Andrea Repetto: “Intentar hacer todo de una vez arriesga no hacer nada”

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Economista Andrea Repetto. FOTOGRAFIAS A ANDREA REPETTO Mario Tellez / La Tercera

Tempranamente, esta semana descartó estar disponible para asumir el Ministerio de Hacienda: “No todo economista aspira a un cargo”, dice la economista. Repetto menciona que “la incertidumbre más relevante guarda relación con la propuesta constitucional que haga la Convención” y que “este seguramente va a ser un gobierno de transición, uno que inaugure un camino de cambios”. Pensiones, salud, crecimiento y financiamiento fiscal deberían ser las prioridades para el nuevo gobierno.


Seguramente esta fue una de las semanas que el nombre de Andrea Repetto estuvo más expuesto a los medios de comunicación y a las conversaciones entre los economistas. Es que la idea de que ella -quien participó en el consejo asesor económico de Gabriel Boric tras la primera vuelta- fuera la ministra de Hacienda del candidato vencedor, era mirado con buenos ojos por el mundo privado. Una señal de moderación y gradualidad en la implementación de las reformas prometidas en el programa de gobierno.

Sin embargo, la académica de la Universidad Adolfo Ibáñez declinó ese cargo y se restó rápidamente. La economista de la Universidad Católica y doctora en economía del Instituto Tecnológico de Massachusetts anticipó el martes en Pulso que no estaba disponible. “Participé en el consejo con entusiasmo, sin interés por un cargo. Seguiré ayudando desde la academia”. Ahora agrega -por escrito- que no todo economista aspira a un cargo y que “nunca fue la intención, ni el interés, el tener responsabilidades en el gobierno”.

Sobre la ansiedad del mercado por conocer al nombre de quién liderará las finanzas públicas, la también presidenta de la Fundación para la Superación de la Pobreza, dice que “es una sobrerreacción”. Y acota que “no recuerdo que algún presidente haya hecho anuncios de gabinete de manera temprana”.

Usted se integró al consejo asesor económico de Gabriel Boric tras la primera vuelta. ¿Qué la motivó a participar y por qué no quiso tener un rol integrándose al equipo programático?

-La invitación fue a integrar el consejo asesor junto a otros economistas, con la tarea específica de realizar propuestas sobre la situación macroeconómica del país. Chile está en una situación macro delicada, y nuestras sugerencias sobre la estabilización de la economía fueron adoptadas íntegramente por la campaña.

¿En qué coincidió y en qué no con el programa original de Boric?

-Ahora comienza una etapa totalmente distinta y lo que importa es lo que pueda concitar acuerdos amplios para avanzar en el Congreso. El programa original no logró un apoyo mayoritario por la ciudadanía y fue revisado en segunda vuelta por los equipos programáticos de Boric, Provoste y Enríquez-Ominami. Ahora, que se trata del gobierno, habrá que ampliar aún más ese diálogo y ser pragmáticos para avanzar en reformas, dada la composición del Congreso.

Sumando y restando, imagino que la suma para usted era más positiva que negativa. ¿Por eso decidió aparecer en la franja?

-Participé de la campaña porque Gabriel Boric era mi candidato y me pareció que podía hacer un aporte. Estoy contenta de que haya obtenido un tremendo apoyo desde la ciudadanía.

¿Era Boric su candidato en primera vuelta?

-Voté por Yasna Provoste en la primera vuelta.

¿Conoce usted a Gabriel Boric? ¿Qué opinión tiene de su proyecto político?

-Solo he estado en una o dos ocasiones con él, luego de recibir la invitación al consejo asesor. Conozco lo que conoce la ciudadanía: a una persona que en noviembre del 2019 tomó la decisión de participar del acuerdo para un cambio constitucional, a pesar de su entorno, una persona pragmática, que ha comprendido que debe representar a una ciudadanía que es mucho más diversa que su coalición. Me parece que es alguien que tiene un estilo que trae aire fresco.

¿Por qué decidió marginarse anticipadamente de un cargo en un gobierno al que aspira cualquier economista?

-Porque no todo economista aspira a un cargo. Participé con gusto en el consejo, pero nunca fue la intención, ni el interés, el tener responsabilidades en el gobierno.

¿Es justificada esta ansiedad del mercado y de los economistas de querer saber ya el nombre del ministro de Hacienda o hay algo de sobrerreacción?

-Me parece que hay una sobrerreacción. El Presidente electo tiene que tomar muchas decisiones respecto de los cargos y debe conversar entre sí. Imagino que no es una tarea fácil. No recuerdo que algún presidente haya hecho anuncios de gabinete de manera temprana. Ampliar la coalición invitando a otros al gobierno, ya en sí es una señal de que espera gobernar de manera pragmática.

Usted participó activamente en el equipo programático del segundo gobierno de Michelle Bachelet. ¿Declinó asumir algún cargo ministerial en esa oportunidad?

-Sigo siendo la misma persona: participé porque pensé que desde mis capacidades podía ser un aporte, y también sin esperar un cargo. Nunca hubo dudas de eso.

Ya ha participado en seis comisiones de políticas públicas. ¿Cuál es la ventaja de mantenerse colaborando solo a través de comisiones?

-Las políticas públicas requieren de un buen diseño técnico y eso es lo que sucede en las comisiones. La etapa posterior es de negociación política, y eso les toca a otros.

En ese sentido, dijo esta semana que estaba disponible para contribuir desde la academia. ¿Cómo imagina esa contribución?

-Hay muchas formas de hacerlo: uno conversa con los equipos de los distintos ministerios y los ayuda a pensar los problemas que enfrentan de manera mucho más continua de lo que sucede en las comisiones asesoras.

En cuanto al trabajo propiamente tal del consejo asesor, ¿en qué temas se centró la discusión y análisis del consejo asesor económico?

-El encargo que se nos hizo está plasmado en una minuta respecto de la estabilización macroeconómica y cómo sentar las bases para un crecimiento sostenible y equitativo en el corto y mediano plazo.

¿Cuál fue su principal discrepancia con el programa original?

-A esta altura, las discrepancias no son muy relevantes. Lo importante es lo que viene, en particular, cómo construir una reforma de pensiones, más allá de la Pensión Básica Universal que se discute en el Congreso, que concite apoyo y sea sostenible financieramente.

Pareciera que sus mayores reparos han provenido, según se desprende de sus columnas y entrevistas, más en propuestas laborales que, por ejemplo, tributaria. ¿Por qué?

-En una entrevista en este mismo medio, antes de la primera vuelta, decía que el programa inicial intentaba hacer demasiadas cosas al mismo tiempo, subiendo impuestos, cotizaciones previsionales y el salario mínimo, y a la vez reduciendo la jornada laboral. Eso es una carga demasiado grande para las empresas en un plazo corto y que había que considerar gradualidades y compensaciones. También decía algo que sigue siendo cierto en mi opinión: que quien ganara probablemente no tendría mayorías en el Congreso, por lo que tendría que hacer trabajo prelegislativo y estar dispuesto a ceder.

¿Y el programa actual no intenta aún hacer demasiadas cosas al mismo tiempo?

-En la segunda vuelta, los acuerdos programáticos se reenfocaron hacia temas prioritarios: pensiones, salud, crecimiento y financiamiento fiscal. Eso ya es una agenda amplia y suficiente para un gobierno.

En el documento de recomendaciones del consejo se puso énfasis en estabilizar la economía y la inflación. ¿Cree en el compromiso por la consolidación fiscal del presidente electo?

-Sí, creo que se entiende muy bien que dilatar la estabilización termina siendo mucho más costoso para la economía, y que podría terminar exigiendo sacrificios de bienestar a la ciudadanía.

¿Qué debería hacer el próximo equipo económico para buscar el equilibrio entre “un ajuste no recesivo del gasto público y privado y un uso cuidadoso del financiamiento externo e interno disponible”, qué sugiere el documento del consejo asesor?

-Como ha dicho el propio Gabriel Boric en varias ocasiones, debiera acompañar al Banco Central en la tarea de estabilización, cumpliendo con el presupuesto fiscal aprobado para el 2022. Implementar medidas que ayuden a recuperar la participación laboral, en particular de las mujeres, también ayudaría.

El equipo de Boric dijo que pretenden anclar la deuda pública como porcentaje del PIB entre 44%-46% del PIB al final del gobierno. ¿Es una meta realista o dada la situación actual y el programa de gobierno puede ser más alto de lo que se propone?

-El Consejo Fiscal Autónomo ha descrito escenarios alternativos respecto de la trayectoria fiscal que merecen atención. Me parece más probable uno en que la deuda se estabilice en el 50%. Eso no está comprado, lograrlo requiere de esfuerzo.

Para la reducción del déficit y la estabilización de la deuda se ha incorporado el supuesto de los futuros recursos de una reforma tributaria aprobada en 2022. ¿Es realista hacer proyecciones considerando ingresos de ese proyecto?

-Lograr acuerdos y dejar los detalles bien amarrados va a tomar tiempo. El ejemplo más cercano es el proceso de reforma en el segundo gobierno de Bachelet. El proyecto entró y salió del Congreso muchas veces. No me extrañaría que tome tiempo esta vez también.

¿Cuál cree usted que debe ser la estrategia legislativa? ¿Las reformas deben tramitarse en paralelo el primer año o deben ser paulatinas?

-Yo partiría por lo que sabemos que concita mayor apoyo: elusión, evasión y exenciones, y el royalty minero, dado que comienza a extinguirse la invariabilidad. Intentar hacer todo de una vez arriesga no hacer nada.

Esto debido a que las perspectivas para la economía apuntan a un bajo crecimiento para 2022 y 2023, ¿ve riesgos de que dada la incertidumbre de las discusiones de las reformas la actividad pueda tener crecimiento bajo el 1% en ambos años, e incluso menor?

-Creo que la incertidumbre más relevante guarda relación con la propuesta constitucional que haga la Convención. Imagino que serán pragmáticos y acordarán un texto que una importante mayoría del país apruebe. La regla de los 2/3 permite esperar que así sea.

En una de sus últimas columnas planteaba que debido a la composición del Congreso, “no quedaba más que revisar lo prometido y pensar con cuidado qué será factible en este nuevo escenario”. ¿En qué medidas debería centrarse el nuevo gobierno? ¿Qué reformas debe priorizar?

-Hay reformas que no pueden esperar más, en particular una que entregue mejores pensiones de manera sostenible. La que está en discusión en el Congreso para instaurar una Pensión Básica Universal tiene problemas que espero se reparen. En particular, preocupa el financiamiento, que va en un proyecto separado del de gasto y que se basa en desahorro y holguras más que en ingresos permanentes. Puede que terminemos con un gasto nuevo sin financiamiento, y eso sería muy grave.

También advertía que con la nueva composición del Congreso y la moderación del Ejecutivo asomaba el riesgo del inmovilismo. ¿Qué tan peligroso es no avanzar en las reformas claves que se prometieron?

-Sería grave no avanzar, no lograr acuerdos, en particular en pensiones, y que se profundice en la ciudadanía el sentimiento de que el sistema político es sordo a sus demandas. Este seguramente va a ser un gobierno de transición, uno que inaugure un camino de cambios además de la nueva Constitución.

¿Cuál es ese camino de cambios? ¿Un estado de bienestar?

-Imagino que será la nueva Constitución la que defina el tipo de Estado que tendremos, y serán las leyes las que den contenido a esa definición.

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