La senda alcista de la fuerza laboral extranjera ha seguido durante el presente año.
PULSO publicó hace unos días que, de acuerdo con las cifras del Departamento de Extranjería y Migraciones, durante el primer semestre se entregaron 1.532 visas sujetas a contrato, 111.658 por motivos laborales y 75.448 visas laborales de otro tipo como Mercosur.
En total, entre enero y junio se entregaron 188.638 permisos de este tipo, lo que implica un aumento de en torno al 72% interanual. Estas cifras muestran, además del interés por ingresar al mercado laboral chileno, que las nuevas restricciones levantadas por el gobierno han sido efectivas al menos en contener la tendencia alcista de migración.
El 70% de mayores visas otorgadas refleja que los inmigrantes se apuraron en solicitarla antes del cambio. Por nacionalidad, el 32,1% de ese tipo de visas fueron entregadas a ciudadanos venezolanos, mientras que el 30,9% fue para haitianos. Del total de permisos laborales del primer semestre, el 63% fueron para ciudadanos de Venezuela y Haití. Más atrás se ubican Perú con 9,3% y Colombia, con 9,2%.
El cambio realizado por la administración Piñera tiene un enfoque hacia a una migración más calificada, lo que se convierte en un primer y efectivo filtro.
Dicho lo anterior, desde el punto de vista económico, una sociedad como la chilena, en que cada vez se tienen menos hijos y una población cada vez más longeva, es muy relevante contar con un flujo migratorio. Ello permite tener al sector privado con una fuerza laboral más dinámica. Es necesario recordar que hace poco tiempo, había sectores que presentaban falta de mano de obra.
En todo caso, este flujo migratorio debe ser ordenado, y si bien las medidas adoptadas por las autoridades actuales han logrado su cometido de poner fin a un desordenado ingreso de extranjeros, aún queda pendiente una mirada integral de más largo plazo en esta materia.