Para 232 personas que realizaban labores relacionadas con el procesamiento de la jibia, la mañana de ayer fue la última trabajando para la empresa pesquera Landes. La modificación a la Ley de Pesca, que suprime el arrastre como arte autorizado para la captura de dicho recurso, llevó a la compañía a poner fin a esa línea de negocio.
El gerente general de la pesquera, Andrés Fosk, explica que era inviable seguir funcionando tras el cambio legal y, por ello, critica duramente al Parlamento, al que acusa de populista.
"Creábamos empleos y riqueza para las regiones y en vez de eso hoy día, el populismo que se ha tomado el parlamento y la incapacidad del gobierno de detener este tipo de brutalidades, ha llevado a una guerra entre grupos que no tiene ni pies ni cabeza y que solo lleva a la destrucción de riqueza sin objetivo. Acá no hay nadie que gane, son luchas de corto plazo, es gente que no tiene la capacidad de mirar lo que sucede más allá de una semana", declaró visiblemente molesto.
Además de los puestos de trabajo, ¿Cuál es el impacto para Landes de esta reestructuración?
-Es difícil determinarlo todavía. Un tercio de la compañía significaba la venta y exportación de jibia por US$20 millones, pero el efecto es mucho más grande, por la reestructuración y soportar los costos.
¿Cree que el cierre era inevitable? ¿Comprar la producción a los pescadores artesanales mitigaría en algo la situación?
-En promedio, los últimos cuatro años los artesanales han llegado con producto cinco veces en el mes. Hicimos un análisis de cuál era la factibilidad de poder operar en un escenario como ese y era completamente imposible. Por eso que la planta se cierra de manera definitiva, la gente es despedida, se reestructura la compañía completamente, todas las áreas de apoyo que tenían relación con eso y se termina la compra a los señores artesanales… si se les puede llamar señores.
¿Cómo sigue Landes después de esta decisión?
-Hoy es la primera etapa de este plan. Es cerca de la mitad de la compañía la que se va hoy. Estamos llevando a cabo esta reestructuración porque vamos a tener que trabajar de una manera nueva, ultraliviana, sin compromisos laborales de largo plazo, sino que siendo un operador eficiente para poder sacar la compañía adelante, reinventarnos… Este era un tsunami completamente evitable.
¿Cuál será el foco de negocios en este escenario?
-Seguimos teniendo una importante cuota de jurel que vamos a seguir produciendo y congelando y también tenemos una participación relevante, tanto propia como lo que compramos a los artesanales, en el mundo sardinero, para producción de harina y aceite de pescado y en esos negocios nos vamos a enfocar.. Pero todo lo que tenía que ver con desarrollo de nuevos productos en base a jibia -estábamos metidos en proyectos de investigación y desarrollo para saber si se podía hacer productos dedicados al tema farmacéutico- todo eso se tira a la basura.
¿Tuvieron los espacios para plantear todas estas alertas?
-La tramitación completa (de la ley) fue una lucha parlamentaria. Quien debió defendernos y defender la legalidad o ilegalidad del proyecto fue el gobierno, que no hizo nada, especialmente el ex ministro (José Ramón) Valente.
¿Se reunieron con él durante la tramitación del proyecto?
-El ministro Valente no nos recibió nunca. En febrero la ley estaba lista para ser vetada y él estaba de vacaciones. Nunca recibió al mundo pesquero. Explícitamente nos mandó el recado que no se reunía con nosotros, que la pesca no era tema para él y nos dejaron absolutamente solos.
Hoy se discuten nuevas modificaciones a la ley de pesca, ¿cómo ven ese debate?
-Espero que en algún minuto la cordura prime y a alguien se le ocurra legislar por el bien de Chile que por una postura extrema de los artesanales, que no son todos. Con muchos de ellos hemos trabajado por años, y no son los que están quemando neumáticos.