El exministro de Economía y Empleo de Portugal, Álvaro Pereira, asumió en junio pasado como nuevo economista jefe de la Ocde, institución de la cual es parte hace una década, ya que era el director de la Subdivisión de Estudios por Países.
En su primera entrevista en su nuevo cargo con un medio chileno, el economista señala a Pulso que Chile no ha perdido su buena fama tras la crisis social de 2019, pero sí alerta sobre trabas que están perjudicando el crecimiento y la inversión, como la permisología y las incertidumbres de carácter político. Asimismo, plantea que hay que poner el foco en el crecimiento de largo plazo, junto con seguir aumentando la protección social.
Sobre el aumento de la criminalidad en la región, Pereira dice que es un punto de preocupación y anticipa que están preparando un trabajo con el FMI sobre el tema.
¿Cómo está viendo la situación económica en América Latina? ¿La región se sigue quedando atrás?
-Depende de qué país estamos hablando, pero si hablamos de los más grandes, tenemos una proyección bastante buena en Brasil, con un crecimiento de cerca de 3%. Tenemos países como Chile que están más o menos bien en términos de crecimiento. Perú también está creciendo de forma apreciable. Pero después tenemos México, que creció mucho menos de lo que se esperaba, por menores importaciones realizadas por Estados Unidos de productos mexicanos, y Colombia que ha tenido un crecimiento mucho más bajo por la inversión, que ha disminuido bastante. Ese es el clima general en términos de crecimiento en América Latina, no es espectacular, pero con crecimiento. Y, claro, después tenemos a Argentina, donde hay una recesión este año, pero nosotros prevemos que la economía argentina puede recuperar bastante el próximo año. Por eso tenemos una recuperación en muchos países de América Latina en términos de crecimiento. Las tasas de interés van a ayudar también al consumo y a la inversión en muchos países. Pero América Latina continúa creciendo menos que, por ejemplo, Asia o Europa del Este, o incluso partes de África. Y la cuestión es que las perspectivas son un poco mejores ahora en América Latina, pero todavía no estamos hablando de un crecimiento como nos gustaría.
Ese escenario de bajo crecimiento es problemático también para poder cumplir con las demandas sociales en la región...
-Claro. Chile es un buen ejemplo de cómo el crecimiento puede bajar bastante la pobreza. En otros países también pasó, pero Chile ha crecido bastante más que otros países en América Latina y eso ha ayudado a bajar bastante la tasa de pobreza y disminuir también las desigualdades. Pero eso se logró en Chile porque durante décadas ustedes, independiente del color del gobierno, mantuvieron una agenda de reformas, reformaron los impuestos, reformaron las pensiones, reformaron el clima de negocios. Todo eso ha sido importante para que Chile pudiera mantener una tasa de crecimiento fuerte. Otros países de la región no hicieron lo mismo. Entonces, nosotros continuamos pensando que hay países, por ejemplo, que a diferencia de Chile, que tiene bastantes acuerdos comerciales, son demasiado cerrados. Si mira a Argentina, tienen muchas barreras comerciales en relación a otros países. Incluso Colombia es demasiado cerrado comparativamente a países como Chile o Perú.
¿Qué se debe hacer al respecto?
-Pensamos que para aumentar el crecimiento potencial se tienen que bajar las barreras del comercio en la región. Nosotros hace unos años hicimos un estudio en el que intentamos ver cómo funcionaban las cadenas globales de valor y América Latina es casi una isla. Mientras tenemos Asia superconectada, con muchísimas conexiones, y tenemos Europa y América del Norte también. Los dos continentes en que hay mucho menos conexiones en términos comerciales de cadenas de valor son América Latina y África. Y por eso abrir el continente continúa siendo algo importante. Pero otra prioridad tiene que ser la tasa de informalidad laboral, que es muy alta en muchos países, aunque en Chile el problema no es tan grave. Por ejemplo, tenemos en Perú tasas de informalidad de cerca de 80%, en Colombia de 56%. Lo que significa esto es que tienes mucha población que no está integrada y no recibe protección social como debería. Son actividades mucho menos productivas y el potencial del PIB no es aprovechado. Entonces, nosotros pensamos que combatir la informalidad debe ser una prioridad total en muchos países para aumentar la inclusión, disminuir las protestas y las desigualdades que todavía permanecen en la región. Pero también para aumentar el crecimiento potencial. Y algo que es fundamental y que ha sido muy afectado también durante la pandemia, es la cuestión de las competencias, de la educación. Con la pandemia se agravó un poco el problema, porque las escuelas se cerraron en América Latina durante mucho más tiempo que otras regiones del mundo. El otro tema importante es las brechas de género, que son muy altas en muchos países. Hay muchas mujeres que no están trabajando y eso tiene un impacto grande cuando tienes parte del mercado del trabajo que no está contribuyendo al PIB potencial.
Usted habló de las reformas que hizo Chile en las décadas pasadas, enfocadas en el crecimiento. En esa época se transformó en una “estrella” en la región. Pero los últimos 10 años dejó de crecer a ese ritmo y se estancó. ¿Cómo está viendo a Chile hoy en relación a lo que era hace una década?
-En el crecimiento excepcional que Chile tuvo había dos grandes razones. Una, las reformas y también una agenda de apertura de la economía chilena al mundo, con acuerdos comerciales, con bajar las barreras que existían en muchos sectores, y eso ha ayudado mucho al crecimiento. Y la segunda razón es que Chile es un gran productor de materias primas, principalmente de cobre, y durante dos décadas o década y media, tuvieron el superciclo de los commodities, que fue impulsado principalmente por el crecimiento espectacular de China. Eso ayudaba bastante a la economía chilena, pero yo estoy convencido que Chile no habría crecido tanto si no fuera por las reformas. De hecho, tenemos otros países de la región que exportan casi tanto como Chile en términos de commodities y otros países que exportaban más, y no han crecido tanto como Chile. Ahora, los últimos años, en términos de precios, las materias primas bajaron mucho. El precio del cobre no está malo, pero la demanda no es tanta como era antes. Y eso tiene un impacto en la economía chilena. Y otro tema, es un poco de incertidumbre, como sabemos, y eso también no ayuda mucho la inversión.
¿Incertidumbre regulatoria?
-Sí, incertidumbre regulatoria, pero política también, que tiene un impacto en la inversión, en el consumo.
En los próximos días se cumplen cinco años de las protestas de octubre de 2019 en Chile. A partir de ese hecho, ¿hubo un cambio en la percepción del país desde el exterior?
-Primero, es importante poner las cosas en perspectiva. Percibimos que Chile ha logrado avances notables en la mejora de los resultados sociales, como la reducción de la pobreza y desigualdad durante las últimas décadas. Solo para dar un ejemplo, la pobreza disminuye de cerca de 29% en 2006 a cerca de 6,5% en 2022. Hubo un avance muy grande. El Gini, que es el indicador de desigualdad, bajó durante esos 20 años de 0,48 a 0,44, y eso ha sido logrado por el fuerte crecimiento económico y por las reformas que ustedes han hecho. Pero claro, nosotros sabemos que todavía las desigualdades permanecen, pero mucho menos que en otros países como Colombia, Costa Rica y otros. De estos cinco años, el primer año o año y medio, la gente se quedó un poco con la sorpresa de lo que estaba pasando en Chile. Pero Chile continúa teniendo una imagen muy buena en el mundo, un país reformista, un país en el que el gobierno está interesado en hacer las reformas necesarias para aumentar la protección social y para disminuir los problemas.
¿Se mantiene entonces una buena imagen?
-Tiene una imagen muy buena afuera, un país que se ve como reformista y claro que tiene retos como muchos otros países. Ha avanzado mucho, y es natural que todavía tenga algunas cosas por mejorar. Pero va en la dirección correcta.
Otro tema que se ha convertido en la principal preocupación en Chile es el aumento de la delincuencia y la inseguridad. ¿Cuál es su mirada en esa materia?
-Estamos preocupados con el aumento de la inseguridad en la región. Se ve en muchos países. Incluso nosotros vamos a organizar un evento con otra organización internacional (FMI) para debatir exactamente qué está pasando y qué se puede hacer para combatir ese problema. Si tienes un país más inseguro, eso tiene un impacto no sólo en la vida de las personas, tiene también un impacto en la inversión y, entonces, un impacto económico también. Por eso pensamos que es fundamental hacer lo que sea necesario para aumentar la seguridad.
En su más reciente informe ustedes destacaron la resiliencia de la economía global, mientras se sigue bajando la inflación. ¿Qué significa eso para la política monetaria? ¿Vamos a tener tasas de interés neutrales más altas?
-Eso seguro. Nadie piensa que las tasas de interés se van a quedar cerca de cero, como estaban en muchos países, o incluso negativas. Lo que pasó para tener las tasas de interés tan bajas fue una sucesión de crisis que hicieron que los bancos centrales continuaran bajando los intereses y no había mucha inflación o casi nada. Pero, como hemos visto, la economía tuvo al menos dos grandes shocks en los últimos cinco años, con la pandemia y después la crisis energética, que ha sido muy sentida de forma muy grave en Europa, principalmente, y en Asia también. Entonces, los bancos centrales no van a bajar hasta el cero, pero van a bajar y se van a quedar en niveles más bajos que ahora.