Aunque este martes se recuperó un poco, el precio del petróleo acumuló una caída de 16,8% en dos días cotizándose a US$34,36 por barril, mientras que el dólar ha subido 17,4% lo que equivale a $123,93 desde que estalló la crisis social en octubre pasado y que se acrecentó con la propagación del coronavirus.
Estas dos variables, con mayor o menor magnitud, tienen impacto directo en la inflación de Chile. Por lo pronto, la apreciación que ha tenido el dólar desde que estalló la crisis social tuvo efectos en el IPC de enero (0,6%) y de febrero (0,4%) y llevó, además, a que el mercado ajustara al alza las previsiones de 2020, pasando de 3,2% a 3,5%. En el corto plazo, los forwards de inflación recogieron estos efectos subiendo su estimación para marzo de 0,3% a 0,4%, lo mismo que esperan los economistas en la encuesta de expectativas.
“El alza en las proyecciones de IPC responde principalmente a la sorpresa positiva del IPC de febrero y el alza del tipo de cambio, el que hasta ahora se ha mantenido por un tiempo prolongado sobre los $800”, afirma Martina Ogaz, economista de EuroAmerica.
Carolina Grünwald, economista jefe de Banchile, añade que subieron sus expectativas de 3,2% a 3,4% (previo a la guerra del petróleo), “básicamente por la sorpresa de inflación de febrero, que da cuenta de un rápido traspaso del tipo de cambio a precios”.
Pero más allá de los efectos de corto plazo, ¿qué pesa más: el petróleo o el dólar en la evolución de los precios internos? El debate está abierto, pues no hay una postura única.
Entre los argumentos de quienes se inclinan por un predominio del dólar está el hecho de que los bienes transables pesan mucho más que los combustibles y tiene un efecto amplificador mucho mayor, interactuando con varios productos de la canasta del IPC.
Esto, además, porque el 70% de la canasta del Índice de Precios al Consumidor (IPC) se vincula en forma directa o indirecta con la divisa norteamericana.
Nicolás Birkner, director de Estudios Económicos de CorpResearch dice que “son fuerzas que se contraponen y cuál predomine más dependerá de qué tan permanente sea el movimiento de precios”. En ese sentido, subraya que “el alza actual del dólar va a ser de mayor duración y tenderá a predominar sobre lo que pueda pasar con el petróleo. Además, el dólar afecta directamente una proporción importante de la canasta, junto con tener efectos de segunda en vuelta en otros”.
Tomás Flores, economista de LyD tiene esa misma visión. “La economía chilena es altamente globalizada, en donde incluso el cemento puede ser importado, por lo cual la depreciación del peso genera una presión de costos superior a la que podría provocar un shock petrolero”. Francisca Pérez, economista de Bci dice que “lo que predominará será el alza del dólar en lugar de la baja del petróleo”.
En la otra vereda, se ubica la posición de Grünwald quien señala que “el petróleo es más predominante hacia el largo y mediano plazo porque es la base de muchos procesos productivos, afecta los costos. Esto, además de precios directos como el de la gasolina y algunas tarifas”. Ogaz, en tanto, puntualiza que la baja del petróleo tendría un mayor efecto sobre la inflación, principalmente “porque las bajas sufridas por los precios tanto del WTI como de la gasolina de 93 han sido considerablemente más fuertes que la depreciación del tipo de cambio, además de ser un bien intermedio que se relaciona con otros precios de productos”. Marco Correa, economista de Bice sostiene esa misma tesis: “Para el IPC como un todo, en el corto plazo, puede pesar más la depreciación del peso, pero para el mediano plazo y si se mantuviera el petróleo a estos niveles podría primar ese efecto”.
En tanto, la Encuesta de Expectativas espera un ajuste de 25 pb en mayo. No obstante, algunos economistas ven espacio incluso para un recorte mayor de 50 pb en mayo.