿Pero qué margen de acción tiene el gobierno considerando cómo ha actuado el Congreso? Un ejemplo de ello es que esta semana fue el presidente del Banco Central, Mario Marcel, a entregar argumentos técnicos de los problemas que generaría seguir con los retiros y no fue escuchado por la oposición. Más aún, fue acusado de estar desconectado de la realidad y de ser parte de la élite.
-Es complejo y más aún en un periodo electoral. Los diputados están pensando en su elección. Pensar que el Banco Central está desconectado de la realidad y que todo el mundo es una élite económica es injusto. Se debe comenzar a decir que la realidad nos está tocando la puerta. Hay que decirlo con claridad que los recursos no son infinitos, que los fondos previsionales no son infinitos. Hay que empezar a plantearlo. El problema no es sólo de los parlamentarios, sino que también de los candidatos presidenciales. No se entiende que sigan presionando para un cuarto retiro. Esa persona no está haciendo lo correcto ni justo con el devenir de Chile. Algunos candidatos se trataron de mostrar más prudentes, pero al día siguiente, ante el primer canto de sirena, cambiaron de opinión.
Usted fue subsecretario de Hacienda, ¿qué hubiera hecho en una situación como la actual?
-El gobierno debió haber abierto más la cancha y no estar siempre peleando y actuando de manera reactiva. A modo de ejemplo, hubiera sido mucho mejor tratar de juntarse con la Comisión de Hacienda del Senado y decir que estaba dispuesto a abordar temas tributarios como las exenciones. Ahí había ventanas importantes de llegar a acuerdos. También estaba la posibilidad de acuerdos en temas de evasión y elusión, de abrir el secreto bancario. Si bien otra cosa es con guitarra, eso habría hecho, abrir la cancha y no estar siempre pegándome con la misma muralla, si además estoy perdiendo.
¿Habría tenido mejores resultados?
-Cuando se entra en esa conversación de cuántos son los montos de transferencias que se le darán a la ciudadanía, el populista siempre ganará. Estamos en una situación donde casi nadie ha tenido el coraje de poner su capital político, de que la realidad existe y que no se puede mantener estos niveles de gastos. Por eso era mejor buscar acuerdos en otras materias y tratar de ampliar el abanico de temas.
¿Hoy la situación fiscal ya es crítica?
-El nivel de gasto público que estamos teniendo no es sostenible en el tiempo, tenemos que darnos cuenta que el país como un todo y el Estado son más pobres. Las políticas de apoyo tienen que ir dando cuenta de que en algún momento nuestra capacidad de endeudamiento se verá reducida y los fondos ahorrados también. Tenemos que empezar a ver de qué forma vamos a empezar a ir retirando estos recursos, considerando que muchos de estos estímulos están llegando a sectores de la población que no los necesitan. Estamos con un nivel de focalización nulo. El IFE de ahora no tiene ninguna focalización.
¿Cómo quedará el escenario para los próximos años?
-La situación fiscal es compleja. Será difícil bajar el gasto público el próximo año, pero sí se puede redireccionar a subsidios de empleo. El próximo gobierno tendrá una mochila fiscal muy pesada. Cuando uno analiza las cuentas fiscales, son complejas. Viendo el último Informe de Finanzas Públicas, la evolución de la deuda no parece tan mala, pero eso tiene un supuesto de un recorte del gasto fiscal sin precedentes, situación que no es creíble. Un ajuste de 5 puntos del PIB no es creíble. Es imposible de realizar en términos políticos y en un escenario de recuperación. La situación fiscal es compleja. No quiero decir que estamos en el barranco, pero es algo que debemos estar mirando de cerca.P