Andrés Pérez acaba de aterrizar en el sector privado. Antes de llegar a ocupar el cargo de economista jefe de Itaú, estuvo en el Ministerio de Hacienda desde marzo de 2018 hasta julio de 2021. En su paso por Teatinos 120, fue coordinador de Finanzas Internacionales y jefe de asesores. Durante su gestión supervisó la Oficina de la Deuda Pública y la Unidad de Fondos Soberanos, desarrolló las finanzas sostenibles, y fue responsable de la relación del Ministerio con las agencias clasificadoras de riesgo, inversionistas, e instituciones financieras internacionales.
Hoy en su nuevo puesto analiza lo que fue la última decisión que tomó el Banco Central de elevar la tasa de interés en 75 puntos base llevándola a 1,5% y la trayectoria que fijó para los próximos meses. Además, señala que si bien el escenario fiscal es desafiante, se debe comenzar a retirar el impulso que entregó el fisco a la economía.
Luego que el Banco Central subiera la tasa de interés en 75 puntos base llevándola a 1,5% hubo un debate entre los economistas sobre la ponderación que estaba haciendo el ente rector de las presiones inflacionarias y si éstas eran más externas que internas, ¿Cuál es su posición al respecto?
Hubo un cambio importante en la visión del Banco Central sobre la evolución de la economía nacional. La principal sorpresa fue la trayectoria de la inflación para este año y su persistencia para el próximo año. La proyección pasó de 4,4% a 5,7%, entonces la sorpresa es la trayectoria de corto plazo. Dado ese escenario, el Banco Central comenzó con el retiro del estímulo monetario para que la inflación logre converger en el horizonte de proyección de dos años plazo. El crecimiento ha sorprendido al alza y esas son señales importantes que muestran que hay un cierre de brecha de capacidad de la economía y, por ende, se vislumbra una trayectoria de tasas al alza que es consistente con ese cierre de brechas.
Y sobre la ponderación de las presiones inflacionarias, ¿estuvo bien?
Si ponderó o subponderó la inflación externa o interna, lo principal es que tenemos un escenario de un altísimo dinamismo de la demanda interna y eso está presionando los precios en el ámbito local. Hay un aspecto donde los precios internacionales inciden como el de las bencinas, o la oferta de la cadena de abastecimiento global y la depreciación idiosincrática del peso, pero lo que predomina es el escenario de consumo interno que está creciendo muy dinámicamente. Además, la economía chilena está bastante indexada por el rol de la UF. El Banco Central está ponderando bien el shock de inflación y el ajuste en su persistencia durante el próximo año.
En ese sentido, ¿suscribe el movimiento de tasas y la trayectoria fijada por parte del Banco Central?
La decisión de política monetaria de agosto y el escenario que se desprende en el corredor de la tasa de interés es consistente con las proyecciones de inflación que el Banco Central está viendo. La trayectoria de la tasa de interés que fijó el ente rector está por encima de lo que el mercado tenía incorporado hasta antes de la reunión de agosto. En octubre, mes en que se realizará la próxima reunión ya se tendrá una mayor claridad sobre el impulso fiscal inherente en el presupuesto que se ingresa a fines de este mes, así como debiese existir más información sobre la discusión del cuarto retiro. Hacia adelante los sesgos están puestos a la parte alta del corredor considerando las presiones inflacionarias hacia adelante.
¿Cuál es su escenario para la trayectoria de la tasa de interés?
El corredor expuesto por el Banco Central muestra que se aproximará al rango neutral durante el primer semestre del próximo año, específicamente entre marzo y mayo, pero con sesgo al alza dependiendo de cómo evolucione la inflación. También dependerá mucho de cómo se vaya dando la discusión del cuarto retiro y la consolidación fiscal, porque ambos elementos son claves en la discusión hacia delante de la trayectoria de la actividad y, por ende, de la inflación. En un escenario donde se materializa un cuarto retiro la tasa llegaría a la parte alta del corredor. Para este año, nosotros estimamos que la tasa de interés llegará a 3% a diciembre.
En materia fiscal, el supuesto implícito de Hacienda y del Banco Central es que el gasto público tiene que caer del orden de 25% en 2022 para ir retirando el gasto transitorio e ir convergiendo hacia la meta, ¿es factible?
La economía crecerá este año a dos dígitos. Esos niveles son insostenibles en el tiempo, entonces sí o sí el próximo año habrá una desaceleración relevante de la economía chilena. Dicho eso, las políticas económicas siguen siendo expansivas, pero se debe moderar ese impulso para asegurar un crecimiento sostenible sin una desaceleración demasiado profunda el próximo año. En este contexto, el escenario fiscal es desafiante, porque se debe iniciar una consolidación fiscal consistente con la regla fiscal, pero en un escenario donde el mercado laboral sigue con cierto rezago, especialmente el no asalariado y por ello será necesario reorientar la composición del gasto para programas de mejoramiento del empleo, como, por ejemplo, seguir con los subsidios.
En su escenario base, ¿Cuánto es lo que debería caer el gasto público?
Existirán dificultades para una consolidación fiscal como la que se plantea en el Informe de Finanzas Públicas del segundo trimestre. Pese a que la pandemia y la variante delta no se ha reflejado en aumentos de casos, sigue existiendo un riesgo de que resurjan los contagios. Por ello, no me extrañaría que se deje un mecanismo similar al de este año con recursos disponibles para enfrentar algún gasto de ese tipo que sea justificado. Lo recomendable desde el punto de vista macroeconómico es seguir una senda de gasto consistente con la consolidación fiscal. Evidentemente existen dificultades para llevar adelante esa senda considerando el entorno en que estamos. Pero así y todo tendrá que haber una reducción del gasto de dos dígitos en términos reales.
Dada compleja situación fiscal y el avance en el control de la pandemia, hubo críticas de parte de varios economistas por la extensión del IFE universal hasta noviembre, ya que esto inyectó más liquidez y presionó las finanzas públicas, ¿Cuál es su análisis al respecto?
El Ingreso Familiar de Emergencia se diseñó pensando en apoyar a los hogares en un contexto de cuarentena, cuando las personas no podían salir a trabajar. Tanto la cobertura como el monto del IFE, se fue ajustando y calibrando en el tiempo llegando a un costo total mensual de US$3.200 millones. Así, en un contexto en el cual no existen comunas en cuarentenas se hace difícil justificar una extensión del IFE universal. Si bien se entiende que aún hay familias que la están pasando mal, desde el ángulo de para lo que se creó el IFE es difícil de entender.
¿Cuál es la viabilidad real de que pueda comenzar la convergencia fiscal en el presupuesto 2022?
Estamos esperando tener una mayor claridad del presupuesto que se ingresará para 2022 y con eso hacer una proyección de meta de balance fiscal. Llamaría a una cierta cautela, ya que el país parte de una buena posición: es cierto que la deuda ha crecido, pero si uno mira la composición de la deuda, está principalmente denominada en moneda local, y un 70% es de largo plazo, no obstante, eso no es suficiente para decir que las cuentas fiscales se van a resolver solas, hay que hacer ajustes ya sea por el lado del gasto, de los ingresos, así como potenciar el crecimiento. Tenemos una credibilidad institucional muy importante lo que nos permite acceder a los mercados de capitales locales e internacionales consistentes con los grados de inversión, entonces se parte de una buena base. El país tiene una sólida estabilidad macro financiera.