Nació en Argentina, pero tiene la nacionalidad mexicana. Alejandro Werner, exdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), creció y estudió en Ciudad de México y llegó a ser subsecretario de Hacienda entre 2006 y 2010.
En entrevista con Pulso, el doctor en Economía por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y actual director del Instituto de las Américas de la Universidad de Georgetown, repasa los principales desafíos que tienen las economías emergentes para este año.
“Los mayores riesgos para las economías emergentes este año vienen de las tensiones geopolíticas en el mundo”, afirma Werner, quien será el martes próximo el principal orador del XVIII Seminario sobre Mercados Globales titulado “Perspectivas para EE.UU. y los mercados emergentes: Oportunidades y riesgos”, organizado por Larraín Vial en el hotel W. En Chile, Werner también lanzará, en la Unab, el libro “La Argentina en el fondo. La intimidad de la la lucha con el FMI”.
Tras la caída de la inflación en gran parte del mundo, ¿cómo avizora el panorama de ahora en adelante para los países emergentes?
-La inflación tuvo una reducción muy importante en 2023 en los mercados emergentes y en las economías avanzadas hubo una caída mucho mayor a la esperada, sobre todo en la segunda mitad del año pasado. Lo que se está esperando para 2024 en el mundo avanzado es que lo que ya hemos visto en América Latina en el 2023: que Estados Unidos comience el ciclo de reducción de tasas al igual que en Europa.
De todas formas, tal vez los mercados pecaron en exceso de optimismo hacia el final del año 2023, apostando a bajadas muy agresivas de tasas, tal vez de 125 puntos base en EE.UU. y montos similares en Europa. Los datos de inflación de diciembre y enero no fueron tan buenos como se esperaba. La actividad siguió dando datos relativamente positivos, sobre todo en Estados Unidos, lo cual generó un redimensionamiento de las expectativas. Es posible que el ciclo de reducción de tasas empiece en 2024, pero un poco más tarde y de manera menos profunda de lo que se esperaba.
Todo esto es bueno para los mercados emergentes. Va a permitir que sigan los descensos de tasas de interés en algunos de ellos. Por ejemplo, en Chile es muy probable que terminemos el año con una tasa de inflación en el objetivo. En los otros mercados tal vez el logro del objetivo de inflación se retrase un poco más, pero vamos a ver la continuación del ciclo de reducción de tasas de interés en América Latina.
¿Cuál es el mapa de riesgos que enfrentan las economías emergentes?
-El primer riesgo es que la última etapa del proceso desinflacionario en los países avanzados se retrase más de lo esperado y sea más costoso. Es decir, que se requiera una desaceleración más rápida y que, por lo tanto, las tasas de interés tal vez no bajen. Eso podría llevar a que los mercados muestren alta volatilidad y movimientos negativos por la subida de tasas de largo plazo, lo que impactaría en los tipos de cambio y el crecimiento económico en América Latina.
En el segundo lugar, están los riesgos geopolíticos. Hace mucho tiempo que la economía mundial no estaba atravesando por un nivel de tensiones geopolíticas como las que vemos ahora. Con una perspectiva de mediano plazo, el conflicto entre Estados Unidos y China ha migrado de ser un conflicto comercial a ser un conflicto económico que afecta los flujos de inversión, que afecta también la localización de empresas y los derechos de propiedad en términos de tecnología.
Adicionalmente, mientras el conflicto entre Rusia y Ucrania continúa y podría derivar en escenarios negativos, el conflicto en el Medio Oriente mantiene un potencial de expansión latente. También está el conflicto de mediano plazo entre China y Taiwán. Entonces, esto abre un mundo donde se pueden materializar de estos riesgos geopolíticos importantes.
En tercer lugar, hay que tener en cuenta que América Latina ha estado caracterizada en los últimos años por un nivel de polarización y tensiones políticas importantes. Entonces, podríamos ver algunos efectos de fricciones en el entorno político doméstico y ahí el país donde debería estar el foco es México, el que tiene elecciones presidenciales en junio.
Donald Trump tiene altas posibilidades de competir en las elecciones de Estados Unidos en noviembre próximo. ¿Cuál es el escenario y los riesgos que enfrenta EE.UU. si Trump llega a la Casa Blanca?
-Es un riesgo importante. El gobierno anterior de Donald Trump no fue negativo en términos económicos para las economías emergentes y tuvo un desempeño normal, aunque luego fue afectada por la pandemia. Los grandes riesgos ahora vienen por el lado institucional, que en un contexto geopolítico más complejo pueda tener implicancias importantes en las economías y en los mercados.
Un gobierno de Trump que tenga un sesgo a forzar a Ucrania a una negociación con Rusia que sea ventajosa para este último, tendría efectos muy importantes en Europa y afectaría los niveles de inversión, probablemente también las finanzas públicas, por la necesidad de incrementar el gasto militar de manera muy importante en Europa. También con un gobierno de Trump podríamos tener una probabilidad importante de que el conflicto en el Medio Oriente se expanda. Para América Latina también habría una mayor incertidumbre con respecto a la relación de Estados Unidos y China. En la medida que Estados Unidos exacerbe los conflictos con Asia y con Europa, América Latina tiene que ser aliada de EE.UU.
En resumen, los mayores riesgos para los emergentes en 2024 vienen del ámbito geopolítico…
-Sí, los mayores riesgos para las economías emergentes este año vienen de las tensiones geopolíticas en el mundo. También hay que decir que durante la próxima campaña presidencial en Estados Unidos la volatilidad de los mercados podría aumentar: existe la posibilidad de que haya muchas propuestas eventualmente negativas para México, por ejemplo, en los temas del tráfico de drogas y migratorio. Sin embargo, si Trump llega al gobierno, México puede llegar a un acuerdo en esos temas. En materia de commodities y exposición comercial a China, claramente los países de Sudamérica podrían ver volatilidad durante el período electoral en EE.UU., aunque mucho de eso ya ha sido incorporado por los mercados.
En este escenario, ¿cuáles son las oportunidades que se abren para los inversionistas?
-En la parte de la economía real, una gran oportunidad es este tema que se ha venido a llamar nearshoring, que es la reubicación de plantas manufactureras de Asia a otros lugares; una parte muy importante va a ir de regreso a Estados Unidos. La parte más importante que le tocaría a América Latina se va a localizar en México y después vamos a ver algo en Centroamérica, Colombia, Costa Rica, etcétera.
La otra gran oportunidad para América Latina en el mediano plazo es la transición energética. Siendo América Latina gran productor de cobre, gran productor de litio y otros minerales y también teniendo este pulmón del mundo que es el Amazonas, y gran generador de energía renovable, puede dar lugar a que América Latina sea un productor importante de hidrógeno verde, por ejemplo.
Si América Latina implementa las políticas correctas, pueden ser años muy buenos para la región en la próxima década, pero si no se acompañan estos vientos de cola del exterior con un avance importante en las reformas estructurales, entre otros, va a volver a ser otro ciclo de commodities importante, pero sin incluir un ciclo de crecimiento de mediano plazo en donde veamos convergencias a niveles de ingresos per cápita de economías desarrolladas.
A casi tres meses de la llegada de Javier Milei al poder, ¿cuál es su evaluación de cómo ha manejado el escenario político y económico en Argentina?
-Lo evalúo positivamente. El presidente Milei sorprendió cumpliendo los compromisos de campaña en el ámbito macroeconómico. Anunció muy rápidamente su compromiso de eliminar el déficit fiscal y de no emisión monetaria por parte del Banco Central; llevó a cabo una devaluación del tipo de cambio oficial muy importante, aunque esté percibiendo una caída económica importante. Se ve que el presidente está convencido y va para adelante, y eso es una noticia muy buena. El presidente entiende que es mucho mejor hacer este ajuste rápido, cuando tiene capital político, que extenderlo y nuevamente estar sujeto a una incertidumbre política que probablemente haga muy difícil la continuación de este ajuste más adelante.
En segundo lugar, llevó a cabo también medidas que fueron muy bien recibidas por los mercados en el ámbito de la regulación, pero que varias de ellas están trabadas en negociaciones y procesos judiciales. Pienso que hay disposición del centro político de Argentina de apoyar este ajuste y se va a llegar a un acuerdo.
La pregunta ahora es hacia dónde nos lleva esto y creo que se llegará a un resultado donde se evita una hiperinflación. Ahí la gran disyuntiva va a ser si Argentina al final de este año decide dolarizar o no. Esa va a ser una pregunta muy importante en la negociación con el FMI.
Estimo que cuando Milei cuente con un nivel de reservas internacionales relativamente suficiente, va a estar dispuesto a tomar riesgos y dolarizar, porque va a ser la única manera de llegar a una inflación de un dígito anual al final del año 2025, y con eso generar una recuperación general económica un poco más rápida, lo cual tiene impactos importantes en el bolsillo de la gente.
Chile está dejando atrás los altos niveles de inflación también. Sin embargo, el crecimiento seguirá siendo modesto, al igual que el promedio de los últimos 10 años. ¿Cuáles son las perspectivas que avizora para la economía chilena?
-Coincido con esas perspectivas de corto plazo. Sin embargo, cuando uno ve la conflictividad social en América Latina y cómo se ha manifestado en el ámbito electoral, uno ve a Chile como un país en donde se ha respetado la institucionalidad.
Las diferencias de opinión que se plasmaron en el proceso de reforma constitucional y luego en el rechazo de los proyectos de nueva Constitución fueron aceptados por las partes. Los resultados electorales no son cuestionados por las partes. Eso le va a dar una fortaleza importante en el mediano plazo a Chile. Todo esto en un contexto en el cual Chile también es una economía que está muy bien posicionada para este futuro de transición energética.
Soy optimista con Chile en el mediano plazo, porque tuvo un stress test institucional importante del que salió muy bien parado. Tiene una situación macroeconómica debilitada con respecto a lo que Chile nos tenía acostumbrado, pero en general es buena respecto del resto de la región.
Esperaría que el próximo gobierno, ya sin el centro del esfuerzo político en la reforma constitucional, se enfoque en restablecer ciertas de las columnas vertebrales de una economía chilena que nos tenía acostumbrados a ser una de las economías líderes en América Latina. En el corto plazo, todavía veo que la falta de inversión por varios años sigue siendo un elemento que retrasa la recuperación más agresiva de la economía chilena.
Comparado con lo que veo en México o lo que se está viendo en Colombia, el Presidente Boric no cuestiona la legitimidad de los otros poderes del Estado, cuando los otros poderes del Estado deciden ir en contra de sus propuestas. Entonces, ese ADN democrático es muy claro en la política local. Vemos un Presidente de izquierda que se dio cuenta que el centro político del país no está donde están sus propuestas. Cuando uno lo compara con lo que se ve en el resto de América Latina, terminó siendo un Presidente de izquierda mucho más respetuoso de las instituciones, mucho más serio, y creo que eso al final va a terminar fortaleciendo a Chile.